Puerto Real fue fundada el 18 de junio del año 1483 por los Reyes
Católicos, que buscaban un puerto abrigado y seguro, dependiente de la
corona, del que zarpasen las naves para el asedio marítimo al reino de
Granada y un lugar con salida al mar para contrarrestar la influencia
del resto de puertos de la Bahía de Cádiz, en manos de linajes
señoriales. Y de ahí le viene el hombre a esta bonita ciudad.
Este pequeño recorrido se desarrolla por el Parque Natural de la Bahía de Cádiz, aunque más que sendero es un paseo que saliendo de la barriada de Casines nos llevará a recorrer todo el Paseo Marítimo de Puerto Real, así como la playa de La Cachucha.
Mi intención original era adentrarme, en un principio, por el margen de la bahía que lleva hasta San Fernando, a través de los caminos que conducían hasta antiguas instalaciones salineras hoy abandonadas, pero una larga alambrada donde lucen magníficos carteles de "Parque Natural", impiden el paso, así que tuve que reducir el recorrido hasta quedarme en lo que veremos a continuación.
Esta ruta conforma la etapa 9 del periplo "La Costa de Cádiz".
Dejamos el coche en: 36°31.375'N - 6°10.397'W
Distancia: 7,02 kilómetros.
Tiempo: 1 hora 48 minutos.
Dificultad: Fácil.
Dejamos el coche en uno de los amplios aparcamientos que recorren la barriada de Casines, en la perpendicular con la calle Tierra y Libertad. Tras cruzar la avenida José María Fernández Gómez y la carretera N-IVa, buscamos una bajada que nos permita acceder a la orilla de lo que probablemente sea el punto más "al interior de tierra" del Saco Interno de la Bahía de Cádiz.
La marea vacía añade un toque de espectacularidad al entorno, y por otra parte, nos permitirá caminar lo más alejado posible de las zonas urbanizadas. Para estas rutas siempre hay que tener en consideración el horario de la bajamar. ¡Eh!
Afortunadamente, esta zona y a pesar de la suciedad acumulada y no siempre de origen natural, es posible pasar cómodamente, bajo tanta alga húmeda el suelo está duro.
El momento de la bajamar también nos permitirá visualizar una extensa gama de aves acuáticas y otras que no siéndolo, si que se desplazan a estas zonas a comer, tales como la cigüeña negra. Aunque como no llevamos un objetivo adecuado para fotografiarlas pues prestamos más atención al sinfin de barquitas que abandonadas o no, dan un colorido extra a la anodina planicie mareal.
El camino se acaba y un muro de contención hasta donde llega habitualmente el agua nos corta el paso, se puede pasar pero nos meteríamos en fango, así que aprovechamos una subida a nuestra derecha y accedemos al arcén de la carretera.
Aunque no son muchos metros los que tenemos que andar por el margen de la carretera, podemos evitarlo circulando por la parte superior del muro de contención.
Rápidamente, antiguamente esto era una zona de huertas que llegaban hasta la orilla, y tras pasar algunas de las edificaciones antiguas llegamos al comienzo de la calle Trafalgar, donde giraremos a la izquierda para contactar con el Paseo Marítimo.
Aprovechamos la bajamar para alejarnos de este tramo del paseo que ya recorremos a la vuelta. Hemos llegado a la playa de La Cachucha. Esta playa está delimitda por por dos espigones que contienen la perdida de arena.
La Cachucha es una playa urbana consolidada y regresiva de poco menos de medio kilómetro de longitud, compuesta de arena
anaranjada de grano fino, hoy día proveniente de las distintas
regeneraciones periódicas ocasionadas desde la construcción del paseo
marítimo que ha ocasionado una modificación en su fisionomía original.
Es una de las dos únicas playas situada en el saco interno
de la Bahía de Cádiz, junto con la playa de la Casería en San Fernando (visitada en noviembre de 2019), lo que les confiere aguas tranquilas. En la foto podemos ver una especie de espigón que termina desarrollándose de forma longitudinal a la orilla y que cumple la función de muro de retención de la arena.
Nuevamente el paso por la orilla se acaba por lo que tenemos que seguir por el paseo marítimo, esa escalera del fondo nos vendrá de perlas para subir.
Parece ser que el origen del nombre proviene de casucha, ya que en la década de
1950 la zona estaba ocupada por pequeñas casas que servían a los
pescadores de la zona para guardar sus aparejos. Otra posibilidad sería
que recibiese su nombre por las embarcaciones que tradicionalmente se
amarraban en ella, botes pequeños denominados "cachuchos".
El paseo marítimo tiene una longitud de algo más de dos kilómetros y nació como resultado de un Plan Especial del Casco Histórico, recuperando la fachada marítima de la ciudad.
Llegamos al conocido como Muelle Fortificado, construido a partir de un muelle preexistente del siglo XVI, el arquitecto Torcuato Benjumeda fue el encargado de su fortificación en el siglo XVIII para cubrir las necesidades de la ciudad como parte del sistema de aprovisionamiento de materiales de construcción y otras mercancías en el marco del traslado en 1717 de la Casa de Contratación a Cádiz. Además podía servir como espacio de primera defensa frente a posibles ataques marítimos.
Allí se ubica el Club Náutico El Trocadero.
Junto a él, se encuentra el embarcadero. A nuestra derecha vemos la Isla del Trocadero.
La isla, asociada al caño del mismo nombre, está
formada por depósitos fluvio-marinos de naturaleza limo-arenosa,
formando marismas naturales de las cuales algunas se convirtieron en
salinas. La vegetación característica de la zona la forman especies como
la sapina o el limoniastro. Es un lugar de gran interés para la observación de aves.
Fue desde antiguo una importante zona de tráfico comercial. También se usaba para reparar barcos. Por último, el Fuerte de San Luis, en el extremo sur de la isla, era parte de las defensas de la Bahía de Cádiz.
El fuerte, hoy en día en ruinas, fue tomado por tropas francesas de la Santa Alianza el 30 de agosto de 1823, durante la batalla de Trocadero, y en conmemoración de dicha toma, se dió nombre a la famosa Plaza del Trocadero y a los Jardines del Trocadero de París.
El paseo finaliza en un original reloj solar realizado con azulejos y un ancla. Con numeración romana el reloj tiene las líneas equinocciales y de los solsticios, además de los signos del zodíaco.
La vuelta la realizamos por la Calle Ribera del Muelle.
Pasaremos junto al club de tenis, este tramo dispone de dos espacios, uno para bicis y otro para peatones.
Es un agradable tramo arbolado.
A nuestra izquierda vemos la trasera de uno de los arcos que cierra el famoso Callejón del Arco. Se trata de un callejón peatonal de unos cien metros de largo y cinco de ancho, enmarcado por dos arcos de medio punto que datan del siglo XVIII y realizados en piedra ostionera de la propia Bahía de Cádiz, su cota es superior al nivel del mar haciendo que el arco que se
asoma al mar constituya un auténtico balcón hacia la bahía de Cádiz.
Nos desviamos por la Calle Cruz Verde y Amargura para acercanos a la plaza de Madre Loreto lugar donde se encuentra la Iglesia Conventual de la Victoria, del siglo XVIII. Un edificio de estilo barroco fundado por la Orden Los Mínimos de la Victoria (Orden religiosa mendicante de fundada por San Francisco de Paula), en el lugar que en ese momento era un promontorio o manchón a las afueras del centro urban, de ahí que también fuese conocido como "Manchón del Hospital".
El conjunto ocupa una gran parcela de esquina, teniendo la iglesia la
fachada principal a la calle de la Victoria. Está formado por la iglesia
propiamente dicha y el antiguo convento, hoy transformado en asilo
hospital adosado a ella.
La torre es un añadido de 1770.
Por la calle Algeciras ponemos fin a nuestro paseo. ¿La foto? Pues me gustó el juego que hace el naranja de la casa con el naranja de las naranjas. 😂😂😂😂
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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