lunes, 11 de noviembre de 2019

BAHÍA SUR-TORREGORDA-MOLINO SAN JOSÉ (SAN FERNANDO-CÁDIZ) (8NOV2019)

En el día de hoy pretendemos recorrer en todo lo posible, el tramo de costa que discurre entre el Centro Comercial Bahía Sur de San Fernando hasta la playa de Torregorda y como no nos gusta repetir tramos, hemos diseñado un circular que nos permita ir y volver sin pisar el mismo suelo. El primer tramo es urbano y recorre todo el Parque del Oeste de San Fernado y nos llevará hasta La Ardila, desde allí y por el margen izquierdo de la autovía, llegaremos a Torregorda, donde iniciaremos la vuelta recorriendo un camino conocido como Cordel de Cádiz.

Durante este último tramo visitaremos tres casas salineras, la correspondiente a la Salina de Dolores, la de San Miguel y la de San José, siendo en esta última, donde se encuentra uno de los molinos de mareas con más elementos originales. A pesar de su pésimo estado de conservación es el mejor que podemos ver por toda la zona y nos permitirá hacernos una idea muy clara de la disposición y elementos básicos de este tipo de instalaciones.

Esta ruta se desarrolla fundamentalmente por el Parque Natural de la Bahía de Cádiz, por lo que, a excepción del tramo urbano, siempre caminaremos rodeados de salinas, marismas, y la fauna y flora habituales en este tipo de biotopos.
 
Esta ruta conforma la etapa 11 del periplo "La Costa de Cádiz".

Dejamos el coche en: 36°28.111'N -  6°12.450'W
Distancia: 14,08 kilómetros.
Tiempo: 3 horas 39 minutos.
Dificultad: Fácil.

El coche se queda estacionado en los aparcamientos del centro comercial de Bahía Sur.

En este tramo pretendemos separarnos al máximo posible del camino de vuelta, para eso debemos pillar el paso elevado que nos llevará al margen izquierdo de la autovía y línea ferroviaria.

A falta de espacio peatonal, transitaremos por un pequeño tramo del carril bici.

Y prácticamente llegamos a uno de los acceso del Parque del Oeste de San Fernando.

El Parque del Oeste ocupa un espacio de unos 40.000 metros cuadrados y transcurre en paralelo entre la Avenida Pery Junquera y la autovía CA-33. Se inicia en las proximidades de la estación de Renfe de Bahía Sur y finaliza en la Barriada de La Ardila. Es una zona ideal para niños pues tiene varias áreas recreativas en distintos puntos, terrazas, canastas de baloncesto, castillos hinchables, etcétera. Ideal para practicar deporte y de gran aceptación por los isleños, por lo que siempre hay gente en los horarios de apertura.

Llegamos a la rotonda de La Ardila, conocida familiarmente por los cañaillas como la "Oxidá", en referencia a una ¿escultura? de hierro que fue motivo de múltiples críticas, porque además de fea, costó una pasta al erario público. ¿Pero que sería de los listillos si no hubiesen atontados?

Una vez cruzada la rotonda por sus correspondientes pasos de peatones, caminamos unos metros por la acera de lo que en su momento fue el Polígono de Tiro Naval Janer, y llegamos a una gasolinera que debemos dejar a nuestra derecha.

Allí se inicia una pista de arena que nos llevará hasta el Río Arillo.

Ya caminamos por lo que antaño fue la Salina de Tres Amigos, corazón neurálgico del Parque Natural Bahía de Cádiz, los amantes al pajareo tienen en este espacio, un paraiso terrenal.

De entre todas las aves de marismas y acuáticas que podemos ver destaca el flamenco, cuyas poblaciones están alcanzando unas densidades que yo diría que llegan al máximo de lo que la propia especie puede soportar.

El entorno de Río Arillo constituye el 25% del sistema húmedo del Parque Natural Bahía de Cádiz, siendo una de las zonas de mayor interés ornitológico de Europa, habiéndose contabilizado en alguna invernada más de 70.000 aves, entre las que podríamos destacar el flamenco rosa, así como los conocidos correlimos, cigüeñuelas, espátulas, garzas reales, garcetas y varios tipos de ánades.
Esta casa salinera es singular por que presenta un porche poco habitual en este tipo de construcciones.

Y unos metros más adelante vemos el Molino de Mareas de Río Arillo, uno de los pocos supervivientes de los 19 molinos que albergó la Bahía de Cádiz y que tanta importancia tuvieron para la zona.

Justo en la casa salinera se acaba la pista por lo que para llegar al molino tendremos que caminar por un paso existente paralelo al arcén de la autovía. Este molino fue construido en 1798 por Miguel Álvarez Montañés que lo diseñó con una novedosa planta en forma de «L» que aprovecha todo lo posible la superficie del caño, permitiendo así un gran número de piedras moledoras.

Era el espacio donde las autoridades de Cádiz daban la bienvenida a los Obispos recién nombrados, en su primera visita a la capital, de ahí que uno de sus salones fuese conocido como ‘del Obispo’. Esto se debía no solo a la entidad del edificio -quizá el más importante de su naturaleza en el occidente atlántico según cuenta Julio Molina Font en su libro "Molinos de Marea de la Bahía de Cádiz- sino, sobre todo, a su ubicación a la entrada de Cádiz; era lo primero que el recién llegado se encontraba al pisar su término municipal

Este molino también fue, desde antiguo un lugar conocido por la Corona. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Cádiz se despidió allí de Fernando VII y su hermano, Carlos de Borbón, una vez desposados con las infantas María Isabel y María Francisca de Braganza respectivamente, sobre el navío portugués San Sebastián «en virtud de los poderes y condición Regia con que para el efecto estaba condecorado el Excmo. Sr. Conde de Miranda». Partieron de Cádiz el 11 de septiembre de 1816 tras varios días de celebración en la capital para pasar por San Fernando, El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera.

El molino se presenta como una alineación de arquerías y tajamares construidos a modo de puente que recibe el empuje del agua al flujo o reflujo de las mareas, siendo un claro exponente de la que fue la tecnología tradicional de aprovechamiento de los recursos naturales. Esa especie de bóvedas más pequeñas son los cárcavos, disponían de puertas basculantes por lo que si el flujo de la marea iba en un sentido, pues por algunos pasaba el agua pero los otros no, al vaciar la marea pues se invertían los papeles.

La mecánica era muy simple, al ir subiendo la marea el agua pasaba por los ojos y la presión actuaba sobre los rodeznos que al girar, hacían girar las piedras de molino, entre las que se depositaba el grano, procediendo a su molido. En estas bóvedas laterales (aliviaderos) también se disponían dos puertas basculantes, que estaban situadas en la parte trasera, de modo que cuando subía la marea, por aquí entraba agua, pero al empezar a bajar, la presión del agua cerraba la puerta, impidiendo que se escapase por lo que el agua solo tenía una vía de escape, el cárcavo donde haría actuar al mecanismo de molienda.

Disponía de doce piedras que eran movidas por doce tolvas. En el centro y como dos ojos más grandes podemos ver los llamados "aliviaderos".  En el caso particular de los molinos de mareas, el agua que se utilizaba durante la subida de marea era almacenada en una especie de depósitos, conocidos como calderas, una vez empezaba a bajar la marea, pues nuevamente por gravedad, el agua salía por los cárcavos pero en sentido inverso y podía volverse a moler grano.

Llegamos a lo que probablemente sea el tramo más feo e incómodo de toda la ruta, es algo más de un kilómetro y medio, pero imprescindible si queremos realizar el circular. Nuevamente iremos paralelos a la autovía, pero en este caso, y a pesar de lo que vemos en la foto, aquí no hay pista sino una veredilla a veces cortada por los árboles y matorrales que deberemos ir sorteando de la mejor manera.

Por este lateral externo al arcén que vemos discurre una canalización de agua y nos ayuda a superar el obstáculo.

En otros momentos, la parte alta es la intransitable, por lo que nos echaremos a la parte baja, zona por otra parte, preferente para avanzar. Así y con menos dificultad de la presupuestada, pasaremos el trance y llegaremos a Torregorda.

Aparecemos junto al Polígono de Tiro González Hontoria, a su derecha encontramos un paso elevado que nos permitirá cruzar al otro lado de la autovía.


Abajo vemos el Cordel de Cádiz, lugar por donde continuaremos nuestro camino.

Para sorpresa nuestra, vemos gran cantidad de zonas valladas, se trata de uno de los regalitos que nos dejó Susanita (con la imprescindible colaboración del Ayuntamiento de San Fernando) antes de abandonar la Junta de Andalucía, después de gastarse una pasta en la adecuación de senderos, cartelería y accesos, y por supuesto de haber cobrado bastante dinero por incluir la zona dentro del Plan Natura 2000, pues ha concedido una autorización de explotación de la marisma a un particular, y rápidamente, además de cortar los accesos naturales a ese sendero, lo ha llenado todo de carteles avisando de que es una propiedad privada y que está prohibido el paso, de momento, teníamos la intención de pasar por otro molino de mareas, el conocido como Molino del Arrierillo, pero nos quedamos con las ganas. Así que continuaremos por el cordel.

El paisaje no cambia, un entramado de caños y pozas, donde las aves acuáticas encuentran un lugar ideal para su desarrollo y procreación.

Llegamos a las inmediaciones de la Salina Nuestra Señora de los Dolores, cuentan que en sus instalaciones existió un ventorrillo.


Se encuentra en situación ruinosa y varios carteles avisan del peligro de desprendimiento, así que lo veremos desde lejos.

El rio Arillo es un caño que antiguamente unía el interior de la Bahía de Cádiz con mar abierto a la altura de Torregorda, hoy día la dicha desembocadura no existe, la sedimentación de resíduos con la probable colaboración humana han cerrado dicha salida.

Una nueva casa salinera llama nuestra atención, se trata de la ubicada en la Salina de San Miguel, la cual también visitaremos.

Esta edificación es mucho más humilde que la de los Dolores y también se encuentra en ruinas con avisos de derrumbe.


A unos doscientos metros en línea recta, vemos la casa y molino de mareas de la Salina de San José que pronto veremos pero como nos separa un brazo de agua pues tendremos que dar un rodeo para llegar.

Lo único reseñable de San Miguel lo vemos en su lateral. Un antiguo aljibe en el que aún se conserva parte de la tubería que aportaba el agua de lluvia recogida por la techumbre y llevada hasta aquí a través de canaletas.

El aljibe y el pequeño abrevadero que tiene adosado.

Desde allí podemos ver parte del "skyline" de San Fernando, en el que destacan la cúpula del Observatorio de Marina, es el centro técnico y científico de estudios físicos y matemáticos de la Armada y guarda una gran biblioteca atesorada durante decenios, tiene la singularidad que desde aquí se rige y oficializa la hora de España y la Torre Alta, una antigua torre vigía que formaba parte del sistema de torres de vigilancia costera, ordenada construir por Felipe II para prevenir a la población de ataques de piratas berberiscos. Esta torre enlazaba con la Torre Tavira de Cádiz. Torre Alta con gran interés histórico se encuentra custodiada en los terrenos del Observatorio de Marina y sus cercanías blindada por el getto de la urbanización de igual nombre, así que visitarla y a pesar del dinero público gastado en su restauración, solo está al alcance de algunos privilegiados. No obstante, si consigo visitarla, ya os daré debida cuenta.

Tras la vuelta a la pista y una nueva salida, nos acercamos a la Salina de San José, donde además de la correspondiente casa salinera se ubica el que probablemente sea el molino de mareas en el que se conservan más elementos originales, aunque no por eso está mejor conservado, una pena que un espacio como este continúe degradándose día tras día.

En la obra Emporio del Orbe, de Fray Gerónimo de la Concepción; a este molino se le llamaba Molino Grande por lo que es de suponer que ya en 1690 era una edificación con la entidad suficiente como para aparecer como punto de referencia en la cartografía; aunque fue durante el siglo XVIII cuando adquirió su fisionomía definitiva.
Durante su historia estuvo en manos de diferentes propietarios o arrendatarios por lo que con el paso del tiempo fue conocido con el nombre del usuario de turno, han trascendido los nombres de Valdéz o Dañino, en relación a D. José Dañiño que en 1772 lo restauró y aumentó el número de piedras moledoras hasta ocho y construyó almacenes, hornos, incluso una capilla con privilegio de oratorio público. En 1890 solo funcionaba con seis piedras. Se mantuvo en uso hasta los años 40 del siglo XX.

Su fachada es de estilo barroco, obrada en cantería compuesta por tres vanos de acceso, uno para la vivienda y oficinas, al propio molino y al oratorio, fácilmente distinguible por la cruz sobre ella.

Aunque lo único que medio se conserva es la entrada al Oratorio.

Como este invierno llueva mucho, este dintel será historia, está a punto de venirse abajo. El vano ya casi ha desaparecido.

De la entrada a la oficina queda poco y porque fue reforzado.

El esquema más común de un molino de mareas utiliza el agua embalsada en una presa o caldera y retenida por un muro dotado de compuertas. Cuando el desnivel entre el agua embalsada y el del mar es el adecuado, el agua se hace pasar por los saetines que la llevan hasta las ruedas motrices (Rodetes o Rodeznos) que a su vez hacen girar las muelas que trituran el grano.

En nuestro caso, los molinos se levantan perpendicularmente al caño,cegándolo totalmente, y dando paso al agua a través de arcos y canales situados en los bajos y provistos de compuertas basculantes. La cimentación, al ser suelos muy fangosos se realizaba con pilotes de madera clavados hasta el suelo firme.


En el suelo podemos ver una serie agujeros, reforzados con piedra y unas especie de  surcos por dónde jugaba una compuerta. Se tratan de los escotillones, usados paara controlar el flujo de agua.



Por el suelo vemos varias piedras viejas, algunas como esta fueron reutilizadas como solería.

Otras, en cambio están tiradas por los rincones.


Nos llama la atención unas grandes piedras talladas, se tratan de los volteadores, realizados en piedra caliza blanca, mucho más resistentes que la piedra ostionera.

En el centro de la instalación existe un pozo con un diseño muy particular.

Y en sus proximidades una especie de aljibe o alberca. Esta alberca podría ser nutrida con agua extraida del pozo por un lado, y por otro, recibir agua de lluvia a través de las tinajas comunicadas, que ahora veremos.

El circuito del agua lo cerraban seis grandes tinajas semienterradas en el suelo que se nutrían del agua de lluvia a través de entre una canaleta procedente del tejado de la edificación. Estaban comunicadas entre ellas de forma que cuándo la primera se llenaba, se vertía el agua en la siguiente y así hasta la última que parece ser, también pudiera estar comunicada con la alberca, situación que podría confirmarse al comprobar que los conductos de comunicación entre las tinajas están más elevados que la alberca, por lo que el agua sobrante al llenarase las tinajas, fluiría hacia  ella por simple gravedad.

Además del ahorro de espacio, el tenerlas enterradas la protegía del sol y el calor, disponiendo permanentemente de agua fresca para beber.

Tres de ellas están rotas, lo que nos permite ver claramente el tamaño y grosor de sus paredes.

Un problema importante para la buena conservación y no solo de las calderas, sino que también afectaba a salinas y esteros,  era la acumulación de sedimentos que se depositaban y provocaban su colmatación.

Este fenómeno de cegado se paliaba parcialmente con un vaciado rápido y violento de la caldera a la que abrían rápidamente sus compuertas. Este método de limpieza se denominaba "limpión". Vocablo por otra parte, usado de forma habitual en la vida doméstica, recuerdo de pequeño que cuando había que hacer una limpieza general de la casa, mi madre decía: "Hay que darle un limpión a la casa" acción que nos implicaba a todos. Habitualmente de las limpiezas cotidianas se encargaba ella, suelos, polvo, etc... pero cuándo decía "limpión" era con un zafarrancho de combate que nos movilizaba a todos, ya que suponía, ya no solo la limpieza habitual sino con había que vaciar armarios, separar muebles de las paredes, tirar cosas viejas y proceder a pequeños mantenimientos necesarios para dejarlo todo en perfecto estado, por lo que este limpión lo encabezaba mi padre y su fuerza bruta. La época ideal del limpión era a finales de la primavera. Parece evidente la relación de los molinos de mareas y la vida cotidiana del isleño, llegando incluso a adoptar términos específicos en el mantenimiento de las instalaciones con las labores cotidianas del hogar.

Volviendo al molino es de suponer que este limpíón iba procedido de una remoción manual de lodos aprovechando la marea vacía, con azadones y cualquier otra herramienta, se procedería a remover el fango del fondo y paredes de la caldera y caños adyacentes de forma que cuando el agua saliese casi a presión se facilitase el arrastre de partículas hasta el caño principal, comenzando así un nuevo ciclo.

La foto anterior es con la marea vacía y esta con la pleamar y nos sirve para hacernos una idea de la enorme cantidad de agua que se acumulaba.


En este molino podemos ver todos los elementos fundamentales que conformaban la instalación: almacenes, vivienda, piedras molturadoras, volteadores, soportes de compuertas molineras, cárcavos, tajamares, caldera y estero, los puntos de captación y almacenamiento de agua dulce (pozo, alberca, tinajas, etc...).

Detalle de uno de los soportes donde juega el gozne de una gran compuerta basculante.

Y otra pieza en caliza blanca de mayor resistencia que la piedra ostionera, señal de que también estaba sometida a grandes esfuerzos y necesitaba mayor resistencia.

Desde lejos podemos el cárcavo principal y por donde entraba el agua procedente del caño principal y sobre ella el lugar donde se ubicaba la compuerta basculante de la que hemos hablado antes.


También vemos un pequeño embarcadero para candrays con su encachado de bolos original. Aunque ha desaparecido la mitad del embarcaderos, podemos hacernos una idea de como era.

La caldera de este molino está llena de pilotes de madera y por su disposición parece como si en algún momento hubiese existido algún tipo de plataforma o embarcadero.

Buscando información sobre el molino, encontré una noticia del Diario de Cádiz, dónde se anunciaba a bombo y platillo, la rehabilitación del Molino de San José, era el día 7 de junio de 2009. Y aquí estamos. El siguiente informe será que se encuentra muy deteriorado y que no merece la pena gastarse en euro en él. Tenemos lo que nos merecemos y lo peor de todo, es que algunos son felices dejándose engañar. Sin tontos no habría trileros.

Bibliografía:
https://www.agenciaandaluzadelaenergia.es/sites/default/files/documentos/estudio_preliminar_sobre_los_molinos_de_marea_1.pdf
https://www.lavozdigital.es/cadiz-provincia/201508/19/molinos-mareas-ruta-memoria-20150819080747-pr.html
https://www.elcastillodesanfernando.es/2015/09/molino-de-mareas-de-san-jose-cronica-de-una-muerte-anunciada/
Molinos de Mareas de la Bahía de Cádiz (siglos XVI-XVI-XIX), Julio Molina Font.
https://www.diariodecadiz.es/sanfernando/Costas-emprendera-rehabilitacion-San-Jose_0_266373498.html

Bueno, me gustaría quedarme más tiempo por aquí pero ya volveré otro día, el camino sigue. Tras volver sobre nuestros pasos y reincorporarnos al Cordel de Cádiz, lo último que veremos antes de llegar al punto de salida serán las ruinas de lo que otrora fue la Casa del Sagrado Corazón de Jesús, tras ella, la salina de igual nombre.

Podéis descargaros el track, clicando en la siguiente imagen:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/bahia-sur-torregorda-08nov2019-43382487
 
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.  

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