Saliendo desde el parking del centro comercial Bahía Sur en San Fernando, esta ruta semicostera, semiurbana, nos llevará a lugares tan emblemáticos como Punta Canteras, Molino de Caño Herrera o la Playa de la Casería de Ossio. Ya en el tramo urbano pasearemos por la Población Militar de San Carlos, alli veremos, entre otros edificios, el Panteón de Marinos Ilustres de la Armada. Pasando por la franja verde que suponen los parques de Capitán Conforto, El Paseillo y el Paseo General Lobo, llegaremos al Jardín Botánico de San Fernando, desde donde volveremos al punto de salida.
Todo ello inmersos en el corazón del incomparable del Parque Natural de la Bahía de Cádiz, un balcón abierto al Saco de la Bahía de Cádiz, de alto valor ecológico y dónde tanto fauna marina como avícola, encuentran unas condiciones ideales para su desarrollo, lo que unido a la carga histórica de los lugares que visitaremos, hacen de esta ruta un recorrido imprescindible para los que les gustar unir ocio y cultura.
Esta ruta conforma la etapa 10 del periplo "La Costa de Cádiz".
Dejamos el coche en: 36°28.115'N - 6°12.434'W
Distancia: 10,60 kilómetros.
Tiempo: 3 horas 21 minutos.
Dificultad: Fácil.
El coche se queda en los aparcamientos de Bahía Sur.
Justo en la salida del centro existe una subestación eléctrica que debemos dejar a nuestra derecha.
En la trasera de dicha subestación comienza la ruta, una vereda ancha y recta nos llevará directamente a la orilla sur del Saco Interno de la Bahía de Cádiz.
La Bahía de Cádiz tiene su origen en la colmatación del estuario formado por el Río Guadalete. La zona en la que nos encontramos es denominada "Bahía Interior" o "Saco Interno", y está delimitada por el Puente Carranza, Puerto Real y el istmo que une San Fernando con Cádiz.
La característica principal de este saco interno es la existencia de amplias planicies fangosas intermareales de muy escasa pendiente. La influencia de vientos, corrientes y oleajes son menores que en la bahía exterior. Hacia el este, el saco interno está comunicado con el Atlántico por el caño de Sancti Petri, caño de mareas que atraviesa la zona de salinas al sur del parque natural Bahía de Cádiz.
En la parte trasera de Bahía Sur se encuentra un paseo marítimo que recorreremos en su totalidad.
A medio camino se ubica un mirador desde el que tendremos vistas privilegiadas de todo el saco interior de la bahía, que en estos momentos y al estar la marea vacía, luce en todo su esplendor, como telón de fondo Cádiz donde destaca el omnipresente Puente de la Constitución, y el más cercano Puente de Carranza que también comunica Cádiz con Puerto Real.
La marea vacía nos permite disfrutar de la zona intermareal donde destaca un variado muestrario de plantas especiales, y digo especiales porque han conseguido adaptarse a un medio a la que ninguna otra especie pudo adaptarse, el medio salino, la resistencia al alto grado de disolución de la sal del medio en que viven, las convierten sin dudas, en unas especies supervivientes con un alto grado de especialización.
En esta planicie fangosa intermareal encontramos invertebrados de gran valor económico como miñocas, gusanas, coquinas, almejas o las afamadas Bocas de la Isla, que son las pinzas de un cangrejo conocido como Barrilete o Cangrejo Violinista (Uca tangeri).
En cuanto a la fauna marina, aquí encuentran un lugar ideal para criar y desarrollarse, una numerosa lista de especies de alto valor gastronómico como pueden ser: el róbalo o lubina, lenguados, chocos, doradas, corvinas, y otros peces menores, tales como mojarras, sargos o roncaores. Especial mención tenemos que hacer a una variedad endémica de la Bahía de Cádiz, se trata de la conocida como mojarra rubia (Diplodus annularis) que se diferencia de las criadas en otras zonas en que es de menor tamaño, con escamas más suaves y el intenso color amarillento de sus aletas anal y pelvianas.
En cuanto a las aves, podemos destacar el flamenco rosa, los charranes, chorlitejos, correlimos y varios tipos de gaviotas, y los cada vez son más frecuentes cormoranes y cigüeñas negras.
A lo lejos vemos Los Polvorines de Fadricas, que visitaremos en breve espacio de tiempo.
Tras finalizar el paseo marítimo llegamos a lo que queda del Molino de Mareas de Caño Herrera. Según cuentan, durante la Guerra de la Independencia, las instalaciones del molino sirvieron de fortificación y barrera en suma a los baluartes existentes en las próximidades. Y según cuenta Julio Molina Font en su libro "Molinos de Marea de la Bahía de Cádiz (Siglos XVI-XIX)": "El molino de Caño Herrera tenía forma de L. Una de las naves se situaba perpendicular al caño, donde se encontraba la sala de molienda y la otra era paralela a éste, situada en la ribera que linda con el paraje nombrado "Fadricas".
Tras las obras del centro comercial hoy solo permanecen restos de la cimentación y la caldera, así como el puente de acceso labrado en piedra ostionera con dos ojos para el paso del agua y parcialmente tapado por las obras de adecuación.
Tras pasar una explanada que se usa como el parking trasero auxiliar del centro comercial, ingresamos en los terrenos que fueron ocupados por unos polvorines militares desde el siglo XVIII, ubicados en la zona conocida como Punta Canteras.
Punta Canteras es un promontorio rocoso triangular que se adentra en el saco interno de la Bahía de Cádiz. En 1730, siendo ya la Isla de León territorio de la corona, Felipe V donó Punta Canteras a la Real Marina de España para la construcción de tres almacenes para la pólvora de S.M. y un cuerpo de guardia para su custodia. Desde ese año, y hasta su abandono en 2001 ha sido territorio militar ocupado por polvorines de la Armada Española y gracias a eso, las instalaciones antiguas han llegado casi en perfecto estado de conservación hasta el día de hoy, lo cual nos permitirá verlas tal como fueron construidas en el siglo XVIII, con la bochornosa excepción de las cafradas realizadas por grafiteros y otro tipo de fauna menos artística pero igual de destructiva.
Durante los 271 años posteriores, las necesidades crecientes de la Armada propiciaron dos expropiaciones para la ampliación del número de polvorines y dependencias afines al servicio de municionamiento. En estos terrenos expropiados quedaron incluidos los restos de lo que fueron dos lugares con una historia muy singular para San Fernando: la casería de Fadricas y el Lazareto de Infante. En agosto de 2001, cuando la Armada abandonó el recinto de lo que se denominaron Polvorines de Fadricas, quedó un patrimonio arquitectónico muy singular formado por un muelle para la pólvora de Su Majestad; un embarcadero que suministró vituallas y agua a las largas travesías del XVIII; unas murallas defensivas y un total de veintiséis polvorines levantados en distintas épocas. Dos de ellos sobrevivientes de los tres originales construidos en 1730.
Llegados al lugar de la foto anterior tenemos dos opciones, seguir la vereda que recorre la parte superior de la muralla o hacerlo por la parte baja, lo que nos permitirá apreciar mucho mejor la zona amurallada y la altura de esta.
Como la marea está vacía pues preferimos hacerlo por debajo, y disfrutar de la inmensa muralla defensiva. Los polvorines los veremos luego.
Las murallas fueron construidas en la segunda mitad del Siglo XVIII. Se conservan intactas, con detalles ornamentales de aire barroco (desagües sobre ménsulas, remates, uniones zulacadas y pavimentos enchinados, etc.).
Aquí vemos uno de los magníficos desagües sobre ménsula. En ingeniería, el término ménsula refiere a un tipo de viga denominado más comúnmente voladizo que se caracteriza por estar apoyada en sólo uno de sus extremos mediante un empotramiento.
Esta formidable muralla rodeó buena parte del contorno de Punta Canteras. Durante el siglo XIX, gracias a su posición estratégica, Punta Canteras jugó un papel importante en las sucesivas contiendas bélicas que llegaron a la zona. El 13 de junio de 1808, la artillería montada en el promontorio (3 morteros, 16 cañones y 2 obuses) colaboró decisivamente en el apresamiento de la escuadra francesa del almirante Rossily formada por buques que sobrevivieron en la batalla de Trafalgar, y que encontraron resguardo en la bahía de Cádiz desde 1805.
Posteriormente, entre 1810 y 1812, durante el asedio napoleónico de San Fernando y Cádiz, la batería se transformó en el Reducto Inglés nº 22, ocupado por tropas inglesas y portuguesas, encargadas de la defensa del litoral oeste en caso de ataque francés.
Una vez entregados los tres primeros polvorines para la Real Marina, en 1730, se hizo imprescindible construir en Punta Canteras un muelle para embarcar con facilidad los barriles de pólvora hacia los buques de guerra. El primer proyecto de un muelle para la pólvora de Su Majestad data de 1751, y lo presenta Joachim Manuel de Villena, comisario general de la artillería de Marina al Marqués de la Ensenada. Este proyecto fue bien informado por don Jorge Juan y Santacilia. Pero sólo se llevó a término, y sensiblemente modificado, en el último tercio del XVIII.
El Muelle para la pólvora de Su Majestad es un original y extraño espigón fabricado en rampa descendente, con sillares machihembrados de roca ostionera y piso empedrado. Se utilizó para embarcar y desembarcar pólvora negra y como apostadero de la flota de sutiles en la batalla naval contra la escuadra del almirante Rosilly (1808), el sitio napoleónico de 1810/12 y en la lucha contra los Cien Mil Hijos de San Luís, en 1823. También tuvo uso civil y quedó en desuso en el último tercio del siglo XIX.
Aquí podemos ver el sistema de construcción del espigón. Sobre una base de piedra le levantaron una especie de cuadrados enmarcados en roca ostionera tallada. Estos marcos sirvieron para sostener el enchinado que formó el suelo del mismo.
Y como la cabra tira para el monte, levantamos la cabeza y nos damos un respiro, mientras disfrutamos de unas vistas inesperadas de la Sierra de Grazalema, concretamente de las Sierras del Pinar y la del Endrinal.
Los márgenes exteriores del embarcadero están coqueta y fuertemente unidos con piedras ostioneras talladas y machihembradas.
Detalle de la unión del muelle a la muralla.
El acceso del recinto amurallado al muelle se hacía a través de una puerta y una escalinata, aunque nosotros y al ir por debajo pues nos encaramamos al espigón por una escalera de fortuna.
Por esa vereda hubíesemos aparecido de continuar nuestro paseo por la parte superior del recinto. Marcado en negro, nuestro recorrido.
En el muelle de Punta Canteras se instaló un apostadero para la flotilla de lanchas sutiles al mando de don Cayetano Valdés. Unos años más tarde, en 1823, la artillería instalada en Punta Canteras contribuyó a la defensa de la Constitución de 1812 contra el asedio de los Cien Mil Hijos de San Luís, que a la postre devolvió el poder absoluto a Fernando VII.
Tal vez el más conocido sea este que vemos, Debreuille fue un soldado francés que formó parte del ejército conocido como Los Cien Mil Hijos de San Luis, y que sin dudas, montó más de una guardia en las puertas de este embarcadero.
Pero encontramos este otro, bastante más antiguo. Puede leerse: AH LORENZO LOPEZ - 1776. En la parte baja vemos una serie de líneas al estilo de las muescas típicas que se ven en los calabozos y donde el preso de turno iba marcando cada día que pasaba allí, en este caso que marcarían ¿las guardias de centinela que allí hizo?
O este otro nombre grabado, en este caso sin constar fecha. Leemos DU BOSCO. Parece un tal Del Bosque, francés.
Aquí otro que no consigjo descifrarlo con algo coherente. Se lee claramente: AQUI A.1932. A ver si alguno de vosotros consigue leerlo.
Vamos a dar una vuelta por los antiguos polvorines y a nuestra izquierda vemos lo que probablemente sea la única garita de estilo modernista en toda la historia del Ejército Español. Gaudí la hubiese diseñado así.
Por la parte baja derecha de la muralla también vemos dos basadas donde pudieron ubicarse algunos de los cañones de la batería, aunque en este caso parecen más modernos.
Están bocabajo, si nos agachemos veremos restos de las guías y engranajes por donde giraba el montaje.
Los Polvorines de Fadricas son un conjunto de veintiséis polvorines de distintos tipos que la Armada Española construyó en la costa oeste de la actual ciudad de San Fernando, a orillas de la Bahía de Cádiz, en Punta Cantera, para surtir de pólvora y municiones a las flotas. Estos polvorines estuvieron destinados hasta el año 2001 para el Servicio de Polvorines y Municionamiento, Talleres de Munición y Laboratorio de Pólvoras y Explosivos de la Zona Marítima del Estrecho.En los polvorines encontramos dos tipos de depósitos.
Actualmente existen 5 polvorines de tipo A, 13 polvorines tipo B, 2 polvorines tipo C, 4 polvorines tipo Miranda y 2 polvorines originales de 1730.
En 1960 se comenzaron a construir los polvorines de tipo A, capaces de almacenar munición de alto poder explosivo.
Los de tipo B son trece polvorines.
En su interior vemos un espacio columnado.
Casi oculto por una higuera y un lentisco encontramos otra bonita garita, esta vez realizada con piedra ostionera.
Aquí vemos el interior abuhardillado del llamado San Jerónimo. Desde mediados de los años 70 del siglo XX se utilizó como almacén de material no explosivo.
El de San Bernardo es de similares características.
Los de tipo C son los más pequeñitos, también camuflados y con respiraderos.
Los antiguos polvorines (tipo Miranda) construidos en la década de los años 20/30 del siglo XX eran edificios inspirados en una idea de Augusto Miranda y Godoy, ministro de marina, semienterrados y con débil techumbre para que, en caso de accidente, la onda de choque se dirigiera hacia arriba. Desde los años 70 del siglo pasado dos de ellos se reconvirtieron en aljibes, este que vemos era el conocido como Aljibe de Arriba.
Llegamos al conocido como Embarcadero de Fadricas que algunos mapas del siglo XVIII ya denominaban “Muelle antiguo”. Es un hermoso puerto con dos espigones paralelos que se adentra en la Cala del Manchón de los Arcos, a resguardo del cabo que forma Punta Cantera y enfilando directamente a Puerto Real. Los romanos del primer siglo de nuestra era, y tal vez los fenicios, ya conocían la privilegiada situación de esta cala para embarcar la producción de ánforas que fabricaban en el alfar de Fadricas.
Cuando Fray Jerónimo de la Concepción dibuja en 1690 su famoso mapa de la Ínsula Gaditana, aún no se ha construido el Embarcadero, pero nos muestra en la Isla de León un lugar llamado Fadricas, hacienda de Fadrique de Lila y Valdés, rico comerciante de Cádiz, de origen flamenco, que la adquirió del duque de Arcos a censo perpetuo. La toponímia del lugar, al igual que en toda la Isla de León, coincide con el nombre del rico vecino gaditano que la ocupa. De ahí que Fadricas haga referencia a la heredad de Fadrique.
La historia de este lugar es tan apasionante como larga, así que si os interesa profundizar en el tema, os aconsejo dar un vistazo a este interesantísimo link: El embarcadero de las fadricas y su entorno.
La marea está subiendo rápidamente, aún así podemos como toda la zona alta está colonizada por grandes masas de vegetación en las que destancan: el Armajo (Sarcocornia fruticosa), el Salado (Limoniastrum monopetalum, o el Saladillo (Suaeda splendens).
Estamos saliendo de los terrenos de los polvorines y volvemos a acercarnos a la orilla del mar. A lo lejos nos espera las chabolas de pescadores artesanales y algunos bares. Hemos llegado a la Casería de Ossio.
Esta zona intermareal media está totalmente colonizada por la Spartina marítima, una planta herbácea que sólo se reproduce por rizomas. Son el hábitat ideal para el cangrejo violinista o barrilete.
La playa de La Casería se extiende desde las cercanías del Arsenal de la Carraca (desembocadura del caño de las Astillas) hasta Punta Canteras, comprendiendo lo que es la Ensenada de Ossio. A diferencia de la playa de Caño Herrera, perdida para siempre, esta playa aún conserva algo arena, permitiendo el baño, siempre y cuando la marea esté llena, aunque no tiene excesiva aceptación por el respetable.
Nos apartamos un poco de la playa para acercarnos a ver los restos de lo que antaño fue el Lazareto de Infante que durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX fue utilizado como puesto para vigilar la entrada de mercancías y personas sospechosas de padecer enfermedades contagiosas. Lo que hoy vemos solo es un par de porciones de muros y su entrada. Tras su puerta se abría la conocida como Casería que perteneció a don Juan Infante de Olivares, regidor perpetuo de Cádiz
La casería de Infante llegó a disponer de diez almacenes, varios de los cuales fueron Provisión de Víveres de la Armada durante buena parte del siglo XVIII. Pero lo que ha marcado la historia de este lugar ha sido su uso como lazareto. Efectivamente, desde 1722 el cabildo gaditano, amparado en la política de sanidad pública impulsada por los Borbones, alquiló intermitentemente la casería de Infante para prevenir la propagación epidémica de la peste bubónica y la fiebre amarilla. La organización del lazareto, la metodología y funcionamiento, y los arbitrios necesarios para sufragar los gastos emanaban de un reglamento tan exhaustivo que merece un tratamiento aparte. En este lugar, desde entonces llamado Lazareto de Infante, se habilitó un pequeño muelle, útil en pleamar, para desembarcar personas y mercancías.
La instalación en la bahía gaditana de la Casa de Contratación, del Departamento Marítimo y, más tarde, del Arsenal de la Carraca, hizo que el Real Hospital de Cirugía de Cádiz, que atendía al personal vinculado a la Real Marina, se quedara pequeño. Esto propició, ya en 1736, que las autoridades intentaran reconvertir el Lazareto en el hospital que la Marina necesitaba. El asunto cristalizó en 1777, cuando en la vieja casería de Infante comenzó a funcionar un hospital, capaz de atender trescientas camas, que se llamó Hospital Provisional y Real de Infante. Este establecimiento cedió sus funciones sanitarias al Hospital de San Carlos en 1809. Pero las epidemias de fiebre amarilla que brotaron en el siglo XIX, obligaron a que el Lazareto retomara sus tradicionales tareas de prevención.
En el pico más saliente la famosa cantina "El Titi" o Bar Bartolo como es más conocido, si quieres comer pescado fresco y de máxima calidad a un precio contenido, este es el mejor lugar de la provincia.
Curiosamente este bar está construido sobre lo que fue la Batería de Ossio. La Batería de Ossio fue levantada entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX, levemente a retaguardia de la llamada Batería Vieja de la Casería de Ossio (hoy totalmente desparecida).
Pertenecía a la Tercera Línea de Defensa y dominaba la ensenada de igual nombre, cubriendo junto con la cercana Batería del Lazareto (de la que apenas queda algún resto del muro de su embarcadero) el sector más al Norte de San Fernando (entonces Isla de León), entre Punta Canteras y la Punta de la Clica, que se adentra en el saco más interior de la Bahía de Cádiz.
Su misión era prevenir un posible ataque por el sector noreste del flanco del territorio isleño que daba a la Bahía.
A principios de la Guerra de la Independencia, el 14 de junio de 1808 en la Batalla de la Poza de Santa Isabel (primera derrota infringida por nuestras tropas a las fuerzas francesas), su intervención fue decisiva para la rendición de la flota de Rosilly.
Y junto a él, el antiguo muelle de San Carlos, perteneciente a la Constructora Naval de San Carlos, hoy desaparecida y por cuyos terrenos pronto pasaremos. Por aquí discurrían los raíles de una gran grúa pórtico que se mantuvo durante años. Recuerdo haberla visto de pequeño, mi abuelo fue trabajador de esa fábrica hasta su cierre y me traía por aquí a pescar y me contaba cosas de la fábrica que por entonces no llegaba a entender. Pasado el tiempo fue fácil de comprender la tristeza que sentía al ver como una fábrica con tanto valor estratégico como tuvo la Fábrica de San Carlos, iba desapareciendo poco a poco, víctima del abandono después de su cierre. La fábrica mantuvo su actividad desde 1908 hasta 1997.
Eran soldados apresados tras las batallas de la Poza de Santa Isabel y Bailén (junio y julio de 1808). La primera fue una importante escaramuza contra los restos de la flota francesa que sobrevivió a Trafalgar, comandada por el almirante Rosilly.
Tras esta batalla, el número de cautivos franceses fue enorme... y más aún lo fue cuando se sumaron los prisioneros hechos en la de Bailén. Fue dificil para las autoridades del Departamento de Cádiz atender con eficiencia tan elevado número de prisioneros. Pese a ello, el esfuerzo que se realizó para proporcionarles atenciones mínimas también fue enorme. Murieron muchos prisioneros a consecuencia de enfermedades propias de hacinamientos humanos. Amontonados en pontones fondeados en mitad de la bahía, los más afortunados fueron atendidos en los hospitales.
Curiosamente y pese a que los enterrados allí eran "mayormente" franceses, el cementerio se llama Cementerio de los Ingleses, una placa así lo atestigua. Cosas de la Isla.
A su lado, los restos de la antigua Constructora Naval. La Fábrica de San Carlos, más conocida como la Constructora Naval nació en un taller de la Carraca en 1908 y continuó en el Olivar de Rebolledo hasta finales del siglo XX. Allí se construyeron cañones, proyectiles, casquillos, bombas de
aviación, motores y cigüeñales navales, calderas, tanques
de biomasa, maquinaria para la industria química y cementera, y un
sinfin de complejos montajes.
Nos vamos acercando al Puente del Marqués de Ureña. Una construcción que data del siglo XVIII.
El caño de Sancti Petri siempre fue una vía de comunicación muy utilizada por embarcaciones civiles y al construirse el Arsenal de La Carraca y para evitar este tránsito civil por dentro de la instalación militar fue necesario construir un paso alternativo, construyéndose un caño que facilitara el paso de estas embarcaciones y también se hizo necesario la construcción de un puente cuya función era comunicar por tierra la Población militar de San Carlos y el Arsenal de la Carraca. Actualmente no tiene ningún uso, ya que el caño se encuentra seco.
La Real Orden de 3 de enero de 1775 autorizó la adquisición de los terrenos conocidos como «Monte del Duque», situados al norte de la Real Villa de la Isla de León, para la construcción de un conjunto de edificaciones de uso militar que recibirán el nombre de San Carlos, en honor de Carlos III. En 1786, se inician las obras de construcción de la población, proyectadas por Francisco Sabatini y dirigidas por Gaspar de Molina y Saldívar, Marqués de Ureña. Al principio, junto al Panteón de Marinos Ilustres, existían dos edificios. Uno era el Museo Naval de San Fernando y la Escuela de Suboficiales de San Fernando, y el otro era el Archivo de San Carlos.
El Paseo Capitán Conforto es una zona ajardinada que discurre desde la Escuela de Suboficiales hasta la rotonda de los Caídos por la Patria, para los isleños, al menos para los de antes, este parque se conoce como El Paseillo.
En su inicio vemos el edificio conocido como de Carlos III, que forma parte de la Academia de Suboficiales de la Armada, oficialmente llamada Escuela de Suboficiales,.
A su lado vemos la trasera del Panteón de Marinos Ilustres, también como Iglesia de la Purísima Concepción, transformado en panteón en 1869,
El Panteón de Marinos Ilustres es un edificio de estilo neoclásico, construido por el Marqués de Ureña en 1786, allí descansan los restos mortales de numerosos marinos españoles.
En un principio fue concebido como Iglesia de la Purísima Concepción, las obras de construcción comenzaron por orden de Carlos III, y, por problemas económicos y políticos, no se finalizaron hasta mediados del siglo XX.
Del exterior destaca la sobria y monumental portada de estilo neoclásico y del interior el vestíbulo, de planta elíptica, y la iglesia, de tres naves y cúpula sobre el crucero. En los tramos laterales se sitúan los distintos mausoleos de los marinos.
Algo más adelante encontramos un monumento en recuerdo del antiguo Hospital de San Carlos. Se trata del marco original de la puerta de entrada de lo que desde 1785 a 1808 fue Convento de los Padres Franciscanos de la población militar, de 1808 a 1844 funcionó como Hospital Militar con motivo de la Guerra de la Independencia y de 1844 a 1981, Hospital de Marina.
Los jardines de El Paseillo están dividido en dos tramos, entre ellos una rotonda con un monolito en honor y recuerdo de los mártires y héroes de la Marina Española.
El segundo tramo de los jardines, ya renombrado como Paseo de Joly Velasco, finaliza en la estación de ferrocarril.
Allí vemos la histórica torre depósito de aguas de cuando el ferrocarril funcionaba con vapor. Este depósito estaba situado junto a las vías y a través de un brazo articulado, proporcionaba agua a la máquina. Está construido con piedra ostionera y ladrillo. Me resulta curioso que se salvase del salvaje atentado que cometió el ayuntamiento de San Fernando y el Minsterio de Fomento,cuando la construcción de las nuevas vías del tren y que supuso la destrucción del Puente de la Casería, una construcción del siglo XIX que estaba catalogada y protegida en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y que hicieron desaparecer con nocturnidad y alevosía. ¡Viva la protección del patrimonio! ¡Gracias ayuntamiento!
Tras cruzar una nueva rotonda, llegamos al tercer y último tramo de esta zona verde, se trata del Paseo General Lobo, y como es habitual, todo el mundo conoce con otro nombre, se trata de La Glorieta.
En cabecera del mismo se encuentra el monumento del Sagrado Corazón de Jesús. El monumento fue realizado por Antonio Bey Olvera (1917-1975), también autor de la imagen de la Virgen de la Caridad (1943) y del Cristo del Perdón (1954). Según el proyecto inicial, el monumento en mármol “tendrá una altura con el pedestal de unos 13 metros y aparece la imagen del Corazón de Jesús en actitud de ofrecer su corazón y bendiciéndonos; habiéndose para ello inspirado el artista en la hermosa máxima “Yo te bendigo y te ofrezco mi alma y mi corazón (...). Llevará el monumento alegorías de la vida de Jesús…”. El deseo del Ayuntamiento y del propio artista era que la obra hubiese quedado concluída para 1944, sin embargo la entrega se retrasó seis años. Bey terminó la obra pétrea en 1949, contando con la aprobación de la Comisión de Arte Sacro; según Clavijo, la “gestación laboriosa” de este monumento se prolongó hasta 1952.
Tras acceder al Paseo de Pery Junquera llegamos a la Glorieta de los Jóvenes Cargadores Cofrades, donde se ubica el Jardín Botánico de San Fernando, última parada de nuestro recorrido.
El jardín se compone de ocho biotopos fundamentales, más un espacio dedicaco a invernadero y sala de exposiciones y un jardín de aclimatración.
Entre todos los biotopos, el más bonito, bueno, al menos el que más me gusta a mi, es el reservado para la flora de la marisma intermareal, allí podremos ver representadas con total fidelidad casi la totalidad de las plantas que podremos ver por nuestro extenso parque natural de la Bahía de Cádiz en una simulación casi perfecta del medio marismal.
Pasear por sus calles es un auténtico placer para los sentidos.
La última vez que estuve por aquí, el jardín andaba un poco abandonado, aunque todo estaba limpio y agradable, la mayoría de las plantas carecían de identificación, incluso dos bloques específicos estaban afectados por plagas de cochinilla y araña roja, situación que le comenté a la persona que en ese momento ejercía de "vigilante" y que nos persiguió por el jardín como si fuésemos a robar algo y que además andaba muy limitadito en conocimientos botánicos, toda vez que le realicé un par de preguntas relativas a algunas plantas y no supo contestarlas.
En cambio en esta ocasión me llevé una sorpresa más que agradable, todo en perfecto estado de salud, ha aumentado el número de especies, tiene nuevos espacios aprovechados, todo perfectamente limpio y cada especie con su cartel de identficación donde, además del nombre vulgar y científico, aparecen otros datos interesantes, así que solo me queda agradecer públicamente a los responsables del jardín botánico su trabajo y esfuerzo en haberlo convertido en un lugar digno de visita y del que nadie saldrá defraudado.
Finalizada la visita continuamos por la Avenida de Pery Junquera. Nos gusta como han progresado la hilada de bouganvillas tras las que se oculta el Punto Limpio.
Para finalizar la ruta solo nos queda atravesar el paso elevado que nos dejará justo en el punto de partida.
Podéis descargaros el track, clicando en la siguiente imagen:
Bibliografía:
Wikipedia
https://milan2.es/Fadricas/FadricasPolvorines.html
https://milan2.es/PortalSanFernando/Lazareto/Lazareto_Infante.html
https://www.castillosnet.org/espana/informacion.php?ref=CA-CAS-042
https://www.elcastillodesanfernando.es/2015/11/el-hospital-naval-de-san-carlos/
Wikipedia
https://milan2.es/Fadricas/FadricasPolvorines.html
https://milan2.es/PortalSanFernando/Lazareto/Lazareto_Infante.html
https://www.castillosnet.org/espana/informacion.php?ref=CA-CAS-042
https://www.elcastillodesanfernando.es/2015/11/el-hospital-naval-de-san-carlos/
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
Extraordinaria la información facilitada ilustrada por las excelentes fotos. Es un lujo ir a visitar el lugar de la mano de tus explicaciones. Muchas gracias
ResponderEliminarExtraordinaria explicación y descripción del recorrido. Es un placer leerte y hacer el recorrido sabiendo lo que ves. Muchas gracias.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Un saludo y gracias.
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