Nos hemos desplazado hasta Alcalá de Guadaíra para conocer el Monumento Natural Riberas del Guadaíra y sus molinos harineros. Para hacer el recorrido un poco más largo y circular, hemos incluido una visita al Recinto Amurallado de Alcalá así como una subida al cerro de Huerta la Perdida.
Dejamos el coche en el aparcamiento del Parque del Puente del Dragón.
Sin dudas, de lo más divertido que veremos será el original puente que debemos pasar. Un ondulante dragón que forma parte de la estructura del puente lo convierten en algo único y original.
Está formado con pequeños fragmentos de cerámica y entra en la categoría de "puente figurativo", siendo algo único en toda Europa.
Allí en lo alto vemos el castillo de Alcalá, dentro de un espacio mucho más grande conocido como el Recinto Amurallado.
A pesar de no estar a demasiada altura, en su subida podremos disfrutar de buenas panorámicas de la ciudad.
Para comprender mejor la estructura del castillo nada mejor que un plano. (Imagen obtenida del Cuaderno de Alcalá núm. 8 - Rutas del Agua). El castillo se estructura entorno a dos grandes patios: el de los Silos y el de la Sima.
El Recinto amurallado o Recinto fortificado, es un extenso complejo fortificado que se ubica en el Cerro del Castillo y comprende distintos espacios que, de oeste a este, son: el Castillo propiamente dicho, el recinto amurallado de la antigua villa medieval, la alcazaba de la Torre Mocha y las corachas.
El conjunto fortificado de Alcalá de Guadaíra es el resultado de un continuo proceso de superposiciones y transformaciones de estructuras militares y domésticas, que comenzarían con un primer asentamiento ibérico.
Durante la época islámica se pueden distinguir en el ámbito del castillo al menos dos grandes períodos, siendo posible suponer, con muchas reservas, la existencia de una fortificación en torno al siglo IX, aunque no han aparecido restos arqueológicos, ni datos cronológicos. Las troneras responden al tipo de "Cruz y Orbe".
Por el contrario no hay dudas en cuanto a la fecha, en torno a la segunda mitad del siglo XII y primer tercio del Siglo XIII, de la fortificación generalizada de Alcalá. En concreto, los años 1162 y 1172, asociados con Abu Yacub Yusuf, se cree que pueden corresponder a periodos de obras significativas. Desde mediados del siglo XIII y hasta principios del Siglo XIV la fortificación toma su forma definitiva, apoyada en las construcciones y trazados anteriores (almohades básicamente); siendo el castillo durante este tiempo el baluarte defensivo de Sevilla en la frontera con el Reino de Granada
Tras algunas intervenciones para refuerzos y reparaciones, el último gran proceso de mejora del sistema defensivo del conjunto alcalareño llega entre los años 1471 y 1477, correspondiente a la etapa en que es ocupado por Rodrigo Ponce de León y Núñez, marqués de Cádiz, que lo convierte en su base de operaciones contra las poblaciones de Sevilla y Jerez.
El castillo se ubica en el extremo oeste del conjunto y hasta él se llega a través de la explanada de la desaparecida villa medieval. Presenta por el exterior una barbacana, parcialmente destruida en su flanco norte y estructuralmente está formado por un total de once torres con sus trozos de murallas intermedios correspondientes, y en él se distinguen tres recintos interiores independientes entre sí y bien diferenciados.
El primer recinto es el denominado Patio de la Sima; se ubica al sur, junto al segundo recinto o Patio de los Silos, con el que se comunica a través de un paso en recodo, y está delimitado por seis torres, tres de las cuales forman también parte del segundo recinto. En este segundo recinto, delimitado por siete torres, además de los propios silos contiene restos de distintas estructuras -escaleras de acceso al adarve, resto de cuadras, cocinas...-, hoy parcialmente excavadas. Finalmente está el tercer recinto, más pequeño y situado más al oeste, delimitado por tres torres, una de ellas la del Homenaje; se encuentra ocupado por distintas construcciones residenciales de cierto carácter palaciego, y su acceso era posible tras pasar el foso previo desde el Patio de los Silos.
Entre el Castillo y la Torre Mocha se levantan la muralla y, en algunos casos, los antemuros que delimitan la explanada de lo que fue la antigua villa medieval de Alcalá. En este tramo existen dos torres, una de ellas ocupada por un centro de transformación.En la zona baja de la foto vemos donde se ubican los baños árabes.
Estos baños, al igual que los romanos, disponían de sala de agua fría, templada y caliente. Los restos de este hamman, fueron descubiertos en 2007 y supuso todo un acontecimiento en los ambientes arqueológicos.
Desde la lejanía podemos apreciar mejor el Puente del Dragón.
En medio de la explanada vemos la Ermita de Nuestra Señora del Águila. Se trata de un templo gótico-mudéjar del siglo XIV que se levantó sobre una antigua mezquita, en un solar en el que al parecer anteriormente existió una iglesia visigótica.
Fundada en la época del rey Fernando III, este templo tuvo carácter de parroquia bajo la advocación de Santa María del Castillo, hasta el siglo XVIII.
En el siglo XIX se convirtió en la capilla del cementerio que se creó detrás de la cabecera de esta ermita, y posteriormente sufrió las consecuencias de las hordas del frente popular, cuando en el año 1936 fue quemada y saqueada, estando actualmente rehabilitada.
La denominada Torre Mocha (lugar desde tomo esta foto) se ubica en el extremo opuesto del conjunto fortificado, al este, como un enclave donde se alza una alcazaba con un marcado carácter defensivo respecto a la Puerta de Santa María (que vemos en la foto), la entrada directa desde el centro de la localidad. Cuenta con lienzos y paramentos que tienen cierta complejidad en sus estructuras debido a las numerosas superposiciones y modificaciones de la que ha sido objeto a lo largo del tiempo.
Desde allí tenemos unas magníficas vistas del campanario de la Iglesia de Santiago.
Desde este punto privilegiado se domina todo Alcalá de Guadaíra.
Bajando por la calle de Santa María, llegamos a un conjunto de casas señoriales dignas de mención.
El más llamativo sin dudas es la conocida como Casa de los Ibarra, un palacete construido a principios del siglo XX, antes de la eclosión del Regionalismo, y es un claro ejemplo de los nuevos propósitos de la burguesía de la época ante las riquezas que generaba la incipiente industria sevillana. Huyendo del ajetreo de la ciudad, fueron muchas las familias acaudaladas que levantaron villas de recreo buscando paisajes idílicos en las poblaciones cercanas o en fincas donde pasar los calurosos meses veraniegos. La Casa de los Ibarra es uno de los primeros edificios construidos por una burguesía que quería emular a la aristocracia mostrando en sus residencias un poder que no provenía de la herencia, sino del trabajo.
El estilo en el que se levantó el palacete bebe de las nuevas corrientes imperantes en el París decimonónico de grandes bulevares y palacios con buhardillas. En Sevilla tenemos dos bellos ejemplos de este tipo de arquitectura, el Palacio de las Sirenas, en la Alameda de Hércules, y la Casa Rosa, junto al Parque de María Luisa. La casa de Alcalá de Guadaíra se une a ellas en este pequeño escaparate afrancesado del sur de Europa.
A nuestras espaldas quedó Villa Esperanza, que al igual que la anterior fue una segunda vivienda de una familia acaudalada de Sevilla que huía del calor veraniego. Víctima del abandono fue desvalijada y saqueada. En la casa destacaba un azulejo de la Virgen de la Esperanza Macarena y su torre, en el exterior un pequeño -pero coqueto- jardín que hacia las delicias de los que disfrutaban el palacete. En su interior existe una gruta natural en la que dicen suceden fenómenos paranormales.
Vemos otra con un magnífico arco en herradura.
Hemos llegado a la Iglesia de Santiago. El comienzo de su construcción data de principios del siglo XVI, y se lleva a cabo bajo la dirección de Alonso Rodríguez, el que fuera maestro mayor de la Catedral de Sevilla.
De sus primera época conserva la zona de la cabecera, con su cubierta de bóvedas de crucería, mientras que el cuerpo central de la iglesia, cubierto con bóvedas de cañón, es más tardío, de la época barroca, cuando el templo fue sometido a distintas reformas; entre otras, la realizada tras los efectos del Terremoto de Lisboa de 1755 a partir del informe presentado por el arquitecto Pedro de Silva.
En 1936, con motivo de las graves revueltas sociales que provocaron la Guerra Civil, la iglesia fue incendiada y sus naves destruidas en parte; por lo que se hizo necesaria su restauración, que llegó años más tarde de mano del arquitecto Juan Talavera.
Y hemos llegado al sendero conocido como "Riberas del Guadaíra".
El río Guadaira, afluente del Guadalquivir, nace en la Sierra de Pozoamargo (Cádiz) y desemboca a 20 km al sur de Sevilla capital. La mayor parte de su recorrido está dentro de la provincia de Sevilla . La zona más accesible del río es su tramo urbano, donde se encuentran integrados en la zona de la ribera los parques de Oromana, La Retama, San Francisco y San Juan. En esta zona, la vegetación de ribera se mezcla con la vegetación ornamental de los parques y los restos de antiguas huertas históricas. La fauna asociada al río es muy diversa, y está compuesta principalmente por aves. Desde el punto de vista geomorfológico, la zona del Guadaira próxima al núcleo urbano es de gran interés debido a que el río discurre encajonado en un escarpe rocoso de calcarenitas.
Recientemente se ha declarado Monumento Natural, con la denominación “Monumento Natural Riberas del Guadaira” un tramo que abarca desde el molino de Pelay-Correa hasta el molino Hundido en la unión del arroyo Guadairilla con el río Guadaira. En este tramo se incluyen el parque de Oromana y doce molinos harineros de origen árabe, entre los que destacan el de la Aceña, el del Algarrobo y el de Realaje, algunos de los cuales veremos durante nuestro recorrido.
A los molinos nos podremos acercar a través de ambas lados del cauce, aunque nosotros los dejaremos para la vuelva, no obstante, nos acercamos al Molino del Algarrobo y nos llama la atención las piedras viejas que inservibles para el fin para el que fueron diseñandas, fueron utilizadas como solería.
Este tramo se desarrolla por la margen izquierda del rio, aunque algo alejado de la misma, y pegados a las paredes donde durante millones de años se ha encajonado el Guadaíra. Esta zona es conocida como Los Alcores por el gran muro natural de más de 30 kms. que desde antaño fue lugar privilegiado para el asentamiento de colonos.
Por la importancia de su industria panadera, la ciudad fue conocida como "Alcalá de los panaderos". Ubicados sobre el río o en sus márgenes, en la época de máximo esplendor de la industria panadera hubo hasta 40 molinos harineros en funcionamiento. Hoy día fueron recuperado ocho, pero aún quedan huellas del pasado esplenderoso de esta actividad.
Hemos llegado a las ruinas de la conocida como Quinta de Nuestra Señora de Regla. Esta quinta fue una explotación agrícola que supuso la construcción de un edificio de mucha prestancia y que es testimonio del aprovechamiento del río Guadaíra para alimentar las huertas de su entorno.
Casi sin darnos cuenta hemos llegado al primer molino que veremos. Se trata del Molino de la Aceña. Una particularidad de estos molinos, a diferencia de otros, es que son molinos fortificados, están dotados de una torre almenara diseñada exclusivamente con la intención de defender el molino y la ribera del rio, de posibles asaltos.
El molino de la Aceña pertenece al grupo de "molinos de río", dentro de la ribera urbana del Guadaíra. Tecnológicamente es un molino de rodezno, en el que el agua represada mediante un azud converge en los cubos, pasos estrechos en cuyo interior se situaban los rodeznos, ruedas hidráulicas que movían las piedras encargadas de moler el grano.
En el caso de La Aceña, existe cierta confusión derivada de su propio nombre. Tradicionalmente, las "aceñas" se entienden como ruedas verticales empleadas en la molinería de forma alternativa a los rodeznos. Todavía podemos ver algunos ejemplos de aceñas medievales, como la situada a orillas del Guadalquivir a su paso por Córdoba. En el caso del molino de La Aceña, no parece que éste funcionase nunca mediante rueda vertical. Por el contrario, la documentación medieval nos revela que "aceña" era la palabra genérica para referirse a los molinos, siendo así que casi todas las referencias a molinos del Guadaíra hacen referencia a "aceñas".
La primera noticia sobre el molino de La Aceña puede remontarse hasta los repartos realizados en 1253 por Alfonso X. En estos documentos se menciona un molino "que llamaban en tiempo de moros Reha Luet", junto a otro molino "que llamaban Alcaxur, que muele de una fuente". El molino de Cajul, con numerosas transformaciones desde el siglo XVII, todavía se halla junto al de La Aceña, siendo la toponimia original de éste ("Reha Luet") una "castellanización" de la denominación árabe original ("Reha al-Wadi" o "Molino del Río").
Junto con el molino del Algarrobo, el de La Aceña es posiblemente uno de los que mantienen más elementos bajomedievales. Aunque su origen pueda remontarse a época andalusí, no parece probable que subsistan elementos anteriores a los siglos XIV - XV, tanto por las sucesivas transformaciones del edificio como por la acción erosiva del río, que ha impedido tradicionalmente la perdurabilidad de las edificaciones originales.
El molino se organiza a partir de una gran torre de planta cuadrada con azotea y almenado. En el sentido de la corriente se sitúan dos naves adosadas entre sí, en las que se localiza la zona de molienda. El azud, que canalizaba el agua hacia los cubos, terminaba en un puente que conectaba con la orilla izquierda del Guadaíra, permitiendo de esta forma el alivio de la corriente cuando ésta era muy crecida.
Hemos cambiado de margen, pero antes de iniciar el regreso vemos a lo lejos un pinar y un cerro desde el que podríamos tener buenas vistas del entorno, así que como el recorrido es corto y muy cómodo pues vamos a dar una vuelta por allí. Se trata del cerro donde se ubica la Huerta La Perdida. Este tramo no forma parte del recorrido oficial así que es totalmente prescindible.
El alto del cerro está bastante despoblado y el único arbolado lo componen una serie de grandes eucaliptos, desde allí tenemos unas buenas vistas de Alcalá y el valle del río.
De vuelta al Molino de la Aceña, tomaños el conocido como Camino Romano, una vereda estrecha y sombreada que discurre muy cerca del cauce.
Por nuestra parte alta existe otro camino casi paralelo, se trata del Camino de la Oromana. El Parque de la Oromana y su pinar, se encuentra sobre dos antiguas fincas: la superior, donde está el "Hotel Oromana" (obra de Talavera y Heredia en 1929) y una inferior más umbría y fresca donde se halla el parque propiamente dicho. Su riqueza botánica dispone de una variedad de especies capaz de acoger a los paseantes en cualquier época del año, por ejemplo: el acebuche, el lentisco, la retama, los almeces, el palmito o el chaparro y otras plantas típicas de los humedales de las antaño numerosas fuentes y vías de agua (hoy día muy reducidas).
Cada pocos metros encontraremos escaleras que nos conducirán a las vías superiores.
El molino de Benarosa se sitúa en el parque de Oromana, en el margen derecho del río Guadaíra. Su nombre es de origen islámico (Banu Arusa) y corresponde al nombre de la familia que lo poseía cuando la ciudad fue conquistada por las tropas cristianas en el siglo XIII.
Es uno de los pocos que conserva una toponimia de origen andalusí (Banu Arusa), lo cual unido a las referencias documentales permite establecer su origen con anterioridad a la conquista castellana del siglo XIII. La primera noticia sobre el molino se produce en 1253, cuando Alfonso X dona a "don Pedro Pérez, notario de la reina doña Juana, una casa de molinos con su presa y la parada de aceña, del que él es tenedor, que está sobre Alcalá de Guadaíra, y se llamó en tiempo de moros el molino de Abén Aharoça".
Aquí también vemos como las piedras viejas son reutilizadas para dar firmeza al suelo, incluso son utilizadas como algún peldaño de la escalera.
Al igual que parece ocurrir en otros molinos del Guadaíra, nada queda hoy del molino andalusí, puesto que el edificio que hoy vemos resulta de las transformaciones y reconstrucciones realizadas desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XX. No obstante, el molino de Benarosa presenta algunas particularidades que lo hacen singular dentro de la ribera molinera de Alcalá. El edificio se organiza en torno a una gran torre de planta cuadrangular, empleada como almacén y vivienda. En el sentido de la corriente se dispone una nave empleada como zona de carga y descarga del grano y la harina ya molida. Sobre la corriente se sitúa la nave de molienda, con cubierta a dos aguas y en la que se localizan las cuatro piedras del molino.
Posiblemente a partir de los siglos XVII - XVIII, el gran azud (reconstruido en 1998) represaba el agua hacia los cubos, de forma similar a lo que ocurre en otros molinos de la ribera. Sin embargo, aguas arriba de los cubos se sitúa una gran balsa de forma trapezoidal, actualmente anulada pero que posiblemente nos indica un momento anterior en la tecnología del molino. No existen otros ejemplos de "molino de balsa" en el Guadaíra, aunque existen ejemplos conocidos en otros puntos, por ejemplo en la zona levantina. En estos casos, los molinos de balsa suelen fecharse hacia los siglos XIV - XV, por lo que es posible que la balsa de Benarosa sea el único resto visible del molino bajomedieval. En este modelo tecnológico, la balsa actúa como "rebosadero", con una pendiente dirigida hacia los cubos que es la que posibilita acentuar la fuerza hidráulica para facilitar el movimiento de los rodeznos.
Por encima del nivel de inundación, sobre la orilla derecha, se sitúa la "casa del molinero", un edificio sencillo de planta rectangular usado como vivienda y almacén hasta el final del ciclo molinero de Alcalá, a mediados del siglo XX.
Ya es mediodía y hay gazuza así que vamos a reponer y encontramos el lugar ideal para ello.
Tras el merecido receso llegamos al siguiente molino. Se trata del molino de San Juan.
Respecto a su historia, las fuentes documentales disponibles son escasas. Su denominación responde a la propiedad del molino por la Orden de San Juan, cuya encomienda se hallaba situada en Tocina durante la Baja Edad Media. El apoyo de los sanjuanistas a la conquista de la Baja Andalucía durante el siglo XIII sería premiado con un importante número de concesiones por parte de la Corona castellana, entre las que se contaría el molino conocido a partir de ese momento como "de San Juan". Este hecho lo tenemos documentado dentro de los repartos realizados por Alfonso X en 1253, cuando a los sanjuanistas se les otorgan "dos ruedas de molinos con sus azudas en Guadaíra", una de las cuales correspondería probablemente al emplazamiento del actual Molino de San Juan.
Sobre la corriente se sitúa la nave de las piedras, cubierta con bóveda de medio cañón y bajo la que se localizan los cubos, en número de cuatro. El gran azud que conecta con la orilla izquierda del Guadaíra fue ampliamente reconstruido en 1998.
Por encima del nivel de inundación, sobre la orilla derecha, se sitúa la "casa del molinero", un edificio sencillo de planta rectangular usado como vivienda y almacén hasta el final del ciclo molinero de Alcalá, a mediados del siglo XX.
El edificio actual resulta de las transformaciones del molino medieval original entre los siglos XVII y XX, por lo que poco queda del original. Destaca la gran torre de planta cuadrada, usada como almacén ante las crecidas del río. En el sentido de la corriente se sitúa una nave, acceso al molino y zona de carga y descarga del grano y la harina ya molida.
En el azud encontramos algunos adornos sin dudas de épocas muy reciente, probablemente de su reconstrucción en 1998.
Pocos metros más abajo se sitúa el molino de la Oromana. Se encuentra en el margen derecho del río, en el tramo intermedio de los molinos de Benarosa y de San Juan. Su construcción data del siglo XVII y actualmente está habilitado como mirador.
Los árboles no están para estas cosas pero tengo que reconocer que el autor es un auténtico artista. Usó algo para rallar el tronco, tal vez una llave y consiguió esta perfección, lo dicho, un artista.
A pesar de estar a principios de febrero estamos a 25 grados, pero todo este tramo es de lo más sombreado y fresquito, un auténtico placer para los sentidos.
A nuestra derecha dejamos una pequeña pasarela que cruza el río, se trata del puente de San Juan.
Por el campo siempre es conveniente ir mirando, de vez en cuando, al suelo, así evitamos pisar algunas de las maravillas que nacen en cualquier espacio, como este Iris xiphium en plena floración.
Llegamos a otro molino fortificado, esta vez se trata del Algarrobo. No existen referencias documentales al molino del Algarrobo anteriores
al siglo XV, cuando se señala su propiedad por el monasterio sevillano
de San Jerónimo de Buenavista. Arqueológicamente tampoco existen
indicios de un posible molino previo, ni bajomedieval ni andalusí. El
edificio que podemos ver actualmente se organiza a partir de una gran
torre de planta cuadrada coronada con una azotea almenada. En su parte
delantera se sitúa un porche, estancia usada como zona de carga y
descarga del grano y la harina. En la parte trasera de la torre, sobre
el curso fluvial, se sitúan dos salas de molienda sucesivas, con un
total de tres piedras. El azud conectaba el molino con la orilla derecha
del Guadaíra, represando a la vez las aguas para producir la fuerza
hidráulica. En esta orilla derecha se construyó el molino de La Caja,
actualmente destruido en parte por la construcción de una fábrica de
harinas en el siglo XIX.
La parte más antigua del molino del Algarrobo es la torre, fechada en el siglo XIV por su tipología constructiva, similar a otras torres de las inmediaciones. Ya durante la Edad Moderna se construyeron las salas de molienda, que sustituyen a las originales bajomedievales, arruinadas probablemente tras alguna crecida del río. Como detalle singular destaca la decoración de incisiones y espigados que todavía puede verse en la fachada oriental de la sala de molienda principal. Por último, el porche responde a la tipología de construcciones del siglo XIX, siendo así uno de los últimos añadidos a este edificio.
La zona denominada el bosque se encuentra entre el molino del Algarrobo y el molino de la Tapada. Antes era de difícil acceso pero se ha reformado recientemente y se puede visitar y disfrutar del entorno.
También podemos encontrar hojas de acanto, la planta más común en el parque, algarrobos, árbol del paraíso... Este bosque junto con el molino de La Tapada son el escenario de la novela del escritor alcalareño Gutiérrez de Alba denominada "La Tapada".
Y llegamos al último molino que veremos en esta ruta, el Molino de la Tapada. Es uno de los más singulares ejemplos de la arquitectura molinera alcalareña. Es un molino de arroyo. El agua que movía su mecanismo procedía de la llamada Fuente del Piojo de debajo del cero conocido como "El Calvario", en el que se encuentra la ermita de San Roque. Respecto a la denominación de "La Tapada", se halla ya plenamente asentada a comienzos del s. XIX, cuando Leandro José de Flores la achaca a una leyenda popular sobre la presencia en una cueva de las inmediaciones de una mujer penitente, siendo este el suceso novelado pocos años más tarde por José María Gutiérrez de Alba. Las fuentes documentales conservadas hacen frecuente referencia a la "Huerta de La Tapada", que se hallaría en sus inmediaciones, de la que por testimonios gráficos sabemos que se hallaba tapiada y que se extendería entre el puente de Carlos III, el río y el camino de Utrera hasta los límites de la "Huerta del Algarrobo".
Las primeras noticias de este molino datan del siglo XVI siendo propiedad de don Fernando Afán de Rivera, duque de Alcalá. Sabemos que junto con otras propiedades de la familia pasaría a formar parte de la dotación hecha en 1649 del Convento de San Juan de Dios, fundación alcalareña de los Afán de Ribera. A partir de este momento, aunque con diferentes arrendadores, la propiedad del molino se mantendría en el seno de la congregación alcalareña hasta el primer tercio del s. XIX, en que las alteraciones políticas (invasión francesa, Trienio Constitucional y desamortizaciones) terminarían por suponer la pérdida de esta propiedad, en paralelo a la definitiva ruina del molino.
Todavía hoy tras su restauración conserva prueba heráldica de sus dueños, tres barras transversales, el escudo de los Riveras. (Foto tratada con saturaciones para poder ver en mejores condiciones las pinturas de la fachada).
Tras pasar por debajo del puente nuevo llegamos al Puente de Carlos III es un puente romano de piedra que ha sufrido
varias transformaciones a lo largo de la historia. Se encuentra en el
casco urbano de Alcalá donde confluyen las carreteras de Dos Hermanas y
Utrera. Dispone de siete arcos de piedra y en una de las columnas del puente puede verse la imagen -en cerámica- de Jesús Nazareno. Se encuentra situado en la confluencia de las carreteras de Dos Hermanas y Utrera.
Conectamos con el Camino Bajo de la Retama.
Y llegamos al cuidadísimo Parque de la Retama.
Se extiende hasta el puente del Dragón. Cuenta con una extensa arboleda de eucaliptos, campos de olivos y huertas. Esta recientemente rehabilitado y se ha convertido en un lugar de recreo para pasar el día o pasear admirando el entorno del río. En el parque se encuentran especies típicas mediterráneas y otras como los eucaliptos de más reciente introducción
Desde allí tendremos privilegiadas vistas del castillo.
Cuando llegamos esto estaba desierto, pero ahora son miles, y no exagero, miles de usuarios los que disfrutan de este maravilloso entorno.
Y con la mirada del dragón damos por finalizada el recorrido.
Podéis descargaros el track, clicando en la siguiente imagen:
Dejamos el coche en: 37°20.198'N - 5°51.535'W
Distancia: 12,83 kilómetros.
Tiempo: 5 horas 36 minutos.
Dificultad: Fácil.
Sin dudas, de lo más divertido que veremos será el original puente que debemos pasar. Un ondulante dragón que forma parte de la estructura del puente lo convierten en algo único y original.
Está formado con pequeños fragmentos de cerámica y entra en la categoría de "puente figurativo", siendo algo único en toda Europa.
Allí en lo alto vemos el castillo de Alcalá, dentro de un espacio mucho más grande conocido como el Recinto Amurallado.
A pesar de no estar a demasiada altura, en su subida podremos disfrutar de buenas panorámicas de la ciudad.
Para comprender mejor la estructura del castillo nada mejor que un plano. (Imagen obtenida del Cuaderno de Alcalá núm. 8 - Rutas del Agua). El castillo se estructura entorno a dos grandes patios: el de los Silos y el de la Sima.
El Recinto amurallado o Recinto fortificado, es un extenso complejo fortificado que se ubica en el Cerro del Castillo y comprende distintos espacios que, de oeste a este, son: el Castillo propiamente dicho, el recinto amurallado de la antigua villa medieval, la alcazaba de la Torre Mocha y las corachas.
El conjunto fortificado de Alcalá de Guadaíra es el resultado de un continuo proceso de superposiciones y transformaciones de estructuras militares y domésticas, que comenzarían con un primer asentamiento ibérico.
Durante la época islámica se pueden distinguir en el ámbito del castillo al menos dos grandes períodos, siendo posible suponer, con muchas reservas, la existencia de una fortificación en torno al siglo IX, aunque no han aparecido restos arqueológicos, ni datos cronológicos. Las troneras responden al tipo de "Cruz y Orbe".
Por el contrario no hay dudas en cuanto a la fecha, en torno a la segunda mitad del siglo XII y primer tercio del Siglo XIII, de la fortificación generalizada de Alcalá. En concreto, los años 1162 y 1172, asociados con Abu Yacub Yusuf, se cree que pueden corresponder a periodos de obras significativas. Desde mediados del siglo XIII y hasta principios del Siglo XIV la fortificación toma su forma definitiva, apoyada en las construcciones y trazados anteriores (almohades básicamente); siendo el castillo durante este tiempo el baluarte defensivo de Sevilla en la frontera con el Reino de Granada
Tras algunas intervenciones para refuerzos y reparaciones, el último gran proceso de mejora del sistema defensivo del conjunto alcalareño llega entre los años 1471 y 1477, correspondiente a la etapa en que es ocupado por Rodrigo Ponce de León y Núñez, marqués de Cádiz, que lo convierte en su base de operaciones contra las poblaciones de Sevilla y Jerez.
El castillo se ubica en el extremo oeste del conjunto y hasta él se llega a través de la explanada de la desaparecida villa medieval. Presenta por el exterior una barbacana, parcialmente destruida en su flanco norte y estructuralmente está formado por un total de once torres con sus trozos de murallas intermedios correspondientes, y en él se distinguen tres recintos interiores independientes entre sí y bien diferenciados.
El primer recinto es el denominado Patio de la Sima; se ubica al sur, junto al segundo recinto o Patio de los Silos, con el que se comunica a través de un paso en recodo, y está delimitado por seis torres, tres de las cuales forman también parte del segundo recinto. En este segundo recinto, delimitado por siete torres, además de los propios silos contiene restos de distintas estructuras -escaleras de acceso al adarve, resto de cuadras, cocinas...-, hoy parcialmente excavadas. Finalmente está el tercer recinto, más pequeño y situado más al oeste, delimitado por tres torres, una de ellas la del Homenaje; se encuentra ocupado por distintas construcciones residenciales de cierto carácter palaciego, y su acceso era posible tras pasar el foso previo desde el Patio de los Silos.
Entre el Castillo y la Torre Mocha se levantan la muralla y, en algunos casos, los antemuros que delimitan la explanada de lo que fue la antigua villa medieval de Alcalá. En este tramo existen dos torres, una de ellas ocupada por un centro de transformación.En la zona baja de la foto vemos donde se ubican los baños árabes.
Estos baños, al igual que los romanos, disponían de sala de agua fría, templada y caliente. Los restos de este hamman, fueron descubiertos en 2007 y supuso todo un acontecimiento en los ambientes arqueológicos.
Desde la lejanía podemos apreciar mejor el Puente del Dragón.
En medio de la explanada vemos la Ermita de Nuestra Señora del Águila. Se trata de un templo gótico-mudéjar del siglo XIV que se levantó sobre una antigua mezquita, en un solar en el que al parecer anteriormente existió una iglesia visigótica.
Fundada en la época del rey Fernando III, este templo tuvo carácter de parroquia bajo la advocación de Santa María del Castillo, hasta el siglo XVIII.
En el siglo XIX se convirtió en la capilla del cementerio que se creó detrás de la cabecera de esta ermita, y posteriormente sufrió las consecuencias de las hordas del frente popular, cuando en el año 1936 fue quemada y saqueada, estando actualmente rehabilitada.
La denominada Torre Mocha (lugar desde tomo esta foto) se ubica en el extremo opuesto del conjunto fortificado, al este, como un enclave donde se alza una alcazaba con un marcado carácter defensivo respecto a la Puerta de Santa María (que vemos en la foto), la entrada directa desde el centro de la localidad. Cuenta con lienzos y paramentos que tienen cierta complejidad en sus estructuras debido a las numerosas superposiciones y modificaciones de la que ha sido objeto a lo largo del tiempo.
Desde allí tenemos unas magníficas vistas del campanario de la Iglesia de Santiago.
Desde este punto privilegiado se domina todo Alcalá de Guadaíra.
Bajando por la calle de Santa María, llegamos a un conjunto de casas señoriales dignas de mención.
El más llamativo sin dudas es la conocida como Casa de los Ibarra, un palacete construido a principios del siglo XX, antes de la eclosión del Regionalismo, y es un claro ejemplo de los nuevos propósitos de la burguesía de la época ante las riquezas que generaba la incipiente industria sevillana. Huyendo del ajetreo de la ciudad, fueron muchas las familias acaudaladas que levantaron villas de recreo buscando paisajes idílicos en las poblaciones cercanas o en fincas donde pasar los calurosos meses veraniegos. La Casa de los Ibarra es uno de los primeros edificios construidos por una burguesía que quería emular a la aristocracia mostrando en sus residencias un poder que no provenía de la herencia, sino del trabajo.
El estilo en el que se levantó el palacete bebe de las nuevas corrientes imperantes en el París decimonónico de grandes bulevares y palacios con buhardillas. En Sevilla tenemos dos bellos ejemplos de este tipo de arquitectura, el Palacio de las Sirenas, en la Alameda de Hércules, y la Casa Rosa, junto al Parque de María Luisa. La casa de Alcalá de Guadaíra se une a ellas en este pequeño escaparate afrancesado del sur de Europa.
A nuestras espaldas quedó Villa Esperanza, que al igual que la anterior fue una segunda vivienda de una familia acaudalada de Sevilla que huía del calor veraniego. Víctima del abandono fue desvalijada y saqueada. En la casa destacaba un azulejo de la Virgen de la Esperanza Macarena y su torre, en el exterior un pequeño -pero coqueto- jardín que hacia las delicias de los que disfrutaban el palacete. En su interior existe una gruta natural en la que dicen suceden fenómenos paranormales.
Vemos otra con un magnífico arco en herradura.
De sus primera época conserva la zona de la cabecera, con su cubierta de bóvedas de crucería, mientras que el cuerpo central de la iglesia, cubierto con bóvedas de cañón, es más tardío, de la época barroca, cuando el templo fue sometido a distintas reformas; entre otras, la realizada tras los efectos del Terremoto de Lisboa de 1755 a partir del informe presentado por el arquitecto Pedro de Silva.
En 1936, con motivo de las graves revueltas sociales que provocaron la Guerra Civil, la iglesia fue incendiada y sus naves destruidas en parte; por lo que se hizo necesaria su restauración, que llegó años más tarde de mano del arquitecto Juan Talavera.
Y hemos llegado al sendero conocido como "Riberas del Guadaíra".
El río Guadaira, afluente del Guadalquivir, nace en la Sierra de Pozoamargo (Cádiz) y desemboca a 20 km al sur de Sevilla capital. La mayor parte de su recorrido está dentro de la provincia de Sevilla . La zona más accesible del río es su tramo urbano, donde se encuentran integrados en la zona de la ribera los parques de Oromana, La Retama, San Francisco y San Juan. En esta zona, la vegetación de ribera se mezcla con la vegetación ornamental de los parques y los restos de antiguas huertas históricas. La fauna asociada al río es muy diversa, y está compuesta principalmente por aves. Desde el punto de vista geomorfológico, la zona del Guadaira próxima al núcleo urbano es de gran interés debido a que el río discurre encajonado en un escarpe rocoso de calcarenitas.
Recientemente se ha declarado Monumento Natural, con la denominación “Monumento Natural Riberas del Guadaira” un tramo que abarca desde el molino de Pelay-Correa hasta el molino Hundido en la unión del arroyo Guadairilla con el río Guadaira. En este tramo se incluyen el parque de Oromana y doce molinos harineros de origen árabe, entre los que destacan el de la Aceña, el del Algarrobo y el de Realaje, algunos de los cuales veremos durante nuestro recorrido.
A los molinos nos podremos acercar a través de ambas lados del cauce, aunque nosotros los dejaremos para la vuelva, no obstante, nos acercamos al Molino del Algarrobo y nos llama la atención las piedras viejas que inservibles para el fin para el que fueron diseñandas, fueron utilizadas como solería.
Este tramo se desarrolla por la margen izquierda del rio, aunque algo alejado de la misma, y pegados a las paredes donde durante millones de años se ha encajonado el Guadaíra. Esta zona es conocida como Los Alcores por el gran muro natural de más de 30 kms. que desde antaño fue lugar privilegiado para el asentamiento de colonos.
Por la importancia de su industria panadera, la ciudad fue conocida como "Alcalá de los panaderos". Ubicados sobre el río o en sus márgenes, en la época de máximo esplendor de la industria panadera hubo hasta 40 molinos harineros en funcionamiento. Hoy día fueron recuperado ocho, pero aún quedan huellas del pasado esplenderoso de esta actividad.
Hemos llegado a las ruinas de la conocida como Quinta de Nuestra Señora de Regla. Esta quinta fue una explotación agrícola que supuso la construcción de un edificio de mucha prestancia y que es testimonio del aprovechamiento del río Guadaíra para alimentar las huertas de su entorno.
Casi sin darnos cuenta hemos llegado al primer molino que veremos. Se trata del Molino de la Aceña. Una particularidad de estos molinos, a diferencia de otros, es que son molinos fortificados, están dotados de una torre almenara diseñada exclusivamente con la intención de defender el molino y la ribera del rio, de posibles asaltos.
El molino de la Aceña pertenece al grupo de "molinos de río", dentro de la ribera urbana del Guadaíra. Tecnológicamente es un molino de rodezno, en el que el agua represada mediante un azud converge en los cubos, pasos estrechos en cuyo interior se situaban los rodeznos, ruedas hidráulicas que movían las piedras encargadas de moler el grano.
En el caso de La Aceña, existe cierta confusión derivada de su propio nombre. Tradicionalmente, las "aceñas" se entienden como ruedas verticales empleadas en la molinería de forma alternativa a los rodeznos. Todavía podemos ver algunos ejemplos de aceñas medievales, como la situada a orillas del Guadalquivir a su paso por Córdoba. En el caso del molino de La Aceña, no parece que éste funcionase nunca mediante rueda vertical. Por el contrario, la documentación medieval nos revela que "aceña" era la palabra genérica para referirse a los molinos, siendo así que casi todas las referencias a molinos del Guadaíra hacen referencia a "aceñas".
La primera noticia sobre el molino de La Aceña puede remontarse hasta los repartos realizados en 1253 por Alfonso X. En estos documentos se menciona un molino "que llamaban en tiempo de moros Reha Luet", junto a otro molino "que llamaban Alcaxur, que muele de una fuente". El molino de Cajul, con numerosas transformaciones desde el siglo XVII, todavía se halla junto al de La Aceña, siendo la toponimia original de éste ("Reha Luet") una "castellanización" de la denominación árabe original ("Reha al-Wadi" o "Molino del Río").
Junto con el molino del Algarrobo, el de La Aceña es posiblemente uno de los que mantienen más elementos bajomedievales. Aunque su origen pueda remontarse a época andalusí, no parece probable que subsistan elementos anteriores a los siglos XIV - XV, tanto por las sucesivas transformaciones del edificio como por la acción erosiva del río, que ha impedido tradicionalmente la perdurabilidad de las edificaciones originales.
El molino se organiza a partir de una gran torre de planta cuadrada con azotea y almenado. En el sentido de la corriente se sitúan dos naves adosadas entre sí, en las que se localiza la zona de molienda. El azud, que canalizaba el agua hacia los cubos, terminaba en un puente que conectaba con la orilla izquierda del Guadaíra, permitiendo de esta forma el alivio de la corriente cuando ésta era muy crecida.
Hemos cambiado de margen, pero antes de iniciar el regreso vemos a lo lejos un pinar y un cerro desde el que podríamos tener buenas vistas del entorno, así que como el recorrido es corto y muy cómodo pues vamos a dar una vuelta por allí. Se trata del cerro donde se ubica la Huerta La Perdida. Este tramo no forma parte del recorrido oficial así que es totalmente prescindible.
De vuelta al Molino de la Aceña, tomaños el conocido como Camino Romano, una vereda estrecha y sombreada que discurre muy cerca del cauce.
Por nuestra parte alta existe otro camino casi paralelo, se trata del Camino de la Oromana. El Parque de la Oromana y su pinar, se encuentra sobre dos antiguas fincas: la superior, donde está el "Hotel Oromana" (obra de Talavera y Heredia en 1929) y una inferior más umbría y fresca donde se halla el parque propiamente dicho. Su riqueza botánica dispone de una variedad de especies capaz de acoger a los paseantes en cualquier época del año, por ejemplo: el acebuche, el lentisco, la retama, los almeces, el palmito o el chaparro y otras plantas típicas de los humedales de las antaño numerosas fuentes y vías de agua (hoy día muy reducidas).
El molino de Benarosa se sitúa en el parque de Oromana, en el margen derecho del río Guadaíra. Su nombre es de origen islámico (Banu Arusa) y corresponde al nombre de la familia que lo poseía cuando la ciudad fue conquistada por las tropas cristianas en el siglo XIII.
Es uno de los pocos que conserva una toponimia de origen andalusí (Banu Arusa), lo cual unido a las referencias documentales permite establecer su origen con anterioridad a la conquista castellana del siglo XIII. La primera noticia sobre el molino se produce en 1253, cuando Alfonso X dona a "don Pedro Pérez, notario de la reina doña Juana, una casa de molinos con su presa y la parada de aceña, del que él es tenedor, que está sobre Alcalá de Guadaíra, y se llamó en tiempo de moros el molino de Abén Aharoça".
Aquí también vemos como las piedras viejas son reutilizadas para dar firmeza al suelo, incluso son utilizadas como algún peldaño de la escalera.
Al igual que parece ocurrir en otros molinos del Guadaíra, nada queda hoy del molino andalusí, puesto que el edificio que hoy vemos resulta de las transformaciones y reconstrucciones realizadas desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XX. No obstante, el molino de Benarosa presenta algunas particularidades que lo hacen singular dentro de la ribera molinera de Alcalá. El edificio se organiza en torno a una gran torre de planta cuadrangular, empleada como almacén y vivienda. En el sentido de la corriente se dispone una nave empleada como zona de carga y descarga del grano y la harina ya molida. Sobre la corriente se sitúa la nave de molienda, con cubierta a dos aguas y en la que se localizan las cuatro piedras del molino.
Posiblemente a partir de los siglos XVII - XVIII, el gran azud (reconstruido en 1998) represaba el agua hacia los cubos, de forma similar a lo que ocurre en otros molinos de la ribera. Sin embargo, aguas arriba de los cubos se sitúa una gran balsa de forma trapezoidal, actualmente anulada pero que posiblemente nos indica un momento anterior en la tecnología del molino. No existen otros ejemplos de "molino de balsa" en el Guadaíra, aunque existen ejemplos conocidos en otros puntos, por ejemplo en la zona levantina. En estos casos, los molinos de balsa suelen fecharse hacia los siglos XIV - XV, por lo que es posible que la balsa de Benarosa sea el único resto visible del molino bajomedieval. En este modelo tecnológico, la balsa actúa como "rebosadero", con una pendiente dirigida hacia los cubos que es la que posibilita acentuar la fuerza hidráulica para facilitar el movimiento de los rodeznos.
Por encima del nivel de inundación, sobre la orilla derecha, se sitúa la "casa del molinero", un edificio sencillo de planta rectangular usado como vivienda y almacén hasta el final del ciclo molinero de Alcalá, a mediados del siglo XX.
Ya es mediodía y hay gazuza así que vamos a reponer y encontramos el lugar ideal para ello.
Tras el merecido receso llegamos al siguiente molino. Se trata del molino de San Juan.
Respecto a su historia, las fuentes documentales disponibles son escasas. Su denominación responde a la propiedad del molino por la Orden de San Juan, cuya encomienda se hallaba situada en Tocina durante la Baja Edad Media. El apoyo de los sanjuanistas a la conquista de la Baja Andalucía durante el siglo XIII sería premiado con un importante número de concesiones por parte de la Corona castellana, entre las que se contaría el molino conocido a partir de ese momento como "de San Juan". Este hecho lo tenemos documentado dentro de los repartos realizados por Alfonso X en 1253, cuando a los sanjuanistas se les otorgan "dos ruedas de molinos con sus azudas en Guadaíra", una de las cuales correspondería probablemente al emplazamiento del actual Molino de San Juan.
Sobre la corriente se sitúa la nave de las piedras, cubierta con bóveda de medio cañón y bajo la que se localizan los cubos, en número de cuatro. El gran azud que conecta con la orilla izquierda del Guadaíra fue ampliamente reconstruido en 1998.
Por encima del nivel de inundación, sobre la orilla derecha, se sitúa la "casa del molinero", un edificio sencillo de planta rectangular usado como vivienda y almacén hasta el final del ciclo molinero de Alcalá, a mediados del siglo XX.
El edificio actual resulta de las transformaciones del molino medieval original entre los siglos XVII y XX, por lo que poco queda del original. Destaca la gran torre de planta cuadrada, usada como almacén ante las crecidas del río. En el sentido de la corriente se sitúa una nave, acceso al molino y zona de carga y descarga del grano y la harina ya molida.
En el azud encontramos algunos adornos sin dudas de épocas muy reciente, probablemente de su reconstrucción en 1998.
Pocos metros más abajo se sitúa el molino de la Oromana. Se encuentra en el margen derecho del río, en el tramo intermedio de los molinos de Benarosa y de San Juan. Su construcción data del siglo XVII y actualmente está habilitado como mirador.
Se trata de un molino de arroyo, movido por el agua de un manantial
que brota de la ladera izquierda colindante al río. Solo se conserva la
atarjea que conducía el agua hasta el mecanismo de molienda sobre un
gran arco de medio punto y lo que fue su torre se ha transformado hoy en
día en un mirador. La casa del molinero se encuentra también a pocos
metros.
El molino data aproximadamente del siglo XVII. Según el padre Flores su propietario fue el capitán de la villa D. Leandro de Cosío.
El molino data aproximadamente del siglo XVII. Según el padre Flores su propietario fue el capitán de la villa D. Leandro de Cosío.
Los árboles no están para estas cosas pero tengo que reconocer que el autor es un auténtico artista. Usó algo para rallar el tronco, tal vez una llave y consiguió esta perfección, lo dicho, un artista.
A nuestra derecha dejamos una pequeña pasarela que cruza el río, se trata del puente de San Juan.
Por el campo siempre es conveniente ir mirando, de vez en cuando, al suelo, así evitamos pisar algunas de las maravillas que nacen en cualquier espacio, como este Iris xiphium en plena floración.
La parte más antigua del molino del Algarrobo es la torre, fechada en el siglo XIV por su tipología constructiva, similar a otras torres de las inmediaciones. Ya durante la Edad Moderna se construyeron las salas de molienda, que sustituyen a las originales bajomedievales, arruinadas probablemente tras alguna crecida del río. Como detalle singular destaca la decoración de incisiones y espigados que todavía puede verse en la fachada oriental de la sala de molienda principal. Por último, el porche responde a la tipología de construcciones del siglo XIX, siendo así uno de los últimos añadidos a este edificio.
Entramos en el llamado Camino del Bosque.
La zona denominada el bosque se encuentra entre el molino del Algarrobo y el molino de la Tapada. Antes era de difícil acceso pero se ha reformado recientemente y se puede visitar y disfrutar del entorno.
Los árboles que predominan en esta zona son los almeces, de hecho
también se le llama el bosque de almeces. Es un tipo de árbol
mediterráneo, de crecimiento rápido que crece en zonas húmedas. Al fruto
se le llama almez y cuando está maduro es de color negro.
También podemos encontrar hojas de acanto, la planta más común en el parque, algarrobos, árbol del paraíso... Este bosque junto con el molino de La Tapada son el escenario de la novela del escritor alcalareño Gutiérrez de Alba denominada "La Tapada".
Y llegamos al último molino que veremos en esta ruta, el Molino de la Tapada. Es uno de los más singulares ejemplos de la arquitectura molinera alcalareña. Es un molino de arroyo. El agua que movía su mecanismo procedía de la llamada Fuente del Piojo de debajo del cero conocido como "El Calvario", en el que se encuentra la ermita de San Roque. Respecto a la denominación de "La Tapada", se halla ya plenamente asentada a comienzos del s. XIX, cuando Leandro José de Flores la achaca a una leyenda popular sobre la presencia en una cueva de las inmediaciones de una mujer penitente, siendo este el suceso novelado pocos años más tarde por José María Gutiérrez de Alba. Las fuentes documentales conservadas hacen frecuente referencia a la "Huerta de La Tapada", que se hallaría en sus inmediaciones, de la que por testimonios gráficos sabemos que se hallaba tapiada y que se extendería entre el puente de Carlos III, el río y el camino de Utrera hasta los límites de la "Huerta del Algarrobo".
El molino se compone de dos plantas y una azotea transitable. En la
planta inferior se situaban las piedras de molienda y en la planta
superior se utilizaría como almacén y ocasional vivienda del molinero.
La zona exterior orientada al río se hallaba protegida con un murete que
aislaba parcialmente la entrada en época de crecida.
Las primeras noticias de este molino datan del siglo XVI siendo propiedad de don Fernando Afán de Rivera, duque de Alcalá. Sabemos que junto con otras propiedades de la familia pasaría a formar parte de la dotación hecha en 1649 del Convento de San Juan de Dios, fundación alcalareña de los Afán de Ribera. A partir de este momento, aunque con diferentes arrendadores, la propiedad del molino se mantendría en el seno de la congregación alcalareña hasta el primer tercio del s. XIX, en que las alteraciones políticas (invasión francesa, Trienio Constitucional y desamortizaciones) terminarían por suponer la pérdida de esta propiedad, en paralelo a la definitiva ruina del molino.
Todavía hoy tras su restauración conserva prueba heráldica de sus dueños, tres barras transversales, el escudo de los Riveras. (Foto tratada con saturaciones para poder ver en mejores condiciones las pinturas de la fachada).
Y llegamos al cuidadísimo Parque de la Retama.
Se extiende hasta el puente del Dragón. Cuenta con una extensa arboleda de eucaliptos, campos de olivos y huertas. Esta recientemente rehabilitado y se ha convertido en un lugar de recreo para pasar el día o pasear admirando el entorno del río. En el parque se encuentran especies típicas mediterráneas y otras como los eucaliptos de más reciente introducción
Y con la mirada del dragón damos por finalizada el recorrido.
Podéis descargaros el track, clicando en la siguiente imagen:
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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