viernes, 25 de octubre de 2019

CARMONA-CUEVAS DE LA BATIDA (CARMONA) (20 OCT 2019)

Carmona es antiquísima y por tanto llena de historia, al principio se llamaba Carmo y posiblemente fue una de las ciudades más fortificadas de Tartessos. Allí se asentaron los fenicios, luego los cartagineses, siguieron los romanos y árabes. Esto se ha traducido en que Carmona sea una ciudad monumental, llena de edificios y restos arqueológicos dejados por las civilizaciones que por ella pasaron y en la que todos vieron su importancia estratégica de fácil defensa y riquezas agrícolas, ganaderas o alfareras lo que unido a la existencia de gran cantidad de agua, pues la convirtieron en un lugar ideal para el asentamiento.

Y aunque haremos una visita turística para conocer de forma más profunda la ciudad, en esta salida lo que nos ha traído a esta ciudad milenaria, son las conocidas como Cuevas de la Batida, realmente más que cuevas se tratan de túneles y oquedades excavadas con diferentes profundidades en las paredes de un monte del que se extrajeron ingentes cantidades de bloques de piedra para la construcción desde tiempos inmemoriales.

Las Cuevas de La Batida se ubican en las Laderas de los Alcores, un impresionante paraje de canteras en el que se conjugan la acción natural con la intervención humana, para crear un sobrecogedor escenario de piedra y desde el que se obtienen magníficas panorámicas de la ciudad.

Este paraje está incluido en el catálogo de espacios singulares protegidos de la provincia de Sevilla.

Dejamos el coche en: 37°28.010'N - 5°38.107'W
Distancia: 10,29 kilómetros.
Tiempo: 3 horas 48 minutos.
Dificultad: Fácil.

El coche lo dejamos a un lateral de la A-380 a la altura de la Barriada de San Felipe de Carmona. Al no conocer el lugar preferimos dejarlo en el lugar más cómodo y seguro, evitando callejear en exceso por la ciudad.

Por donde marca la flecha discurre el camino que debemos tomar para iniciar el circular.

Se trata del Camino de San Mateo, llamado así porque nos llevará a la ermita de igual nombre.

La Ermita de San Mateo, está situada a la salida de la desaparecida puerta romana de Morón. Su construcción se inició en el S.XIV, en conmemoración de la conquista de la ciudad por las tropas cristianas del rey Fernando III, el 21 de Septiembre de 1247, festividad de San Mateo. Fue declarada monumento en el año 1963. En la actualidad es de propiedad municipal y se encuentra desacralizada, por lo que en su interior no se encuentra ningún objeto de culto salvo los restos de un mural, quizás del S.XV, representando a Santa Lucía.

Este monolito de significado desconocido nos marca el final del Camino de San Mateo.

Entramos en un tramo asfaltado sin arcén, aunque no vimos ningún coche circular en ningún momento, sí que tiene circulación, hay que ir con cuidado.

Hacemos una breve parada para hacernos una composición de lugar, a lo lejos vemos tres hitos que tenemos que ver. De izquierda a derecha: el Cortijo de Martín Pérez, la Torre Medieval y el Puente de los Cinco Ojos.

Este tramo es de ida y vuelta, nos llevará a la Ermita de la Virgen de Gracia y luego volveremos para girar a la derecha entrando en la supuesta calzada romana. Digo supuesta porque no todos los expertos coinciden.

 A nuestra derecha y en lo alto del cerro, vemos el Parador de Turismo o Alcázar de Arriba o Alcázar del Rey Don Pedro.

En la prolongación de la calle Dolores Quintanilla se encuentra la Ermita de Nuestra Señora la Virgen de Gracia. Cuenta la leyenda que la imagen de la Virgen fue ocultada para salvaguardarla de los árabes cuando se produjo la conquista de la ciudad. En ese lugar permanecería durante 500 años hasta que con la llegada de los cristianos fue descubierta. Lo hizo un pastor, que tras realizar el hallazgo fue al pueblo a dar aviso. La gente acudió en masa a verla y la llevó al pueblo.
Sin embargo, a la mañana siguiente la Virgen de Gracia había regresado milagrosamente al lugar en el que fue encontrada. Como en otras leyendas similares, esto se interpretó como que la Virgen quería quedarse para siempre en este lugar y aquí se le construyó su ermita. Hasta este lugar se realiza una peregrinación cada mes de septiembre, con el Simpecado. En Carmona se cita de forma expresa incluso el año en el que se produjo el hallazgo: 1290. La imagen residió en el lugar de su aparición hasta la Desamortización, cuando se trasladó a la iglesia mayor de la ciudad, Santa María.
Fuente:  https://sevilla.abc.es/pasionensevilla/actualidad/noticias/la-leyenda-de-la-virgen-de-gracia-de-carmona-98116-1473337965.html


La iglesia posee una única nave, cortada en dos tramos con bóveda vaídas y poderosos contrafuertes exteriores. Preside la ermita un retablo neoclásico, en el que destaca un lienzo barroco.

Tras volver sobre nuestros pasos, nos dirigimos en busca de la Calzada Romana.

Dicen los expertos que es un tramo de la Vía Augusta. La Vía Augusta, es la calzada romana más larga de Hispania con una longitud aproximada de 1500 kilómetros, que discurrían desde los Pirineos hasta Cádiz bordeando el Mediterráneo. Muchos tramos de esta vía se encuentran asfaltados o bajo pavimento (como algún tramo de esta que vemos) por haberse hecho coincidir su desarrollo con los trazados de carreteras más modernas.

Llegamos a un puente de origen romano, reconstruido en época medieval y muy restaurado en la última intervención. Se trata del Puente de Un Ojo.

Al que sigue otro puente más importaqnte y de igual origen. El Puente de los Cinco Ojos. Construido hacia el siglo XVIII, pero que pudiera tener su origen en la existencia de un puente romano. Se viene relacionando la existencia del puente y la calzada de piedra con la salida de la Vía Augusta hacia, las ciudades romanas de Astigi y Corduba.

Nos llama la atención su diseño, en su entrada una gran superficie circular también pavimentada, parece como un lugar de espera para cuando el puente estuviese siendo usado, parece lógico debido a su estrecha composición.

Un carro pasaba perfectamente, dos al mismo tiempo, imposible.

Muy cerca de aquí pasa el cauce del Arroyo de las Alberquillas, lo mismo en su momento, este era el cauce natural de dicho arroyo. Hoy día no parece que pase alguna alguna, salvo alguna arroyada estacional en momentos de intensas lluvias.

Venimos caminando por la Cañada de las Cabras o Camino Bajo hast encontrarnos con un túnel que nos permite pasar bajo la autovía A4. Este tramo también es de ida y vuelta, vamos en busca del Cortijo de Martín Pérez.

A nuestra derecha vemos un abrevadero,.

El cortijo de Martín Pérez está en ruinas, dispone de varios aljibes y pozos, y una gran plantación de naranjos, también abandonada. No tendría mayor interés si no fuera por que en sus cercanías se ubica una Torre Medieval.

La funcionalidad y origen del torreón sigue siendo a día de hoy incierta, ya que no parece estar en un lugar idóneo para la vigilancia, bajo un cerro y no encima de él, ni está construido con los materiales morfología y consistencia de otras torres de vigilancia existentes en la zona.

Lo más probable es que se trate de una antigua torre de alquería restaurada en época medieval. En cuanto a su uso no se puede descartar que pudiera haber sido usada como molino y su situación próxima a un manantial de agua puede sugerir un carácter protector del mismo, como sucede en otros emplazamientos.

Este es el manantial en cuestión, sorprende ver el gran surco abierto en el suelo tras cientos tal vez miles de años del discurrir del agua.

Mirando hacia el sureste creemos ver la Sierra del Tablón (visitada en abril de 2017) y a su derecha, la Sierra de Grazalema.

El calor de mediodía y la contínua cuesta arriba se hacen notar y ralentizamos el paso, lo que nos permite atisbar un fragante olor, nos vemos rodeados de infinidad de tomillos en flor, lo que da un toque agreste a este lugar casi inhóspito y reseco, no hemos visto ni un solo árbol desde que salimos de Carmona.

Y llegamos a la cantera de roca calcarenítica.

Las Cuevas de la Batida ya se utilizaron como cantera para extraer piedra en época romana y el nombre del cantero Antón Gallego, que lo podremos ver en diferentes sitios, nos dice que en el siglo XV se seguía utilizando.

Una de ellas dispone de una verja cuya puerta está abierta, siendo precisamente de las que menos peligro podría conllevar.

Esta sala probablemente sea la de mayor dimensión y nos recuerda, aunque estas que vemos ahora sean mucho más modestas, a las de la impresionante Cantera de la Sierra de San Cristóbal (visitadas en octubre de 2017).

Como decía al principio y teniendo en cuenta su origen no natural, más que cuevas deberían llamarse túneles o incluso oquedades, a las más pequeñas.

En sus paredes vemos perfectamente el sistema de extracción de los bloques, quedando hoy día marcas de los cinceles incluso algunos nombres tallados en ellas, perteneciente a los canteros que allí dejaron su vida aunque fuese de forma metafórica.

Podemos imaginarnos la dura vida de los esclavos en un primer momento y picapedreros mal pagados después, y los golpes de martillo y cincel que tuvieron que dar diariamente para la extracción del necesario material. Si cerramos los ojos incluso creemos escuchar esos golpes de martillo en unión de respiraciones alteradas y lamentaciones.

En la entrada del este primer grupo de túneles podemos ver lo que parece una especie de pilón o pequeña alberca con el suelo enlosado. Tal vez un lugar dónde los obreros podían refrescarse y lavarse un poco después de la dura jornada.

Llegamos a otra cueva, algo más modesta que mantiene un muro de obra en su entrada, sin dudas, esta cueva fue utilizada como vivienda.


Dispone de una especie de tarimas dónde podrían sentarse incluso tenderse para dormir.

En su entrada también se aprecian escalones tallados en la piedra.

Por un momento salimos del ensimismamiento que nos provocan estas cuevas y miramos al frente, allí en lo alto vemos Carmona por su cara noreste y bajo ella, una era restaurada a la que pronto nos acercaremos.

Cuando pensamos que lo más interesante había acabado y tras una gran higuera vemos otra pequeña cueva.

Y en su parte baja una pequeña topera a la que nuestro instinto curioso hace acercarnos. Siempre llevo en la mochila una luz frontal para casos imprevistos y sin dudas, este es un caso imprevisto, la pongo en funcionamiento y me introduzco por el agujero. Pero como todo no puede ser perfecto, tras largo tiempo en la mochila, la batería está baja y no tiene la suficiente potencia lumínica para tomar fotos, aún así me sirve para desplazarme por el interior, que tras la pequeña entrada se ha convertido en una gran bóveda con continuidad.

Tras desplazarnos unos viente o veinticinco metros por el interior, salimos al exterior por este agujero. Bueno, de esta entrada no había oído hablar a nadie y representa un poquito de emoción en este camino tan aséptico.

Ya nos estamos alejando de la zona más conocida de la cantera y desde aquí podemos apreciar la gran media luna resultado de la extracción de ingentes cantidades de piedra y en la que los túneles solo son una pequeñísima parte.

Cuando ya nos alejamos, otra campanita suena en mi cabeza y decido acercarme nuevamente a la pared, justo antes de una curva que toma el cerro.

Y una nueva gran entrada sin mayor interés en principio ya que no ofrece nada diferente a lo ya visto.

Pero............otra topera llama mi atención, desciendo hasta ella y nos encontramos con la mayor sorpresa nunca imaginada. Tras ella se abre una gran bóveda que se bifurca en dos ramales, también de más de seis metros de altura, tras hacer unas decenas de metros por ella, la luz del frontal se apaga y tengo que dar la vuelta, aquello está totalmente oscuro y no puedo seguir. Intenté sacar fotos en modo manual, pero la falta de trípode hizo que todas las tomas fueran inservibles. De este hueco nadie habla y creo que debe ser poco conocido.

Teniendo en cuenta la gran cantidad de piedra extraída de su interior, es evidente que estos túneles deben continuar y conectar con algunas de las salidas grandes, que es por donde sacarían los sillares una vez desprendidos de las paredes interiores, ya que por la boca por la que entré es totalmente imposible. Supongo que estos huecos se abrieron a modo de respiraderos y para que entrase un poco de luz en su interior.

En esta pared se aprecian perfectamente dos tipos de capas pétreas, la baja mucho más dura y compactada y la superior muy estratificada y con grandes hiladas de albero fino (sí, esa arena fina que se usa en las plazas de toros y que se extraen en Carmona). lo que explica claramente el porqué la extracción, llegados a este punto, se realizó formando túneles, simplemente siguieron extrayendo de la zona más dura, obviando la superior que produciría piedras de mucho menos calidad y resistencia.

Desde la era tenemos una vista privilegiada de la cantera.

Aunque la zona más interesante queda más a la izquierda y alejada del "meollo" turístico. OJO: Este lugar no está alcance de todos los visitantes, y es imprescindible llevar buenas luces, sin olvidar que aunque no parece posible la posibilidad de perderse en su interior, no es una situación descartable y que debe ser valorada adecuadamente.

Un bonito pasillo nos saca de la cantera, es hora del avituallamiento así que como estamos viendo los primeros árboles en algunos kilómetros, por allí descansaremos.

Estas canteras estuvieron en funcionamiento desde la época romana hasta bien entrado el siglo XVIII y en sus paredes se han encontrados inscripciones y marcas de diferentes épocas, desde cruces cristianas a símbolos musulmanes y de algún precursor de los graffitis, como pudo ser Antón Gallego, cantero medieval que fue dejando su nombre por varios lugares de la roca.

Y vemos el lugar perfecto, un pozo y una mesa de piedra bajo un olivo, ni mil palabras más.

Repuestas fuerzas retomamos el Camino Bajo o Cañada de las Cabras.

Pronto conectamos con la carretera A-457, que aunque no tiene arcén sí que nos permitirá ir por sus laterales con relativa seguridad.

Ya dentro del núcleo de población, pasaremos por la calle Raso de Santa Ana, donde se ubica el convento de igual nombre. Se trata de un convento de dominicas levantado en el siglo X.

Por la calle González Parejo llegaremos al conocido como Postigo de Carmona, una porción de muralla donde se ubicaba uno de los accesos secundarios a la ciudad, el Portillo del Postigo.

Por Barbacana Alta llegamos al Alcázar de la Puerta de Sevilla.


La Puerta de Sevilla está enmarcada en esta pequeña fortaleza conocida también como Alcázar de Abajo. Destaca la Torre del Homenaje que llega hasta la altura del patio y conserva intactos los sillares almohadillados.

Se erige sobre la Puerta de Sevilla, formando así un complejo defensivo casi inexpugnable. Sufrió durante los siglos XIV y XV importantes cambios. Fue restaurado entre 1973 y 1975.


Salimos del pueblo y rápidamente nos incorporamos al Camino de San Mateo que nos llevará al punto de salida.

Ponemos punto final al recorrido con una visual a la Torre del Picacho. Construida a mediados del S.XIX como torre de comunicaciones de telegrafía óptica o torre Mathé, en honor al brigadier José María Mathé, diseñador de la línea de comunicaciones ópticas de Andalucía, que unía Madrid con San Fernando (Cádiz). La torre del Picacho era la torre nº45 de dicha red de comunicación telegráfica. Construida como un fortín, estaba defendida por fusiles y atendida por personal paramilitar. Su planta es cuadrada, tiene tres plantas de altura, fue construida con ladrillos y restaurada en 1990. Este sistema de comunicaciones funcionó de 1851 a 1857 al ser sustituido por una red de telegrafía eléctrica.

Podéis descargaros el track, clicando en la siguiente imagen:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/carmona-cuevas-de-la-batida-sevilla20oct2019-42783443
 
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros. 

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