En la vertiente oeste de San Fernando existieron cinco salinas hoy día abandonadas: San Miguel, San Agustín, Sagrado Corazón, San José y San Gabriel, siendo estas últimas la que visitaremos hoy. Un paseo por un enclave excepcional en el entorno del saco interno de la Bahía de Cádiz.
Caminar por las salinas nos introduce de lleno en nuestra historia pasada por la importancia de esta industria tuvo para San Fernando y actual por poder disfrutar de uno de los entornos más conocidos del Parque Natural Behía de Cádiz y su abundante avifauna, y que en estas fechas se adorna de un tercer regalo que es el caminar entre una colorida y olorosa vegetación de tan fragante olor que incluso eclipsa nuestro famoso olor a sal, Retamas, manzanillas y mastuerzos darán un toque especial en estas fechas preprimaverales.
Aunque la ruta carece de dificultad tenemos varios lugares que darán un pequeño toque de emoción a nuestro caminar, no siendo apta tal como la presento, para personas con vértigo.
Distancia: 4,79 kilómetros.
Tiemplo empleado: 1 hora 20 minutos.
Dificultad: Fácil.
Dejamos el coche en: 36°27.966'N - 6°12.524'W
El coche lo dejamos en el conocido como Cordel de Cádiz, justo al comienzo del recorrido, aunque los aparcamientos de Bahía Sur los tenemos a escasos metros y también sería un buen lugar.
El Cordel de Cádiz es una pista que une San Fernando con la playa de La Cortadura en Cádiz y que discurre paralelos al Saco Interno de la Bahía de Cádiz. Esta ruta se divide en tres tramos, uno por el citado cordel, otro que haremos "muro a través" donde las únicas pisadas que podemos encontrar son las mías, y otra por vereda bien marcada y pasos habituaales.
Tenemos que estar atentos para no pasarnos un desvío a la derecha poco visible y cuya visión queda dificultada por una hilera de retamas
(Retama monosperma) en total floración y cuyo aroma inunda el lugar, haciéndonos presagiar de que la ruta de hoy será especial.
La veredilla nos lleva directamente a la casa de la salina del Sagrado Corazón, la cual debemos dejar a nuestra derecha.
El entramado salinero es un auténtico laberinto de piezas (así llamanos a cada porción de agua con forma rectangular) y muros (porciones de tierra que separan cada pieza) por lo que debemos estar atentos a los giros ya que la mayoría de muros no tienen continuidad de paso, existiendo generalmente solo una opción para poder recorrerlas, aparte de las conocidas como Vueltas de Afuera que son caminos de dominio público que perimetra una salina, pero en este caso caminaeros por el corazón de la misma por lo que equivocar el lugar de acceso nos llevará a que más temprano que tarde tengamos que dar la vuelta y cuando se está allí enmedio, todos los muros son iguales. A veces un muro puede estar unido a otro y otras veces son islas independientes.
El caso es que tenemos que estar atentos para entrar por el muro correspondiente. La primera traba que encontraremos es saltar o vadear un pequeño caño que corta el camino y girar a la izquierda en el segundo muro que encontremos.
Si caminamos por los laterales del muro encontraremos un terreno más compactado y sobre todo intentaremos no pisaremos los vinagrillos.
Si caminamos por los laterales del muro encontraremos un terreno más compactado y sobre todo intentaremos no pisaremos los vinagrillos.
El Vinagrillo (Oxalis pes-caprae), es una planta comestible que en algunos lugares se usa en lugar del limón o como sustituto del vinagre, también se le conocen propiedades medicinales, se usan sus hojas para
remediar trastornos digestivos, como antifebril y antihemorrágico. Está catalogada como planta invasora, pero llenan todas nuestras salinas de un un espectacular e inigualable manto color amarillo, digno de los máximos elogios. Si Van Gogh hubiese sido de Cádiz, en vez de girasoles hubiese pintado vinagrillos pero no tuvo esa suerte. Si de niño nunca probastes los vinagrillos es que "tu no eres de Cai pisha".
El muro por el que caminamos se bifurca, nos tenemos que ir por la izquierda. En este tramo será más difícil no pisar los vinagrillos.
El muro por el que caminamos se bifurca, nos tenemos que ir por la izquierda. En este tramo será más difícil no pisar los vinagrillos.
En línea de horizonte vemos a nuestra derecha Bahía Sur y por frente nuestra los antiguos Polvorines de Fadricas, visitados en noviembre de 2019 y más a la izquierda, Punta Canteras.
En un momento dado tendremos que cruzar de un muro a otro a través de una pieza que por culpa del abandono está colmatada de sedimentos, algo que en este caso nos viene de perlas para poder dar continuidad a la ruta. La única salida posible de este entramado está justo esa torreta de electicidad que señalo, así que nos servirá de clara referencia.
Hemos llegado al primer "Paso de fe", dos maderos claramente carcomidos ejercerán de improvisado puente, a pesar de la fragilidad de la madera, soportaron mi peso perfectamente (el tuyo no lo sé 😅😅😅😅), lo más divertido es que se mueven, así que emoción doble. Aunque la caída sería a poca altura tendrías asegurado un buen baño de barro.
Tras llegar a la torreta, el "muro a través" finaliza, ya todo será más fácil, salvo por un último detallito.
Vamos directamente hacia el Molino de San José, a su derecha y más lejano vemos la casa salinera de la salina de San Miguel (visitada en noviembre de 2019).
Podríamos ir directamente pero buscamos no repetir tramo así que nos desviamos hacia esa compuerta por la que pasaremos.
Tras el paso de la compuerta nos encontramos el segundo "Paso de fe". Si te caes desde aquí, te fastidias, no apto para personas con vértigo, afortunadamente la madera es más ancha y resistente que las anteriores.
En la obra Emporio del Orbe, de
Fray Gerónimo de la Concepción; al molino de San José se le llamaba Molino
Grande por lo que es de suponer que ya en 1690 era una edificación con
la entidad suficiente como para aparecer como punto de referencia en
la cartografía; aunque fue durante el siglo XVIII cuando adquirió su
fisionomía definitiva.
Durante su historia estuvo en manos de diferentes propietarios o
arrendatarios por lo que con el paso del tiempo fue conocido con el
nombre del usuario de turno, han trascendido los nombres de Valdéz o
Dañino, en relación a D. José Dañiño que en 1772 lo restauró y aumentó
el número de piedras moledoras hasta ocho y construyó almacenes, hornos,
incluso una capilla con privilegio de oratorio público. En 1890 solo
funcionaba con seis piedras. Se mantuvo en uso hasta los años 40 del
siglo XX.
Su fachada es de estilo barroco, obrada en cantería compuesta por tres vanos de acceso, uno para la
vivienda y oficinas, al propio molino y al oratorio, fácilmente distinguible por la cruz sobre ella.
Aunque lo único que medio se conserva es la entrada al Oratorio.
Aunque lo único que medio se conserva es la entrada al Oratorio.
De la entrada a la oficina queda poco y porque fue reforzado.
El paso central correspondiente a la entrada al molino propiamente dicha, está a punto de venirse abajo, una pena que la dejadez de la administración haya condenado a este magnífico molino, probablemente el más completo que se conserva en toda la provincia, a la desaparición total, desidia y olvido, así son nuestros gobernantes.
El esquema más común de un molino de mareas utiliza el agua embalsada en
una presa o caldera y retenida por un muro dotado de compuertas. Cuando
el desnivel entre el agua embalsada y el del mar es el adecuado, el
agua se hace pasar por los saetines que la llevan hasta las ruedas
motrices (Rodetes o Rodeznos) que a su vez hacen girar las muelas que
trituran el grano.
En el suelo podemos ver una serie agujeros, reforzados con piedra y unas
especie de surcos por dónde jugaba una compuerta. Se tratan de los escotillones, usados paara controlar el flujo de agua.
Por el suelo vemos varias piedras viejas, algunas como esta fueron reutilizadas como solería.
Nos llama la atención unas grandes piedras talladas, se tratan de los volteadores, realizados en piedra caliza blanca, mucho más resistentes que la piedra ostionera.
En el centro de la instalación existe un pozo con un diseño muy particular.
El circuito del agua lo cerraban seis grandes tinajas semienterradas en
el suelo que se nutrían del agua de lluvia a través de entre una
canaleta procedente del tejado de la edificación. Estaban comunicadas
entre ellas de forma que cuándo la primera se llenaba, se vertía el agua
en la siguiente y así hasta la última que parece ser, también pudiera
estar comunicada con la alberca, situación que podría confirmarse al
comprobar que los conductos de comunicación entre las tinajas están más
elevados que la alberca, por lo que el agua sobrante al llenarase las
tinajas, fluiría hacia ella por simple gravedad,
Además del ahorro de espacio, el tenerlas enterradas la protegía del sol
y el calor, disponiendo permanentemente de agua fresca para beber.
En este molino podemos ver todos los elementos fundamentales que
conformaban la instalación: almacenes, vivienda, piedras molturadoras,
volteadores, soportes de compuertas
molineras, cárcavos, tajamares, caldera y estero, los puntos de
captación y almacenamiento de agua dulce (pozo, alberca, tinajas,
etc...).
En las cercanías del pozo un nuevo aroma me sorprende, se trata de una gran colonia de Alisos de mar o Mastuerzos (Lobularia maritima), otra planta de amplios usos medicinales.
El tramo final lo hacemos tal como iniciamos, por el Cordel de Cádiz.
No sin antes hacer una nueva parada para ver otro macizo de flores y disfutar de su delicada fragancia, este vez se trata de manzanillas (Anthemis maritima).
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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