Este sendero discurre por las salinas de la Imperial, San Ramón y la Pastorita, dentro del Parque Natural de la Bahía de Cádiz en el término municipal de Chiclana. Además de la infraestructura clásica de una salina podremos ver las de una explotación acuícola en producción, así como la fauna y flora típicas de marisma.
Distancia: 6,66 kilómetros.
Tiempo: 2 horas.
Dificultad: Fácil.
Dejamos el coche en: 36º25.553'N - 6º10.250'W
El coche lo dejamos aparcado justo en la entrada al conjunto salinero en la Calle Molino o Calle de Santa Cruz. Como vemos, esta entrada era común para el acceso a las salinas de San Pedro, La Imperial y la Pastorita, también para las instalaciones de la empresa de cultivos marinos, hoy abandonada, Amalthea.
Lo primero que nos llama la atención es una inmensa masa verde formada por plantas bajas de marisna, nunca había visto un macizo de casi tres metros de altura formado por Halimione portulacoides (verdolaga marina) y Limoniastrum monopetalum (salado).
A nuestra izquierda todo el laberinto de caños de la antigua salina y granja de cultivos marinos de La Imperial con un llamativo color verde, contrastando con lo que sería el habitual colorido amarillo, pardos y rojizos de estos biotopos.
Y a nuestra derecha y tras el antiguo cauce del río Iro, el Molino y la Casa de la salina de Santa Cruz. Lo que allí vemos es un antiguo molino de mareas del siglo XV, el Molino de Santa Cruz, también conocido como Molino Viejo. En Chiclana existieron cinco molinos de mareas, de los que actualmente se conservan dos. Eran los encargados de realizar la molienda, aprovechando la fuerza motriz del agua y las mareas. Hoy día ha sido transformado para otros usos.
Las marismas se constituyen por los aportes de sedimentos fluviales y marinos, y recorridas por una compleja red de caños y sometidos al régimen de oscilación de las mareas.
Las instalaciones de la Salina de San Cruz están totalmente perimetradas por un vallado, aún así podremos ver algunos de sus elementos. En este caso, una vieja barquita convertida en macetero de conveniencia, en este caso plantado con Ágave Americana o Pita Amarilla.
Y una moderna caseta en las próximidades de lo que creo es la compuerta principal de entrada de agua.
Los caños de entrada de agua de la Salina de la Imperial aún mantienen buen dragado, síntoma de que esta explotación ha estado en uso hasta hace poco, lo mismo sigue funcionando.
Las especies vegetales son las clásicas de marisma. Son plantas acostumbradas a una alta salinidad y elevada insolación, y algunas de ellas adaptadas a largos periodos de inmersión. Lás más conocidas son la sapina, el armajo, el salado y el saladillo.
Esta semana tiene altos coeficientes de marea por lo que el agua entra con fuerza en todo el entramado de caños y con ellas, también entran multitud de alevines que a la postre, eran las especies cultivadas en los esteros. Alevines que entraban con facilidad pero que luego y por el sistema seguido, les resultaba imposible salir. La alimentación que tenían (camarones, gusanas, almejas) así como la relativa alta concentración salina, son los que han dado fama mundial a los sabrosos "pescaos de esteros", doradas, lubinas, lisas o lenguados, al nivel del más alto y exquisito paladar.
También a nuestra derecha vemos los restos de un antiguo puente de madera que cruzaba el viejo cauce del río Iro. Al otro extremo, la también abandonada salina del Carmen de Bartivás.
En línea de horizonte, Chiclana en la que descatan la Ermita de Santa Ana y la Iglesia Mayor, de la que ya hablamos en esta entrada. En primera línea de foto, la junta de los ríos, dónde su unen el nuevo y rectilíneo cauce del río Iro, con el antiguo y más sinuoso.
A lo lejos izquierda, vemos una casa salinera reformada y tras ella y más visible, el actual centro de Interpretación y Museo de la Sal, dentro de las instalaciones de la Salina de Santa María de Jesús (visitada en mayo de 2018).
Nuevamente, los márgenes del camino rebosan de color gracias a los Chrisanthemun coronarium.
Al frente vemos la Casa de la salina de San José y San Enrique, al otro lado del río Iro.
Y multitud de jopos Cistanche phelypaea. Una planta que carece de clorofila y que para sobrevivir debe parasitar a un huésped.
El camino que discurre paralelo al caño, nos lleva directamente a esa caseta que vemos.
Como un un podium de ganadores, tres aliums permanecen impasibles.
Aunque no vemos a nadie, varios coches y el buen estado general de la construcción nos indica que la Casa de la Pastorita, está habitada.
Hemos entrado en los dominios de la Salina de San Ramón, una gran casa de madera con signos evidentes de ser un bar o restaurante, y con actividad reciente nos lo indica. Pero tampoco vemos a nadie, pero no tiene signos de abandono.
Y en uno de los márgenes de río Iro, un embarcadero también en perfectas condiciones. Me imagino a los posibles visitantes llegando en barcaza a la instalación y degustando unas cervezas fresquitas y unas doradas a la espalda a la brasa, pero todo está desierto.
Unas mallas anticormoranes protegen una zona de estero y los restos de algún desdichado pájaro enredados en ella.
La soledad del lugar no impide tener una gran belleza plástica. La Ulva lactuca o lechuga de mar, amarillea tras largos periodos en seco.
Un roto mosáico de azulejos muestra el nombre la empresa que explotó con cultivos marinos esta salina.
Y unas especies de bateas, dónde presumiblemente podrían tener lugar los depurados incluso engorde de almejas y otros moluscos. Construcciones similares he visto en Galicia y eran pasa eso.
El río Iro y su desembocadura en el caño de Santi Petri, que como mucho más motivo, también podríamos llamar río de Santi Petri. La otra orilla pertenece a San Fernando, más exactamente a las Salinas de San Pedro y San Judas (visitadas en octubre de 2014). En el horizonte, la ciudad de San Fernando, en las que podemos apreciar de derecha a izquierda, el Hospital de San Carlos, las Torres de la Casería, las torres de Colón, el Ayuntamiento y el Observatorio de Marina.
También nos sorprende un buen macizo de Lotus creticus o Cuernecillo de mar que compite por el espacio con otras tres especies, visibles en la foto.
El recorrido oficial volvería por el contorno de la salina de San Ramón, pero para alargarlo un poco, seguimos por la vuelta afuera en busca de la Salina de la Pastorita, lo que nos permite ver un sistema de compuertas más moderlo y de obra.
A nuestra derecha el Caño de Santi Petri, a nuestra izquierda los esteros de Amalthea.
Por momentos, la senda hasta ahora bien marcada, se pierde. Se nota que entre las intensas lluvias que hemos pasado y lo poco conocido y pateado de este recorrido, el camino parece difícil de seguir, aunque nada más lejos de la realidad, solo que hay mucha hierba y sobre todo, la reina de la marisma, con sus flores amarillas y blancas.
Podemos ver las estacas que refuerzan la parte exterior del muro de la Vuelta de Afuera, por este lugar combaten los vientos dominantes y se nota el esfuerzo humano por no sucumbir a sus embates.
Una compuerta doble, sin dudas es la principal y la que permitía mayor caudal de agua.
Por la vuelta de afuera terminamos de rodear la salina de la Pastorita y conectamos con el punto común del recorrido. A lo lejos vemos Gallineras a la derecha, al frente la playa de Camposoto y sobresaliendo un poco de la línea de horizonte el Centro de Visitantes de la Bahía de Cádiz, y a la izquierda la casa de San Nicolás en la salina de igual nombre. Y con esto acabamos la entrada.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
¿De quién fue antiguamente la Salina de Santa Cruz? Desde fuera he visto que se conserva en su fachada un escudo de armas.
ResponderEliminarUn saludo.
Lamento no poder ayudarte, lo desconozco. Saludos.
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