En esta salida veremos los alrededores del Castillo de Sohail y continuaremos con un buen paseo por el Paseo Marítimo de Fuengirola.
Distancia: 5,4 kilómetros.
Tiempo: 3 horas 17 minutos. (con comida incluída).
Dificultad: Fácil
Dejamos el coche en: 36°31.586' - 4°37.740'
El coche se queda en un amplio y gratuito parking a pies del castillo. Y justo en una de las entradas rampa que nos llevarán a él.
El Castillo de Sohail se encuentra situado en plena desembocadura del río de Fuengirola, sobre una pequeña colina aislada que se eleva 38 metros sobre el nivel del mar y en el centro de la Autovía de la Costa del Sol. Esta circunstancia lo convierte en un mirador privilegiado de una amplia franja costera dominada por la Sierra de Mijas y en la que se inscribe el municipio de Fuengirola.
Una vez subidos los primeros metros nos encontramos un mirador desde dónde podremos tener magníficas vistas de parte del paseo marítimo y el coqueto rincón de Los Boliches.
Aunque se desconoce la antigüedad de la construcción original, se sabe que en el año 956 el califa Abderramán III mandó construir una pequeña ciudadela sobre las ruinas de un asentamiento greco-latino, sirviendo como viviendas en torno a una torre atalaya, con el fin de fortalecer las defensas costeras.
En el siglo XII los almorávides levanta un ribat de planta irregular y reforzado por torres, dando lugar a una alcazaba.
Aunque la fortaleza se levantó en piedra, debido a la multitud de moradores también se utilizó la mampostería con hiladas de ladrillos (sisitema muy utilizado por los árabes), el tapial y la sillería.
El recinto está construido en planta octogonal, con su acceso principal orientado al NW, para adentrarse en rampa con barbacana y adarve, dando paso al interior del recinto a través de una puerta torre que realza su arco de herradura.
La gran situación estratégica del lugar hizo que allí se asentaran fenicios, púnicos, romanos, musulmanes y cristianos, terminando el lugar convertido en una mezcolanza de estilos y materiales un tanto caótico.
En época romana el río Fuengirola era navegable para pequeñas embarcaciones.
Una colina de pequeña altura pero desde dónde se podía controlar tanto la llegada por mar como el acceso a la desembocadura del rio Fuengirola, lugar sin dudas dónde acudirían multitud de embarcaciones en busca de agua potable.
Actualmente esta desembocadura está cruzada por un pequeño puente de tirantes, llamado Puente de la Armada Española.
En 1485 fue conquistado por los cristianos, resultando prácticamente destruído durante el asedio y posteriormente reconstruido.
Desde su perímetro podremos observar todo el entorno que lo rodea.
No siendo hasta abril de 1812 cuándo el General Ballesteros toma Fuengirola y se apodera del castillo, volviendo a manos españolas.
En sus últimos tiempos fue ocupado por un destacamento de Caballería del Ejército Español, Fuerzas del Cuerpo de Carabineros y posteriormente por la Guardia Civil.
Al pie de la colina y junto al paseo marítimo aún se conservan piletas para garum, utilizadas por los romanos.
El río Fuengirola cuyo nombre original es río Gomenaro, nace por la unión del río Ojén y el río Alaminos, formando una red fluvial de unos 20 kilómetros de longitud y 118 kilómetros cuadrados. Por ambos márgenes discurre el parque fluvial, un agradable paseo para hacerlo a pie o en bicicleta.
El puente de la Armada fue inaugurado en 2006 y es un homenaje a los miembros de la Armada Española, tal y como reza en su placa conmemorativa: "La ciudad de Fuengirola en honor a los hombres y mujeres de la Armada Española". Es un puente peatonal colgante con una base central de hormigón y tirantes de acero.
Desde allí tenemos unas vistas privilegiadas de la desembocadura de las transparentes aguas del río Fuengirola.
Una vista atrás recién cruzado el puente nos deleita con una bonita imagen del mismo con el Castillo de Sohail al fondo.
Justo cruzado el puente nos incorporamos al Paseo Marítimo, que en estas fechas exhibe su imagen más tranquila y reposada, aunque esta paz durará poco. La alineación de sus hamacas y sombrillas así como la arena recién rastrillada provocan una paz interior difícil de explicar, un equilibrio perfecto.
Cada metro de playa está acotado por mallas y lonetas que permiten al usuario aislarse en parte, del bullicio del paseo marítimo. Como telón de fondo los cerros Guerreros y Calamorro en la Sierra de Mijas. En la cima de este último cerro se ubica el conocido como Valle de las Águilas.
El Valle de las Águilas se encuentra situado en el término municipal de la localidad malagueña de Benalmádena, en la cumbre del Monte Calamorro, a 770 metros de altitud y con unas magníficas vistas de la costa, allí se encuentra esta reserva dedicada a la cría y recuperación de diversas aves rapaces.
Se realizan diariamente las exhibiciones con las especies emblemáticas de las aves rapaces como son los halcones, águilas, búhos, buitres, etc y siempre volando en libertad en un escenario natural de singular belleza, con un telón de fondo donde el cielo malagueño y el Mediterráneo son los protagonista. Aunque fuera de este paseo, aquí os dejo un breve vídeo sobre el Valle de las Águilas al que hace algo de tiempo hicimos una visita, eso sí, subiendo y bajando en el telesférico.
El Paseo Marítimo de Fuengirola tiene una longitud total de siete kilómetros, nosotros sólo pasearemos por una porción.
Frente a la calle Cuesta encontramos uno de los cuatro palmerales situados en lugares estratégicos de la ciudad y conocidos como Parques de la Vida, una iniciativa municipal que busca ampliar los espacios verdes existentes entre el paseo marítimo y la playa.
Justo enfrente de la calle Oviedo encontramos una estatua de una mujer de torso descubierto y brazos extendidos y una leyenda que dice: Mediterranea.
Después de sobrepasar el club náutico deportivo, llegamos a lo que será el fin de nuestro paseo, estamos sobre la escollera, desde aquí podemos ver íntegramente la Playa de Santa Amalia y el rosario de edificios que discurren paralela a ella. Al fondo del todo izquierda, el comienzo de la Playa de El Ejido, lugar dónde iniciamos nuestro paseo.
Regresamos por el mismo lugar que fuimos, aunque con el paso algo más acelerado, es hora de comer y el hambre aprieta así que nos dirigimos al mejor chiringuito del paseo a dar buena cuenta de unas conchas finas y otros manjares. Aunque esto no nos impide dar un último vistazo al Castillo de Sohail, un lugar cargado de historia que ha conocido más culturas que la mayoría de los castillos del mundo.
En primer plano el lugar dónde se encontraron los restos romanos y depósitos de garum.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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