Este sendero a pesar de su corta distancia recorre uno de los humedales
costeros más importantes de Europa. El paisaje, asociado a las salinas,
laberintos de caños, esteros y muros, nos permitirá disfrutar de toda la
vegetación clásica de marisma y dependiendo de la época del año, de un
numeroso muestrario de aves marinas que han encontrado en este biotopo
un lugar ideal para su asentamiento. También podremos ver el molino de
mareas de Rio Arillo, uno de los pocos supervivientes de los 19 que
albergó la Bahía de Cádiz y que tanta importancia tuvieron para la zona.
Recorrido imprescindible para los que quieran conocer a fondo el Parque
Natural de la Bahía de Cádiz.
Dejamos el coche en: 36º26.693'N - 6º13.579'W, una amplia explanada
adecuada para parking.
Distancia: 7 kilómetros.
Tiempo: 2 horas incluyendo paradas.
Este sendero tiene una prolongación cuya entrada queda a la izquierda del aparcamiento, pero que no aporta nada diferente a lo que podremos ver en el circuito que os propongo, así que lo ignoramos.
El entorno de Río Arillo constituye el 25% del sistema húmedo del parque natural Bahía de Cádiz, siendo una de las zonas de mayor interés ornitológico de Europa, habiéndose contabilizado en alguna invernada más de 70.000 aves entre las que podríamos destacar el flamenco rojo, así como los conocidos correlimos, cigüeñuelas, espátulas, garzas reales, garcetas y varios tipos de ánades.
El sendero rodea lo que antiguamente fue un centro muy importante de producción de sal, la salina de Tres Amigos y la salina de San Felíx.
La producción de sal fue un recurso explotado desde la antiguedad, siendo el entorno de la Bahía de Cádiz y su marisma el ecosistema ideal para su producción. Un entramado de caños, canales y compuertas tan simple como efectivo que aprovechaba la fuerza de la gravedad para hacer circular el agua.
Su funcionamiento consistía en la toma de agua desde un caño principal aprovechando las pleamares y dónde a través de una o dos compuertas que eran abiertas por el capataz en el momento idóneo permitía la entrada de agua a un lugar de almacenamiento primario llamado "estero". A partir de aquí se la hacía circular por un sistema de canales (lucios, vueltas de periquillo y vueltas de retenida) , también regulados por pequeñas portezuelas (largaderos), en las que por efecto de la evaporación iban adquiriendo mayor grado de salinidad, para acabar en los llamados cristalizadores, balsas de muy poca profundidad (tajería), dónde el poco agua que quedaba terminaba evaporándose quedando sólamente la sal cristalizada.
Como actividad secundaria también fueron explotados los peces que quedaban retenidos en los esteros, dónde el grado de salinidad y los inmumerables moluscos y crustáceos que servían de alimento a estos peces le daban un sabor tan especial a los mismos. Lo que en un principio era aprovechado para la comida de los salineros y sus familias con el paso del tiempo y al difundirse la gran calidad de dicho pescado dió lugar a la comercialización del tan afamado hoy día "pescao de estero".
En la marisma podemos observar tres zonas de vegetación bien diferenciadas:
La marisma baja, habitualmente inundada en la que abundan plantas fanerógamas como la Zostera y la Lechugueta. La marisma media colonizada principalmente por Sapinas y Espartinas, y la zona alta dónde habitan Verdolagas, Saladillos o Brezos de mar.
Rápidamente llegaremos a una bifurcación del camino, pillaremos el de la izquierda, que nos conducirá a dos observatorios de aves, el segundo de ellos situado con aparentemente poco éxito ya que en mis constantes paseos por la zona apenas he tenido oportunidad de ver nada interesante.
El caño que nos ha servido de guía mantiene casi constante sus aguas gracias a esta compuerta que las manteniene estancadas.
En estos caños habitan diferentes especies animales, cangrejos, camarones y grandes colonias de artemias (alimento favorito de todos los alevines de peces) en las zonas de menos profundidad y aguas más tranquilas, en lugares dónde la corriente es más fuerte y con más profundidad hallaremos doradas, bailas, sargos, lubinas, etc...)
Nos acaba de caer un chaparrón de espanto. Afortunadamente el arco iris indica algo de tregua y continuamos el sendero.
Este es el segundo mirador y dónde nos encontramos un cartel que nos dice que: Fin del sendero. ¿? Al igual que en la punta del Boquerón nos quedamos perplejos, ahora empieza lo más interesante y algún supertécnico dice que no.
A partir de aquí continuaremos por la "Vuelta de afuera" de la salina de San Félix en busca del molino de mareas.
Todo este tramo resiste mal el agua caida y nos lo encontramos muy embarrado.
Una colonia de flamencos rosas siguen comiendo impasibles a la tormenta.
Ya tenemos a la vista el molino de mareas.
El molino de mareas es uno de los diecinueve que albergó la bahía de Cádiz. Se encuentra incluído en el catálogo general del patrimonio histórico andaluz, y viendo su estado pues podemos sacar conclusión de lo que importa esto a las autoridades ¿competentes?.
El molino se presenta como una alineación de arquerías y tajamares construidos a modo de puente que recibe el empuje del agua al flujo o reflujo de las mareas, siendo un claro exponente de la que fue la tecnología tradicional de aprovechamiento de los recursos naturales.
Disponía de doce piedras que eran movidas por doce tolvas. En el centro y como dos ojos más grandes podemos ver los llamados "aliviaderos".
El molino está incompleto ya que al actual abandono, hay que unirle una porción de edificación que fue demolida para dar paso a la carretera N-IV.
Al lado del molino encontramos la casa salinera de la salina Tres Amigos, siendo singular por que presenta un porche poco habitual en estas construcciones.
Para pasar a la otra parte del sendero es necesario cruzar el puente usado también para la autovía de Cádiz a San Fernando, pasamos rápido y dejamos el asfalto y los coches lejos de nosotos. Una mirada atrás nos permite una última visual del molino.
La marea va vaciando y deja al descubierto esa zona intermareal tan interesante y rica en vida.
Este tramo es bastante más corto por lo que intuímos que nos queda poco para finalizar este magnífico sendero, así que abrimos nuestros poros para empaparnos de marisma y también de agua dulce porque la mojada que pillamos fue de categoría, afortunadamente el sol aprieta y nos secamos rápidamente.
El arco iris cumplió su palabra de no mojarnos más, firmamos la paz con la tormenta y también firmamos el libro de vistas de este sendero, dando por finalizado el mismo.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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