Este sendero discurre dentro del Parque Natural de la Breña y Marismas
de Barbate, entre pinares de suelos arenosos y pista. Saliendo del Área
Recreativa del Jarillo atravesaremos el Cerro de la Plata, bajaremos al diseminado de San Ambrosio, visitaremos la Ermita de igual nombre, una basílica paelocristiana que languidece víctima del abandono, volviendo al punto de partida a través de la pista que discurre y separa los cerros de la Plata y Meca.
Un dato importante es que en esta ruta existe un tramo de unos dos kilómetros que discurre por una carretera asfaltada sin arcén por lo que hay que extremar la precaucion y circular bien pegaditos a la izquierda.
Distancia: 10,52 kilómetros.
Tiempo: 3 horas 23 minutos.
Dificultad: Fácil.
El coche se queda en uno de los aparcamientos de la amplia Área
Recreativa del Jarillo. Un magnífico lugar de esparcimiento aunque hoy día se encuentra bastante más descuidado que la última vez que estuvimos por aquí en 2017.
Iniciamos el camino atravesando una gran explanada rodeada de bancos, mesas y barbacoas. Esta ruta admite muchas variaciones ya que toda esta zona está llena de veredas y pistas de fácil tránsito, así la hicimos nosotros.
Junto a la alambrada discurre el Carril de Los Llanos que es el que debemos seguir, pasa que es arena de playa, suelta y pesada para andar, encima nos dará el sol así que circulamos por la izquierda del carril, que el piso es duro y sombreado.
Al final de la alambrada encontramos una angarilla y un paso canadiense, da igual por el que entremos, pero debemos cruzar la alambrada para incorporarnos al Carril de la Zarzadilla.
En ligero ascenso caminamos por el Carril de la Zarzadilla.
Y poco a poco obtendremos algunas vistas lejanas de los alrededores, siempre y cuando el espeso pinar nos lo permita.
Abajo, parte del caserío de La Zarzadilla. Tras ese cerro de la derecha se encuentra Paterna.
En línea de horizonte vemos el Cerro del Búho y el Parque Eólico de Buenavista.
El cambio de ángulo ahora sí nos permite ver Paterna entre árboles.
Hemos ido en ligera subida por la ladera del Cerro de la Playa que tenemos que abandonar.
Hay que estar atentos para no pasarse este desvío a la derecha, dejamos el carril y nos echamos monte a través en claro descenso. WP DESVIO DCHA.
Hay que llegar hasta unas caballerizas. WP CABALLERIZAS.
Nos incorporamos al Carril de los Treinta Poyetes.
Cruzamos una canalización de aguas o pequeño arroyo que no viene en la cartografía.
Hemos entrado en la zona asfaltada, hay que caminar extremando la precaución, no hay arcén.
A nuestra izquierda nos encontramos un abrevadero, totalmente comido por la maleza. Sin dudas por aquí hay algún acuífero, esta zona tan verde contrasta con la total sequedad que hemos visto desde el inicio del camino. WP ABREVADERO.
Y nos sorprende ver una planta que nunca antes habíamos visto por Cádiz, se trata de Equisetum arvense, también conocida como "cola de caballo", una planta con amplios usos medicinales. Parece ser que la cola de caballo era la planta más común entre finales de las eras Paleozóica y principios de la Mesozoica, hace sobre 300 millones de años, vamos, todo un fósil viviente.
Cruzamos el cauce seco del Arroyo de San Ambrosio, cuya desembocadura vimos en la ruta El Palmar-Cabo de Trafalgar (realizada en septiembre de 2019). Al fondo vemos un coqueto puentecillo colgante, pero tras una breve inspección comprobamos que es de uso privado.
Dejamos el asfalto y nos incorporamos a un polvoriento y reseco carril.
Caminamos por el diseminado de Paternilla, un lugar cargado de historia. En el Valle de la Paternilla, y entre el 19 y el 26 de julio del año 711, tuvo lugar la famosa batalla, a orillas del río "Wadi Bekka", entre Don Rodrigo y Tarik ben Syad que suposo la derrota de los visigodos y el comienzo de la expansión árabe en la Península Ibérica. Según los estudiosos del tema, se identifica "Wadi Bekka" con el río de San Ambrosio y el Valle de la Paternilla como el enclave donde se desarrolló la contienda.
Por la zona existen numerosos vestigios y yacimientos de épocas romana, visigoda y árabe, siendo probablemente la Ermita de San Ambrosio, que pronto veremos, el lugar más emblemático de todos.
Dejamos la pista por una veredita que se nos abre a la izquierda y que nos acortará en unos metros el camino.
En las proximidades de la ermita encontramos grandes bloques de piedra y en uno de ellos creemos ver trazos realizados por la mano del hombre, pero no conseguimos identificar ninguna figura ni texto en concreto.
Y llegamos a la joya del día, la Ermita de San Ambrosio. Se trata de uno de los pocos ejemplos del sur de España de basílica paleocristiana respondiendo al esquema de nave única y ábside rectangular.
La ermita visigoda de San Ambrosio fue construida en el siglo VII sobre los restos de una villa romana, algunos de los cuales se reutilizaron en la nueva construcción. Su consagración tuvo lugar el 14 de noviembre de 644, cuando el obispo Pimenio, titular de la diócesis asidonense, depositó unas reliquias de los mártires Vicente, Félix y Julián en la base de una columna previamente horadada con el fin de que sirviera de ara.
La ermita, desde entonces, fue objeto de reformas en el periodo visigótico y en el periodo mudéjar. La más importante, quizás, la que promoviera Pedro Fernández de Solís, obispo de Cádiz entre 1473 y 1500. De esta época datan, por ejemplo, la capilla lateral, los arcos fajones apuntados y la colocación de su propio escudo.
Aquí vemos la puerta de acceso a la ermita con arco de herradura, alfiz, escudo y óculo.
Estas cúpulas que vemos reúne todas las características propias de la arquitectura mudéjar.
Vemos espacios laterales correspondientes a una posible cripta y al arranque de una torre, hoy muy deteriorada.
En uno de esos huecos y mirando hacia arriba podemos ver las diferentes estructuras que conforman la ermita, por dentro los bloques de piedra de origen paleocristiano o visigótica y recubriéndolos, la mampostería posterior.
Llama la atención el fuerte apuntalamiento de los arcos fajones, en su momento alguien tuvo interés por la conservación de esta ermita, de ahí sus refuerzos y vallado del perímetro exterior (hoy desaparecido) y otras actuaciones, desgraciadamente ese interés fue temporal y hoy la ermita languidece víctima del abandono y la pillería, sin que a nadie le importe a pesar de estar declarada como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, por R.D. del 17 de febrero del 2004 y estar incluida en la Lista Roja por su lamentable estado de conservación.
El arco fajón es un elemento estructural que forma parte de la bóveda de cañón y sirve para reforzarla. Es parecido a un costillar que faja dicha bóveda fortaleciéndola. Este tipo de arcos va empotrado en la estructura y su orientación es transversal al eje de la misma; de este modo queda dividida en tramos. En la foto podemos ver los arcos fajones de la nave central que fueron apuntalados para evitar su caída.
Sobre estos arcos apuntados de ladrillo se sustentaba una cubierta a dos aguas con vigas de madera, tablazón y teja.
Coincidiendo con los apoyos de los arcos, se adosan a los muros perimetrales sendas columnas, de diámetros desiguales y rematadas superiormente con cimacios de nacela. El cimacio es una moldura curva en forma de S, con función tanto estética como estructural.
Excepto las dos más próximas al ábside, con capiteles de orden compuesto, probablemente de origen romano.
En una de las columnas vemos que le falta una porción del fuste (parte de una columna comprendida entre la basada y el capitel), probablemente sea el que se encuentra depositado en la Ermita de Nuestra Señora de la Oliva en Vejer y que contiene la inscripción fundacional en el que se conmemora la colocación de las reliquias de los santos, antes citados, y que dice lo siguiente:
En nombre de N.S.JC. aquí están las reliquias de los santos Vicente, Félix y Julián mártires. La dedicación de esta basílica se hizo en el día 14 de noviembre. Año XI del obispo Don Pimenio de la era 682.
Aquí tenemos una foto de la porción de columna custodiada en la Ermita de Nuestra Señora de la Oliva en Vejer.
A la derecha nos encontramos el nártex, en griego moderno narthekas y se refiere al porche de ingreso a una iglesia. También se usa para referirse al espacio de reunión en la parte posterior de una iglesia.
En su frente oeste existen dos dependencias posiblemente correspondientes a la vivienda del ermitaño, así como a un horno de planta circular dispuesto en el espacio libre del atrio.
En el exterior encontramos los restos de lo que pudo ser una necrópolis visigoda y una alberca oculta por la vegetación.
Visto el interior procedemos a perimetrar la construcción.
Se ven signos de que en algún momento alguien tuvo interés por la conservación de la ermita, pero fue abandonada a su suerte en 2004.
Los muros exteriores están impecables.
No así las zonas altas.
La valla que lo perimetraba y protegía ha sido robada y solo se conserva el murete sobre el que se instalaba.
Algo nos llama la atención en el suelo, en principio pensaba que era parte de alguna estancia, pero fijándome bien se vislumbra una gran cruz de piedra y obra.
Lo que no sé es donde pudo estar ubicada, si era en la techumbre de la ermita, vino a parar bien lejos, por lo que lo más probable es que esté caida en el lugar donde estuvo colocada.
Por la parte trasera encontramos un pozo con agua, y elementos modernos de extracción que indican que fue usado hasta hace poco tiempo.
Por la trasera y fuera del recinto de la ermita podemos ver una porción de vallado que aún se conserva así como un gran paramento en el que se ubica un "nidón" de cigüeña.
El lugar continuó siendo habitado. Como prueba de ello quedaban las ruinas de algunas cabañas donde habitaron el santero y los antecesores de las familias que aún viven en la zona. Se sabe por los vecinos del lugar que hasta hace unos 40 años se seguía celebrando la misa, y que la imagen de San Ambrosio estuvo allí hasta fecha muy reciente que fue trasladada a la Iglesia Mayor de San Salvador en Vejer, para evitar su desaparición.
Volvemos sobre nuestros pasos pero esta vez tomamos un atajo que nos evita unos centenares de metros de carretera asfaltada, llegando más rápidamente al Carril de los Treinta Poyetes.
Justo en esa curva que vemos, abandonamos el carril e ingresamos en un camino de arena.
Pocos metros después llegamos a una encrucijada de caminos, pillamos el del centro que es el menos evidente.
Un camino de arena de playa nos conduce nuevamente hasta el Pinar de la Breña. Mejor caminar por la zona de la derecha bastante más compactada que la propia vereda.
Una cancela nos introduce de forma definitiva en el pinar. WP CANCELA.
Es un camino en ligera bajada lo que nos induce pensar que pronto nos tocará subir. En esta zona podemos disfrutar de magníficas vistas sobre parte de Conil y la playa de El Palmar y Castilnovo, así como de sus correspondientes torres.
Seguimos buscando las zonas compactadas, la arena suelta se hace muy pesada.
Tras pasar lo que otrora fue una angarilla, nos desviamos a la izquierda entrando de lleno en el pinar y comenzando una curiosa subida. WP IZQDA.
Debemos seguir este cortafuegos pero preferimos buscar el firme duro y la sombra de los pinos. Estamos en la zona conocida como Montes del Marqués.
Este camino que llevamos bordea por su parte baja los cerros de Paterna, La Plata y Meca, siendo este último donde se ubica la conocida Torre de Meca (visitada en febrero de 2017).
Nos incorporamos a unos de los numerosos caminos abiertos que conducen hasta el área recreativa del Jarillo.
Y como suele ser habitual y esto es muy preocupante, nuevamente nos encontramos restos de plásticos colocados para algún evento deportivo y que no fueron retirados conforme mandan las ordenanzas medioambientales. En este caso, el incívico es la Delegación de Deportes del Ayuntamiento de Chiclana que nos deja sus plásticos con nombre y apellidos.
Rápidamente llegamos al punto de partida, contentos por la entretenida ruta pero con una sensación de tristeza enorme, es difícil de entender como una obra tan importante de nuestro patrimonio histórico y cultural como es la Ermita de San Ambrosio, una basílica con rasgos únicos en España puede haber sido olvidada y abandonada para mayor regocijo de expoliadores y vándalos. Sin dudas, nos extinguiremos como especie y lo peor será que nos lo ganamos a pulso. Si perdemos nuestra historia, perdemos nuestra memoria y sin memoria, nunca habremos existido.
Iniciamos el camino atravesando una gran explanada rodeada de bancos, mesas y barbacoas. Esta ruta admite muchas variaciones ya que toda esta zona está llena de veredas y pistas de fácil tránsito, así la hicimos nosotros.
Junto a la alambrada discurre el Carril de Los Llanos que es el que debemos seguir, pasa que es arena de playa, suelta y pesada para andar, encima nos dará el sol así que circulamos por la izquierda del carril, que el piso es duro y sombreado.
Al final de la alambrada encontramos una angarilla y un paso canadiense, da igual por el que entremos, pero debemos cruzar la alambrada para incorporarnos al Carril de la Zarzadilla.
Y poco a poco obtendremos algunas vistas lejanas de los alrededores, siempre y cuando el espeso pinar nos lo permita.
Abajo, parte del caserío de La Zarzadilla. Tras ese cerro de la derecha se encuentra Paterna.
En línea de horizonte vemos el Cerro del Búho y el Parque Eólico de Buenavista.
El cambio de ángulo ahora sí nos permite ver Paterna entre árboles.
Hemos ido en ligera subida por la ladera del Cerro de la Playa que tenemos que abandonar.
Hay que estar atentos para no pasarse este desvío a la derecha, dejamos el carril y nos echamos monte a través en claro descenso. WP DESVIO DCHA.
Hay que llegar hasta unas caballerizas. WP CABALLERIZAS.
Nos incorporamos al Carril de los Treinta Poyetes.
Cruzamos una canalización de aguas o pequeño arroyo que no viene en la cartografía.
Hemos entrado en la zona asfaltada, hay que caminar extremando la precaución, no hay arcén.
A nuestra izquierda nos encontramos un abrevadero, totalmente comido por la maleza. Sin dudas por aquí hay algún acuífero, esta zona tan verde contrasta con la total sequedad que hemos visto desde el inicio del camino. WP ABREVADERO.
Y nos sorprende ver una planta que nunca antes habíamos visto por Cádiz, se trata de Equisetum arvense, también conocida como "cola de caballo", una planta con amplios usos medicinales. Parece ser que la cola de caballo era la planta más común entre finales de las eras Paleozóica y principios de la Mesozoica, hace sobre 300 millones de años, vamos, todo un fósil viviente.
Cruzamos el cauce seco del Arroyo de San Ambrosio, cuya desembocadura vimos en la ruta El Palmar-Cabo de Trafalgar (realizada en septiembre de 2019). Al fondo vemos un coqueto puentecillo colgante, pero tras una breve inspección comprobamos que es de uso privado.
Dejamos el asfalto y nos incorporamos a un polvoriento y reseco carril.
Caminamos por el diseminado de Paternilla, un lugar cargado de historia. En el Valle de la Paternilla, y entre el 19 y el 26 de julio del año 711, tuvo lugar la famosa batalla, a orillas del río "Wadi Bekka", entre Don Rodrigo y Tarik ben Syad que suposo la derrota de los visigodos y el comienzo de la expansión árabe en la Península Ibérica. Según los estudiosos del tema, se identifica "Wadi Bekka" con el río de San Ambrosio y el Valle de la Paternilla como el enclave donde se desarrolló la contienda.
Por la zona existen numerosos vestigios y yacimientos de épocas romana, visigoda y árabe, siendo probablemente la Ermita de San Ambrosio, que pronto veremos, el lugar más emblemático de todos.
En las proximidades de la ermita encontramos grandes bloques de piedra y en uno de ellos creemos ver trazos realizados por la mano del hombre, pero no conseguimos identificar ninguna figura ni texto en concreto.
Y llegamos a la joya del día, la Ermita de San Ambrosio. Se trata de uno de los pocos ejemplos del sur de España de basílica paleocristiana respondiendo al esquema de nave única y ábside rectangular.
La ermita visigoda de San Ambrosio fue construida en el siglo VII sobre los restos de una villa romana, algunos de los cuales se reutilizaron en la nueva construcción. Su consagración tuvo lugar el 14 de noviembre de 644, cuando el obispo Pimenio, titular de la diócesis asidonense, depositó unas reliquias de los mártires Vicente, Félix y Julián en la base de una columna previamente horadada con el fin de que sirviera de ara.
La ermita, desde entonces, fue objeto de reformas en el periodo visigótico y en el periodo mudéjar. La más importante, quizás, la que promoviera Pedro Fernández de Solís, obispo de Cádiz entre 1473 y 1500. De esta época datan, por ejemplo, la capilla lateral, los arcos fajones apuntados y la colocación de su propio escudo.
Aquí vemos la puerta de acceso a la ermita con arco de herradura, alfiz, escudo y óculo.
Estas cúpulas que vemos reúne todas las características propias de la arquitectura mudéjar.
Vemos espacios laterales correspondientes a una posible cripta y al arranque de una torre, hoy muy deteriorada.
En uno de esos huecos y mirando hacia arriba podemos ver las diferentes estructuras que conforman la ermita, por dentro los bloques de piedra de origen paleocristiano o visigótica y recubriéndolos, la mampostería posterior.
Llama la atención el fuerte apuntalamiento de los arcos fajones, en su momento alguien tuvo interés por la conservación de esta ermita, de ahí sus refuerzos y vallado del perímetro exterior (hoy desaparecido) y otras actuaciones, desgraciadamente ese interés fue temporal y hoy la ermita languidece víctima del abandono y la pillería, sin que a nadie le importe a pesar de estar declarada como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, por R.D. del 17 de febrero del 2004 y estar incluida en la Lista Roja por su lamentable estado de conservación.
El arco fajón es un elemento estructural que forma parte de la bóveda de cañón y sirve para reforzarla. Es parecido a un costillar que faja dicha bóveda fortaleciéndola. Este tipo de arcos va empotrado en la estructura y su orientación es transversal al eje de la misma; de este modo queda dividida en tramos. En la foto podemos ver los arcos fajones de la nave central que fueron apuntalados para evitar su caída.
Sobre estos arcos apuntados de ladrillo se sustentaba una cubierta a dos aguas con vigas de madera, tablazón y teja.
Coincidiendo con los apoyos de los arcos, se adosan a los muros perimetrales sendas columnas, de diámetros desiguales y rematadas superiormente con cimacios de nacela. El cimacio es una moldura curva en forma de S, con función tanto estética como estructural.
Excepto las dos más próximas al ábside, con capiteles de orden compuesto, probablemente de origen romano.
En una de las columnas vemos que le falta una porción del fuste (parte de una columna comprendida entre la basada y el capitel), probablemente sea el que se encuentra depositado en la Ermita de Nuestra Señora de la Oliva en Vejer y que contiene la inscripción fundacional en el que se conmemora la colocación de las reliquias de los santos, antes citados, y que dice lo siguiente:
En nombre de N.S.JC. aquí están las reliquias de los santos Vicente, Félix y Julián mártires. La dedicación de esta basílica se hizo en el día 14 de noviembre. Año XI del obispo Don Pimenio de la era 682.
Aquí tenemos una foto de la porción de columna custodiada en la Ermita de Nuestra Señora de la Oliva en Vejer.
A la derecha nos encontramos el nártex, en griego moderno narthekas y se refiere al porche de ingreso a una iglesia. También se usa para referirse al espacio de reunión en la parte posterior de una iglesia.
En su frente oeste existen dos dependencias posiblemente correspondientes a la vivienda del ermitaño, así como a un horno de planta circular dispuesto en el espacio libre del atrio.
En el exterior encontramos los restos de lo que pudo ser una necrópolis visigoda y una alberca oculta por la vegetación.
Visto el interior procedemos a perimetrar la construcción.
Se ven signos de que en algún momento alguien tuvo interés por la conservación de la ermita, pero fue abandonada a su suerte en 2004.
Los muros exteriores están impecables.
No así las zonas altas.
La valla que lo perimetraba y protegía ha sido robada y solo se conserva el murete sobre el que se instalaba.
Algo nos llama la atención en el suelo, en principio pensaba que era parte de alguna estancia, pero fijándome bien se vislumbra una gran cruz de piedra y obra.
Lo que no sé es donde pudo estar ubicada, si era en la techumbre de la ermita, vino a parar bien lejos, por lo que lo más probable es que esté caida en el lugar donde estuvo colocada.
Por la parte trasera encontramos un pozo con agua, y elementos modernos de extracción que indican que fue usado hasta hace poco tiempo.
Por la trasera y fuera del recinto de la ermita podemos ver una porción de vallado que aún se conserva así como un gran paramento en el que se ubica un "nidón" de cigüeña.
El lugar continuó siendo habitado. Como prueba de ello quedaban las ruinas de algunas cabañas donde habitaron el santero y los antecesores de las familias que aún viven en la zona. Se sabe por los vecinos del lugar que hasta hace unos 40 años se seguía celebrando la misa, y que la imagen de San Ambrosio estuvo allí hasta fecha muy reciente que fue trasladada a la Iglesia Mayor de San Salvador en Vejer, para evitar su desaparición.
Volvemos sobre nuestros pasos pero esta vez tomamos un atajo que nos evita unos centenares de metros de carretera asfaltada, llegando más rápidamente al Carril de los Treinta Poyetes.
Justo en esa curva que vemos, abandonamos el carril e ingresamos en un camino de arena.
Pocos metros después llegamos a una encrucijada de caminos, pillamos el del centro que es el menos evidente.
Un camino de arena de playa nos conduce nuevamente hasta el Pinar de la Breña. Mejor caminar por la zona de la derecha bastante más compactada que la propia vereda.
Una cancela nos introduce de forma definitiva en el pinar. WP CANCELA.
Es un camino en ligera bajada lo que nos induce pensar que pronto nos tocará subir. En esta zona podemos disfrutar de magníficas vistas sobre parte de Conil y la playa de El Palmar y Castilnovo, así como de sus correspondientes torres.
Seguimos buscando las zonas compactadas, la arena suelta se hace muy pesada.
Tras pasar lo que otrora fue una angarilla, nos desviamos a la izquierda entrando de lleno en el pinar y comenzando una curiosa subida. WP IZQDA.
Debemos seguir este cortafuegos pero preferimos buscar el firme duro y la sombra de los pinos. Estamos en la zona conocida como Montes del Marqués.
Este camino que llevamos bordea por su parte baja los cerros de Paterna, La Plata y Meca, siendo este último donde se ubica la conocida Torre de Meca (visitada en febrero de 2017).
Nos incorporamos a unos de los numerosos caminos abiertos que conducen hasta el área recreativa del Jarillo.
Y como suele ser habitual y esto es muy preocupante, nuevamente nos encontramos restos de plásticos colocados para algún evento deportivo y que no fueron retirados conforme mandan las ordenanzas medioambientales. En este caso, el incívico es la Delegación de Deportes del Ayuntamiento de Chiclana que nos deja sus plásticos con nombre y apellidos.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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