En esta salida vamos a caminar por unos de los lugares más desconocidos del Parque Natural de la Bahía de Cádiz y más llenos de historia, el entorno del caño del Trocadero y aprovecharemos para llegar hasta las mismas raíces del puente José León de Carranza en su parte portorrealeña.
Podremos ver chorlitejos, cigüeñuelas,
avocetas, correlimos, agujas, flamencos y espátulas y vegetación típica de marisma, rememoraremos antiguas batallas y sobre todo conoceremos la Isla del Trocadero y las Casas del Consulado, un lugar que durante una época se convirtió en el centro neurálgico del comercio con América y que ahora languidece víctima del abandono.
Esta ruta conforma la etapa 8 del periplo "La Costa de Cádiz".
Distancia recorrida: 5,39 kilómetros.
Tiemplo empleado: 1 hora 45 minutos.
Dificultad: Fácil.
Dejamos el coche en: 36° 31.129'N - 6° 13.571'W
Tras un kilómetro aproximadamente el amplio camino gira hacia las instalaciones del Club del Trocadero que veremos al regreso y continuamos por una veredilla entre vegetación típica de marisma. Nuestro primer objetivo es acercarnos todo lo posible al puente José León de Carranza.
El puente de Carranza mide 1.400 metros y aunque el proyecto original de construcción provenía de 1928, siendo alcalde de Cádiz Ramón de Carranza ideólogo del proyecto, no fue hasta 1966 y tras innumerables "dimes y diretes" cuando comenzaron las obras, siendo inaugurado en octubre de 1969.
Caminamos encajonados entre la autovía CA-36 a nuestra derecha y el Caño del Trocadero, a nuestra izquierda.
Al otro lado del caño se ubica la conocida como Isla del Trocadero, en cuyo extremo occidental vemos los restos del Fuerte de San Luis y algún construcción más moderna sobre ellos. Este fuerte constituía un conjunto integral de fortalezas junto con los castillos de La Matagorda (también en tierras portorrealeñas) y de Puntales (sito este último ya en la propia ciudad de Cádiz) hasta comienzos del siglo XIX.
Esas tres estructuras fortificadas de eminente carácter defensivo
contaban con un sofisticado y muy avanzado (para el siglo XVIII) sistema
de obstrucciones (fijas y móviles) y bloqueo para la navegación,
sistema que probaría impidiendo la salida a mar abierto de las diversas
unidades navales francesas al mando del almirante Rossilly en 1808; al
mismo tiempo, el fuego cruzado de las piezas de artillería en ellas
instaladas habría de suponer una barrera infranqueable para quien
intentase acceder al saco meridional de la bahía desde el exterior de la
misma (una barrera que, de hecho, no sería nunca superada).
Sus estructuras, aún por estudiar y en la actualidad en ruinas, fueron
escenario del asedio a Cádiz en el transcurso de la Guerra del Francés
(1808-1813) y de la batalla de Trocadero de la que luego hablaremos. Con un poco de zoom podemos ver perfectamente el muro perimetral que rodeaba la edificación.
Este lugar me trae recuerdos de mi niñez, justo en este lugar que vemos, mi padre y su amigo Jose Mari Picardo (d.e.p.d. ambos) construyeron un mini embarcadero con el que podían acceder al bote que tenían para salir a pescar y por aquí correteaba mientras ellos con la única ayuda de mazos y sus brazos iban clavando uno a uno, los troncos que a la postre servirían para apoyar la pasarela que discurría sobre ellos ¡quién sabe si algunos de estos puntales que vemos clavados fueron colocados por mi padre hará unos 50 años!
Aunque aún no lo sabemos, este paso será la única pequeña dificultad que encontraremos hasta llegar al puente, es más seguro pasar por la parte baja pero con la pleamar probablemente no sea posible.
Este último tramo hay que hacerlo por la escollera o por el talud que vemos a nuestra derecha, sea como sea, se pasa bien.
Llegamos al lugar previsto pero la marea vacía nos deja ver la posibilidad de seguir algo más, así que pasamos bajo el puente.
El puente dispone de 25 hiladss de columnas con 5 pilotes cada una y hasta la construcción del Puente de la Constitución, fue el segundo acceso que unía por tierra Cádiz con el resto del continente europeo, el único existente hasta entonces fue la N.443 a través de San Fernando.
Una curiosidad de este puente es que entre los diferentes proyectos estudiados estuvo a punto de ser cambiado por un túnel submarino que hubiese discurrido entre los 12 y los 24 metros bajo el nivel del mar y hubiese sido el precursor de lo que más tarde fue el túnel bajo el Canal de la Mancha que une Francia con el Reino Unido.
Hemos llegado al punto "non plus ultra", pegados a la valla limítrofe de los astilleros tenemos que dar la vuelta.
Tras volver sobre nuestros pasos llegamos a la altura de las Casas del Consulado en la Isla del Trocadero (que de alguna u otra forma tengo que visitar, no sé como la haré, pero tengo que pasear por ella).
El Caño del Trocadero es una referencia histórica desde tiempos de los romanos y un fondeadero emblemático en el comercio con América, también el lugar del asedio francés a Cádiz, un hito tan importante para el gabacho que incluso dieron su nombre a un paseo, plaza y jardines de París. pero no es un paseo cualquiera, es el ubicado justo a los pies de la Torre Eiffel. Vista de dichos jardines de lo alto de la Torre Eiffel (imagen obtenida de wikipedia).
Allí se tambien se ubica una salina, la salina del Consulado que en su mejor momento, dió trabajo a más de mil personas de diferentes poblaciones y sus productos tenían fama internacional. Desde la crisis salinera de los años 70 del siglo pasado quedó en el abandono habiendo empezado a peligrar tanto la isla como su marisma que tiene un delicado equilibrio regulado por compuertas para garantizar la lámina de agua vital para el ecosistema y para las aves que emigran a África, allí nidifica el águila pescadora y unas colonias de espátulas y flamencos y es zona de invernada de un gran número de aves de alto interés ecológico.
Pero si por algo destaca la Isla del Trocadero fue por haber jugado un papel primordial en el comercio con "Indias" en la època en la que Cádiz se convirtió en sede de la Casa de Contratación hace 300 años y en el asedio francés a Cádiz a principios del siglo XIX y posteriormente en la llamada "Batalla del Trocadero" un encuentro bélico que tuvo lugar el 31 de agosto de 1823 y que puso fin al Trienio Liberal español (1820-1823) y restauró al monarca absolutista Fernando VII. La intervención de tropas francesas conocidas como los Cien Mil hijos de San Luis hizo acabar el enfrentamiento a favor del bando tradicionalista que se enfrentaba a la revolución constitucional.
Hemos llegado a una zona donde el caño está "repletito" de pequeñas barquitas, son del Club del Trocadero.
Allí mismo existe un pequeño poblado de casetas que nos indican la alta aceptación de este recóndito lugar, son conocidas como las Casas de las Canteras, un espacio ocupado por pescadores de todo tipo y que rebosa de actividad.
Rápidaamente salimos del poblado y continuamos por la vuelta de afuera de la salina.
Una doble compuerta en perfecto estado controlan la salida de agua de la antigua salina, hoy día espacio protegido para la nidificación de aves.
Este caño sorprende ya que es diferente a la mayoría, por norma general en las desembocaduras son más anchos que corriente arriba, pero este caño se ensancha conforme se aproxima a Puerto Real, localidad que vemos al fondo.
Generalmente todas las salinas y marismas están en lugares apartados y solicitarios y aquí nos sorprende el maremagnun que rodea este idílico lugar.
Si seguimos el camino y pasamos bajo el puente llegamos a la carretera, giraríamos a la izquierda y llegaríamos al coche, pero no nos gusta el asfalto así que tiramos a la izquierda y tras pasar un pequeño tramo sin apenas vereda, nos quitamos algunos metros de carretera.
Tras el paso "campo a través", tenemos un inevitable tramo de arcén, allí al fondo vemos el coche y damos por finalizada la ruta.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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