Desde hace tiempo queríamos hacer una visita a las Minas de Riotinto y
su complejo minero y llegó el día. El precio conjunto de la visita son
19 euros y dentro del pack podemos ver el Museo Minero, la Mina de la
Peña del Hierro y tal vez como actividad más interesante pues un paseo
de algo más de una hora en el ferrocarril turístico que nos llevará
hasta la antigua estación de Los Frailes, dónde podremos bajar del tren y
acercarnos hasta la misma orilla del mítico Río Tinto. Finalizaremos con la visita a la Casa 21, en el conocido como barrio inglés de Bella Vista y dónde veremos una construcción de finales del siglo XIX, y en la que se conservan muebles y enseres de la época en la que los ingleses explotaron las minas.
El recorrido está bien estructurado, te aconsejan ver primero el museo. Desde su misma puerta sale la caravana que se forma para la visita guiada a la Mina ubicada en la población de Nerva, y desde allí y nuevamente acompañados por un guía, nos desplazaremos hasta la estación del tren turístico. Señalar que todos los desplazamientos tendremos que hacerlos en nuestros propios vehículos.
En primer lugar visitaremos el Museo Minero "Ernest Lluch". De forma individual la entrada al museo cuesta 5 euros, una cantidad que personalmente considero excesiva para lo que ofrecen. Son bastantes salas pero con muchas reproducciones y abarcan toda la historia minera de la zona.
Lo primero que vemos es un cartel que prohibe hacer fotos, aún así, no me resisto a sacar un par de tomas generales del lugar.
Se ubica en el edificio del antiguo hospital de la Rio Tinto Company Ltd.
completamente restaurado y nos transporta, a través de auténticos hitos
museísticos, a las diferentes civilizaciones que forjaron la historia
minera de la comarca.
Un espacio único en el que podemos recorrer el
interior de una mina romana, compartir el lujo de un Maharajá hindú,
conocer los secretos geológicos del subsuelo o impresionarnos con la
capacidad de la actividad minera para modificar un territorio e influir
en la vida de sus habitantes.
Arqueología, geología, antropología,
ingeniería, medicina, enseñanza, historia, economía… todo en 17 salas
que constituyen, además, el centro de operaciones de la actividad
turística del Parque Minero.
La salida hacia la Mina Arco Iris en la Peña del Hierro se efectúa a las 11,30 horas, y los altavoces nos informan de que en 5 minutos sale la caravana de visitantes, encabezándola un vehículo guía que nos llevará hasta la mina.
La propaganda nos habla de una visita de hora y media de duración, aunque ciertamente no llega ni a 40 minutos. La hora prevista de la salida desde el parking del museo era a las 11,30 horas y a las 13,00 horas sale el tren turístico, así que si quitamos el tiempo que se pierde en formar la caravana con al menos 50 coches, y los desplazamientos, pues eso, 40 minutos escasos, aunque verdaderamente tampoco hace falta más.
El precio individual de la visita son 8 euros, un precio excesivamente
caro para lo que realmente ofrecen: una charla en la explanada, otra
charla dentro del pequeño túnel y la posibilidad de acercarnos al final
de la boca del túnel, para poder ver un "agujero lleno de agua" y dónde
debido a su pequeño tamaño, tendremos que turnarnos para poder sacar
alguna foto.
Lo que no falla es el interés de los visitantes por aprender algo de lo que nos cuentan.
Es interesante ver los restos de toda la instalación exterior, y la torre por la que bajaban y subían los obreros al lugar de la extracción.
Como ya cuento, la mina era una explotación a cielo abierto, con la única
peculiaridad de que se podía acceder a ella a través de un pequeño
túnel cuya entrada vemos allí enfrente.
Según nos cuenta el guía, es uno de los parajes más bellos de la Cuenca Minera, considerado
Paisaje Protegido, habiéndose recuperado una antigua galería de más de 200
metros en la que los visitantes podemos sentir la emoción de la minería
de interior y asomarnos al mirador de la mina a cielo abierto para
descubrir la paleta multicolor de un subsuelo rico en minerales, un
auténtico arco iris bajo tierra. En este enclave extraordinario se
desarrollan en la actualidad los estudios científicos del CAB, INTA y
NASA para el desarrollo del Proyecto Marte.
Hoy día no se conservan las terrazas típicas en este tipo de explotaciones, sólo el gran agujero formado en medio del cerro.
Se profundizó tanto que se alcanzó el nivel freático de aguas subterráneas que hicieron necesario la colocación de bombas de achique que permitieran seguir con la excavación. Una vez cesada la actividad y por tanto, el achique, el nivel del agua volvió a su altura natural que es lo que vemos en la actualidad.
Estas aguas subterráneas son las que emanan por un manantial cercano en la Sierra de Padre Caro y que es considerado el nacimiento del Río Tinto.
En el entorno también podemos ver un conjunto de las antiguas
instalaciones mineras e industriales y el Centro de Interpretación del
entorno del Río Tinto completan un espacio impresionante. Curiosamente el Centro de Interpretación y las viejas ruinas están fueran de la visita guiada.
Con puntualidad suiza el tren arranca a las 13,00 horas y llega el momento más esperado por niños y no tan niños.
Para este tren turístico se ha recuperado parte
del trazado original de la vía que desde 1875 conectaba las minas del Río Tinto con el
Puerto de Huelva.
Viajaremos en vagones de madera reconstruidos a partir de los
planos del siglo XIX, y con locomotoras que son joyas del patrimonio
ferroviario mundial.
Desde sus ventanillas podremos ver los paisajes transformados por la mano del hombre durante 150 años de actividad minera, acompañando el trazado del Río Tinto y su ecosistema único. Un conjunto de sensaciones que traslada a los visitantes a escenarios más propios de otro planeta.
También se conservan vagones y otra maquinaria original que nos harán sentir la actividad frenética que debía existir por aquí en tiempos pasados.
En algunas zonas podremos otras antiguas infraestructuras del ciclo minero, plantas de triturado y lavado del mineral con agua que caía desde grandes alturas.
El tren circula paralelo al Río Tinto y viendo sus aguas no hace falta explicar el porqué de su nombre.
La coloración tiene su origen en la meteorización de minerales que contienen sulfuros de metales pesados hallados en los yacimientos a lo largo del rio.
La coloración tiene su origen en la meteorización de minerales que contienen sulfuros de metales pesados hallados en los yacimientos a lo largo del rio.
Estos yacimientos son depósitos hidrotermales compuestos en gran medida por rocas de pirita (sulfuro de hierro) y calcopirita (disulfuro de hierro y cobre). El proceso de meteorización se debe a la oxidación microbiológica de estos minerales, causada principalmente por unas bacterias especiales de cuyos nombres no quiero acordarme y otras bacterias acidófilas
que oxidan los iones sulfuro y ferroso a iones sulfato y férrico,
liberando protones que acidifican las aguas, y lixiviando una variedad
de metales pesados como cationes
en el agua.
Es a causa del flujo de ácido sulfúrico que el agua del río tiene un carácter muy ácido. A este proceso se le denomina: drenaje ácido de minas. Ni que decir tiene que no es recomendable bañarse en estas aguas, su ph gira entre 1,7 y 2,7, vamos, muy ácido.
El
trayecto es de ida y vuelta por la misma vía, por lo que la locomotora
tiene que cambiar de posición, es durante este breve tiempo, del que
dispondremos para acercarnos a la orilla y ver desde primera línea, al
protagonista de toda esta historia.
El cruce de la vía se efectúa por un paso elevado que nos hace perder mucho tiempo, pero todos queremos bajar a la orilla.
Parecemos hormigas moviéndonos en la misma dirección.
El Río Tinto tiene una longitud de 100 kilómetros y se funde con el Río Odiel en la Ría de Huelva.
El cuerpo de mineral fue depositado en el periodo Carbonífero, hace la friolera de entre 300 y 350 millones de años por actividades hidrotermales sobre el fondo del mar. El área del río tiene una historia de actividad
extractora por parte de todos los pueblos que se asentaron en la
región, como los Íberos (que empezaron en el año 3000 a.C. y lo denominaban Iberus), los fenicios, romanos (que lo denominaban Urium) y los musulmanes.
La minería continuó durante la era fenicia y la romana hasta los
musulmanes en la segunda parte del siglo XIII. Fue principalmente de cobre, pero también de hierro y manganeso.
En el siglo XIX la explotación minera comenzó a gran escala, principalmente llevada a cabo por empresas del Reino Unido.
Después de alcanzar la producción máxima en 1930, esta disminuyó y se terminó para el cobre en 1986, y para la plata y la extracción de oro en 1996.
En la década de 2010 se intentó hacer una reapertura aprovechando la
subida de precios del cobre y de plata, pero, principalmente, por
motivos medioambientales fue imposible hacerlo.
Fuerte
impacto sobre el biotopo lo originan los inmensos montes originados por
los materiales de desecho y escorias y que son fácilmente distinguibles
por su color negro.
El tren finaliza el regreso y son las 14,30 horas, así que antes de seguir con la visita, buscaremos algún lugar dónde reponer fuerzas.
Repuestas las fuerzas y más descansados iremos a visitar una casa que nos ayudará a entender la huella de 100 años de presencia británica
en Riotinto. En el barrio de Bella Vista se ubicó una importante colonia inglesa, y en el número 21, veremos una edificación típica de la época con claro estilo inglés y que se conserva tal y como la vivieron sus ocupantes originales. Se trata de la conocida como Casa 21.
En 1873 un consorcio financiero extranjero de capital mayoritariamente británico, compró las minas de Riotinto, constituyendo la empresa Rio Tinto Company Limited, iniciándose así la presencia inglesa en la cuenca minera del Río Tinto, dónde permaneció hasta 1954.
Debido a la expansión de la explotación y para mantener una distancia con los obreros, se fundó el barrio inglés de Bella Vista, que se convirtió en una auténtica
colonia donde los directivos de la Rio Tinto Company Ltd., aislados de
los trabajadores locales, mantuvieron sus costumbres y privilegios. Las primeras casas construidas fueron la Casa Concejo (dónde viviría el Director General) y diez viviendas más. En 1891 se construyeron otras diez casas, entre ellas la casa número 21.
La Casa 21 se
conserva con los detalles, muebles y enseres que nos trasladan a finales
del siglo XIX y principios del XX,y nos ayuda a introducirnos en su
modo de vida, sentir el ritual de la hora del té o imaginar los ratos
de ocio en torno a deportes y juegos hasta entonces desconocidos en
España, como el tenis, el polo, el criquet o el fútbol.
La casa presenta la siguiente distribución: en planta baja un vestíbulo por el que se accedía al salón y al comedor y una escalera que nos llevaba al primer piso.
En la primera planta, dos habitaciones y un vestidor que hacía las veces de habitación de cuna, un pequeño estudio y un cuarto de baño.
Y en la segunda planta, la habitación del servicio y el almacén.
La escalera tiene una clara influencia británica, su construcción de madera tiene una barandilla también de madera, siendo una copia exacta de las existentes en las casas británicas del siglo XIX.
Hasta aquí la visita programada, pero para terminar visitaremos el Mirador del Cerro Colorado. Está situado a las afueras de Nerva y desde dónde se divisa una de las mayores minas a cielo abierto de Europa.
Actualmente, el Cerro Colorado ocupa una extensión de 4,2 kilómetros cuadrados y allí se encuentran uno de los mayores depósitos de sulfuros masivos del mundo con 500 millones de toneladas de mineral, de los que más de la mitad están aún sin explotar.
La empresa explotadora tiene una capacidad de tratamiento máxima de 9,5 millones de toneladas de mena por año, para una producción de 45.000 toneladas de concentrado de cobre.
Paradojas de la vida, pagamos una cantidad tal vez excesiva de dinero para ver un complejo minero y el mayor espectáculo que vemos y fiel reflejo de lo que es una mina a cielo abierto en producción, es de acceso libre.
Después de recrearnos y hacer mil fotos, volvemos a casa contentos. Ha sido un buen día y el viaje mereció la pena.
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