Para iniciar el blog que mejor sendero que el mítico Caminito del Rey en el Desfiladero de los Gaitanes (Ardales/Álora-Málaga). Actualmente el sendero está cortado en su tramo más interesante, pero bueno, hicimos lo que se podía hacer, no es cuestión de arriesgarse a una fuerte multa o algo peor para la integridad física. Dicen los lugareños que la Comunidad europea libró unos fondos para la restauración de la parte colgante, pero la Junta de Andalucía haciendo honor a su fama pues se gastó el dinero en otros menesteres. Esperemos que algún día no muy lejano (a ser posible en esta vida) podamos hacer los 13 kilómetros íntegros de la misma. De momento nos conformaremos con hacerla en dos partes, la primera de ellas a través del Sendero del Gaitanejo, saliendo de la cercana población de Ardales justo al lado de la presa Duque de Guadalhorce y buscando la parte alta y principio o final según se mire, de la falla que origina el desfiladero.
Tomanos la carretera de salida del pueblo y al poco nos encontramos con este túnel que deberemos pasar.
El camino original nos lleva paralelos al pantano por la parte baja, nosotros elegimos la bifucarción derecha con clara pendiente ascendente y empezamos a obtener las primeras vistas interesantes.
Encontramos el primer mirador, denominado "Desfiladero de los Gaitanes", aunque lo que vemos es nuevamente la presa.
El camino algo aburrido nos depara bellas imágenes de la zona.
Nos falta poco para llegar al "origen de todo", el Pico Convento se muestra poderoso.
Al fin llegamos, aquí tenemos el principio o final del famoso Desfiladero de los Gaitanes. Una profunda y estrecha falla en la que es dificil ver el fondo.
Finalizado este tramo nos dirigimos a la barriada de El Chorro. Hacemos algunas paradas para tomar vistas lejanas. Hacia allí vamos.
En las paredes podemos ver el nivel que alcanzan las aguas. Es un sistema curioso el que usa la central eléctrica para producir electricidad, durante el día está para y el agua se acumula en el embalse, por la noche abren las compuertas y el agua acumulada hace funcionar los generadores. Es temprano por eso se ve este nivel tan bajo de agua, ha sido evacuada durante la noche y ahora se recupera.
Pero no habíamos ido hasta allí para darnos media vuelta.
De lejos y ya impresionan las paredes verticales.
Tras ese monte verde está el famoso Desfiladero de los Gaitanes, protagonista de los sueños de cientos de miles de senderistas y escaladores y auténtico emblema de los desfiladeros, profundo, estrecho y oscuro, un auténtico hachazo a la sierra de Almorchón.
El puente de piedra nos saluda majestuoso.
Poco a poco y ganando altura nos vamos acercando a nuestro destino.
Ahora sí, éste sí que es el verdadero mirador del Desfiladero.
A veces nos olvidamos de mirar hacia atrás y perdemos imágenes imborrables.
Esto impresiona de verdad, las majestuosas y pacientes piedras llevan allí cientos de miles de años esperando nuestra visita.
Bajamos del mirador y nos dirigimos al mil veces fotografiado puente de hierro y nadie dice lo peligroso que es, al cruzarlo hay que extremar la precaución, el tren pasa por allí a toda velocidad y nos puede pillar desprevenidos y en el mejor de los casos darnos un buen susto por no oirlo llegar.
El túnel invita a atraversarlo pero el poco espacio disponible entre la pared y la vía nos disuade de la idea.
Hasta aquí llegamos.
Aquí podemos apreciar el tramo que fue dinamitado obligando a los senderistas en pensar hacerse escaladores.
El Balconcillo de los Gaitanes. Si observamos bien podremos distinguir a un par de escaladores por el voladizo.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
El puente de piedra nos saluda majestuoso.
Poco a poco y ganando altura nos vamos acercando a nuestro destino.
Ahora sí, éste sí que es el verdadero mirador del Desfiladero.
Esto impresiona de verdad, las majestuosas y pacientes piedras llevan allí cientos de miles de años esperando nuestra visita.
Bajamos del mirador y nos dirigimos al mil veces fotografiado puente de hierro y nadie dice lo peligroso que es, al cruzarlo hay que extremar la precaución, el tren pasa por allí a toda velocidad y nos puede pillar desprevenidos y en el mejor de los casos darnos un buen susto por no oirlo llegar.
El túnel invita a atraversarlo pero el poco espacio disponible entre la pared y la vía nos disuade de la idea.
Hasta aquí llegamos.
Aquí podemos apreciar el tramo que fue dinamitado obligando a los senderistas en pensar hacerse escaladores.
El Balconcillo de los Gaitanes. Si observamos bien podremos distinguir a un par de escaladores por el voladizo.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
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