martes, 10 de marzo de 2020

VALENCINA-DÓLMENES DE LA PASTORA Y MATARRUBILLA (8MAR2020)

Para la ruta de hoy nos hemos desplazado hasta Valencina de la Concepción, una localidad perteneciente al Aljarafe sevillano y ubicado a unos ocho kilómetros de la capital. Vamos a visitar los dólmenes de la Pastora y Matarrubilla, unas construcciones funerarias datadas en la Edad del Cobre, entre el 4000 y 2000 a.C.

Se ubican en una zona arqueológica que ocupa 779 hectáreas de los municipios de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán, en la que se han encontrado múltiples vestigios de antiguos asentamientos humanos que desde la noche de los tiempos ocuparon este sector de la cornisa del Aljarafe.

Para aprovechar el desplazamiento, tras la visita hemos diseñado un recorrido perimetral a Valencina  que nos permitirá conocer de forma más directa lo que nos ofrece esta bonita localidad. Aunque lo primero que haremos es realizar la visita concertada a los dólmenes y museo arqueológico.

La visita a los dólmenes es independiente del track, por lo que la siguiente información solo corresponde a la ruta a pie.

Dejamos el coche en: 37° 25.052'N - 6° 04.593'W
Distancia: 8,35 kilómetros.
Tiempo: 2 horas 20 minutos.
Dificultad: Fácil.

Para comenzar la visita hemos quedado a las 10,30 en la puerta del Dolmen de la Pastora, allí nos atiende el guarda, un señor muy amable y que se encarga de abrir las puertas al interior de la instalación y del dolmen. Y llega nuestra primera sorpresa, tanto la reserva online como la magnífica coordinación telefónica posterior y el interés de tener a todo el grupo reunido a una hora exacta, nos indujo a pensar que sería una visita guiada, pero de eso nada, monada, nos abren la puerta al recinto y sírvase vd. mismo, así que hay que venir con la lección aprendida de lo que vamos a ver. Como hemos llegado con unos diez minutos de antelación pues me dedico a cotillear por las cercanías y justo en la misma puerta vemos unas excavaciones arqueológicas.

Este asentamiento del calcolítico es de lejos el mayor de toda la península Ibérica y posiblemente uno de los mayores de Europa occidental en la prehistoria tardía. A lo largo de los últimos 45 años se han recuperado numerosos restos humanos así como un espectacular ajuar formado por unas 4.000 cuentas de collar y numerosas figuras zoomorfas, otros utensilios y objetos de marfil, sílex o ámbar, dos altares circulares y más de 100 puntas de flecha.

De esta parcela que vemos excavada se han sacado a la luz interesantes construcciones vinculadas al yacimiento de Valencina, entre las que destaca un foso de cinco metros de anchura que posiblemente separó el poblado de la zona de enterramientos. También se han localizado construcciones subterráneas de plantas circulares o polilobulares que pudieran corresponderse a los fondos de las cabañas, silos u otras estructuras de intencionalidad funeraria. Se fechan mayoritariamente sobre el 3000 a.C, aunque también se han encontrado algunas evidencias tartésicas.
Desgraciadamente de estas excavaciones no se informa nada, ni siquiera nos dicen que están allí. El guarda bastante tiene con abrir y cerrar el recinto sin dejar a nadie dentro.

Nos abren la verja y allí al fondo vemos una estructura rara que poco tiene que ver con un dolmen, pero bueno, es una construcción protectora, lo interesante lo veremos tras sobrepasar la puerta de entrada.

Se trata de un tholos que muestra el corredor más largo de la Península Ibérica, por tholos se conocen varios tipos de construcciones antiguas, y entre ellas se encuentran este tipo de dólmenes.

El dolmen de La Pastora o dolmen de Mataherrera como se le conoce tradicionalmente, fue descubierto en 1860 durante la plantación de una viña en la finca de La Pastora, es una sepultura construida alrededor del 4500 a.C. en plena Edad del Cobre. Su estructura con un corredor de 44 metros y una cámara de 2,60 metros de diámetro llama la atención por los materiales usados: granito, arenisca y pizarra para suelo, techo y paredes y por las dificultades que tuvieron que superar para localizar y transportar esos materiales tan pesados desde distancias que superan los veinte kilómetros.

 El monumento se encuentra destruido en sus primeros dieciséis metros de corredor.


 Aunque se conservan intactos los dos tramos restantes y la cámara.

Originalmente el corredor se encontraba cerrado por un sello que formado por lajas de pizarra trabadas. Las paredes están construidas con pequeñas pizarras superpuestas y unidas con barro, siendo su sección trapezoidal.


La cámara circular tiene las paredes de pizarra y arenisca. El suelo está formado por una losa de piedra de enorme tamaño.

Arquitectónicamente, el techo de la cámara es de falsa cúpula, formada por una gran piedra de granito que descansa sobre las paredes antes mencionadas.

Una curiosidad significativa de este dolmen es su anómala orientación astronómica al oeste, cuando la norma suele ser que su entrada esté orientada al este (orto solar). 


Esta caracterización unida a su diseño constructivo, sus dimensiones o algunos de los objetos recuperados como las puntas de jabalina, le otorgan una consideración que supera su valoración como sepulcro para realzar su significación como lugar sagrado de especial relevancia.


A escaso kilómetro y medio se encuentra el segundo dolmen que veremos, se trata del dolmen de Matarrubilla. El trayecto lo hacemos en coche guiados por el guarda que una vez cerrado el recinto anterior, se pilla la moto y nos conduce hasta el lugar.

La entrada también está protegida por una construcción digamos que curiosa.

A diferencia del anterior, el corredor de este dolmen de Matarrubilla está bajo el nivel del suelo y es más moderno, está datado sobre el 2000 a.C.

Todo comenzó cuando en medio de una viña se descubrió una enorme losa granítica que por similitud con el vecino dolmen de la Pastora sugirió a los investigadores que podría tratarse de otro enterramiento. El tamaño de la piedra hizo que intentaran entrar en su interior volándola con dinamita.

El corredor mider 32,72 metros y sus paredes están formadas por hiladas alternantes de piedra y tierra. Tiene una anchura de 1,30 metros y el suelo está formado por arcilla compactada. La cubierta del dolmen está constituida por losas de piedra muy grandes, todas de arenisca excepto la cámara que es de granito.

Dentro de la cámara y ocupando prácticamente la totalidad de la misma se encuentra una pileta. Se trata de un bloque monolítico rectangular con un rebaje en la parte superior que sugiere una mesa de ofrendas.

Sin duda se trata de un elemento ritual que ya tuvo gran importancia en el diseño y planeamiento del monumento, ya que su colocación, ocupando gran parte del espacio de la cámara, debió producirse antes de la erección de la techumbre en falsa cúpula, por no hablar del material de su construcción, el mármol negro, una piedra que tuvo que ser transportadas cientos de kilómetros de distancia, ya que en las cercanías no existen canteras de este material.

La primera excavación en el dolmen la realizó Hugo Obermaier en 1918 cuando entrando por la cámara se investigaron los primeros nueve metros de corredor no pudiendo continuar al encontrarse el resto de las piedras derrumbadas.

En 1955 se procedió a una restauración debido al hundimiento de una de las losas, descubriéndose veinte metros más de corredor. Durante la excavación aparecieron tres perforaciones cilíndricas que mostraban las huellas de postes de madera que sujetaban  la cubierta en el momento de la construcción.

Dejamos el coche en la calle Trajano, muy cerca del Museo Arqueológico de Valencina ubicado en la Plaza de España. El museo era la parte final de la visita concertada así que una vez visitados los dólmenes nos dirigimos hacia él. Pero al llegar allí la puerta estaba cerrada. Un cartel informativo facilita un número de teléfono al que llamar si se tiene alguna consulta que realizar en fin de semana, llamanos al número ofrecido y nada, nadie atiende nuestra petición. Así que iniciamos la ruta a pie con el mal sabor de boca que nos deja la imposibilidad de visitar el museo arqueológico.
Justo en la plaza donde se ubica el museo se ha construido unas bancadas a modo de teatro que permite utilizar el lugar para diferentes tipos de espectáculos. Está simpática la idea.

En primer lugar nos dirigimos a la Plaza de Nuestra Señora de la Estrella.

Allí se ubica la parroquia de igual nombre, una construcción de una sola nave, formando los brazos del crucero dos capillas. Una de ellas está cubierta con bóveda de cañón, la del lado izquierdo. La otra capilla, la derecha, está cubierta por una falsa cúpula.

El altar mayor es una obra neoclásica y está presidido por Nuestra Señora de la Estrella Coronada, titular de la Iglesia, patrona y alcaldesa de la Villa y que es una imagen de vestir del siglo XVIII. Las esculturas que tiene la iglesia son: un Crucificado del siglo XVI, un Ecce Homo, la Virgen del Rosario y otros Santos del siglo XVIII.

Los retablos de la Capilla del Sagrario son del 1609, obras de Andrés de Ocampo y Antonio Pérez. En el mural izquierdo hay dos obras del siglo XVIII: un cuadro del Crucificado y otro de San José. En el muro derecho, un cuadro de San Antonio y otro de la Virgen del Carmen. Y otro cuadro situado debajo del coro. Estas tres obras están todas fechadas en el siglo XVIII.

En uno de los laterales exteriores encontramos la plaza del Santísimo Sacramento, y la terraza del Mesón Navarro del que nos han hablado bien y que pondremos luego en examen gastronómico.

Justo al lado encontramos otro de los lugares de interés de Valencina, se trata de la Hacienda Tilly. En algún momento fue visitable, pero después del fracaso en la visita al museo, ni siquiera lo intentamos al verlo todo cerrado y sin señales de vida.
Vemos su gran portada barroca (s.XVII) con pilastras laterales, frontón y un gran mosaico de la Inmaculada Concepción que sustituyó al escudo de armas original y que ocupaba ese lugar.


Desde la parte trasera podemos ver uno de sus jardines.

En su interior destaca una torre mirador rematado por una cruz y esta que vemos en la imagen, conocida como torre de Contrapeso, de tipo barroco con volutas laterales, almenillas con remates cerámicos y bonitos azulejos, también dispone de cruz y una veleta.


Nuestra siguiente parada se realiza en la Hacienda de Torrijos una antigua fortaleza militar de origen árabe.


En su interior se encuentra la Capilla del Cristo de Torrijos. Cuenta la tradición que el día 29 de septiembre del año 1600, festividad del Arcángel San Miguel y mientras el capataz buscaba una gallina extraviada descubrió la imagen del Santísimo Cristo, oculta en la muralla contigua a la capilla. Se trata de un Cristo de tamaño natural atado a una columna, tallado en mármol sin pulimentar, policromado y de estilo gótico y al que le profesan gran devoción, una imagen muy venerada y a la que se le atribuyen numerosas curaciones y prueba de ello son inmumerables exvotos que podemos ver allí expuestos, tanto de plata como en los clásicos cuadros ofrendas, clásicos de los siglos XIX y principios del XX.

Por un sombrado camino con antiguos eucaliptos nos alejamos de la hacienda y vamos en busca del camino de Caño Ronco.

Nos sorprende en gran diámetro y altura de los viejos eucaliptos.

Este desprotegido camino discurre entre campos de labor. Por aquí discurre parte de uno de los senderos locales oficiales conocido como "Sendero del Alcaraván".

Giramos a la izquierda y nos incorporamos al camino de Matarrubilla.

A nuestra derecha dejamos el Dolmen de Matarrubillas, visitado hace poco más de una hora.

Extremando la precaución cruzamos la carretera, el camino continúa por allí.

Tras conectar con la calle Clara Campoamor, llegamos a la Ermita de Nuestra Señora del Pilar. Se trata de un edificio de pequeñas dimensiones y planta hexagonal, en cuyos vértices presenta pilastras que sirven a su vez de soporte para la bóveda apuntada que cubre la edificación. Cabe destacar que tanto la bóveda como los remates de las pilastras se han decorado con azulejos de tipo trianero.
En su interior, dentro de una hornacina se alberga la imagen en barro cocido de 34 cms de altura de la Virgen del Pilar, datada en el S. XIV dentro de la Escuela Florentina. Dicha imagen estuvo sobre un pilar de ladrillos en un cruce de caminos en otro lugar de la localidad.

Pasamos por el parque municipal de La Gallega.


Este parque ejerce de improvisado mirador de toda la comarca del Aljarafe y parte de Sevilla capital.

Santiponce y por detrás La Algaba.


Y terminamos con lo que ya es un clásico en nuestras sálidas, pasar por cualquier lugar y aparecer los gatos buscando unas caricias de la susurradora de gatos.


Podéis descargaros el track, clicando en la siguiente imagen:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/valencina-dolmenes-pastora-y-matarrubilla-8mar2020-47729923
 
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una montaña, un árbol, donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el buitre leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita.