Este sendero circular se desarrolla por la ladera del cerro de los Corrales continuando por la Vereda del Cerro del Juncal, y está situado en la carretera A-8126 que discurre desde Algodonales a Coripe. El coche lo dejaremos al principio de la Vereda de los Juncales en el margen izquierdo de dicha carretera. Veremos las angosturas del Guadalete, vadeando a su vez el arroyo de los Corrales y el arroyo de la Zapatera.
Es terreno de fincas privadas con caminos de servidumbre pública y dónde podremos ver numerosos cortijos abandonados entre un inmenso olivar sin cuidar aunque curiosamente encontraremos restos de rozas recientes, síntoma inequívoco de que se efectuan otras labores de manteniento. Pasaremos por las inmediaciones de un comedero de aves carroñeras instalado por la Junta de Andalucía y sobre todo disfrutaremos de inmejorables vistas a las angosturas del río Guadalete y sierras cercanas (La Nava, Vaquera, o cerros Gordo y Cincho). Especial mención a varias especies de orquídeas silvestres que en estas fechas están en plena floración, pudimos fotografíar a Ophrys thentredinifera, olbiensis y fusca y la magnífica orquídea gigante Barlia robertiana o como se conoce actualmente Himantoglossum robertianum.
Este sendero está trazado siguiendo el publicado por los compañeros del Tercer Tiempo, a los que agradecemos de todo corazón el aporte.
Dejamos el coche en: 36º54.044'N - 5º25.848'W
Distancia: 8,65 kms.
Tiempo: 5 horas 18 minutos
Dificultad: Moderada baja.
Esta zona es conocida como La Zapatera y aquí confluyen las dos veredas principales del sendero, el inicio lo realizamos por la Vereda de Los Corrales (flecha negra) volviendo al lugar de salida por la Vereda de Los Juncales (flecha roja). Justo en el centro de ambos caminos una inútil cancela abre paso a ningún sitio. Es el margen izquierdo de la carretera Algodonades-Coripe a unos tres kilómetros desde su inicio por Algodonales.
A nuestra espalda queda la sierra de Líjar, y a la derecha nos llama la atención un cerro de blanca arena, en su ladera se ubica el cortijo del Albero (nombre evidente). Este primer tramo lo hacemos por la ladera del Cerro de Los Corrales.
Entre ambos y a media ladera, vemos la continuación de la carretera de Coripe y bajo ella y marcado con una flecha un abrevadero y una alberca, que será el lugar elegido para el avituallamiento y casi del final del recorrido.
Otro compañero de todo el recorrido será el Cerro del Juncal y el de Las Rozas, por delante Los Juncales y su llamativa laja por cuyos pies también pasaremos.
El Guadalete se encaja por unas angosturas que probablemente sean de las más inexpugnables del planeta (lo mismo he exagerado un poco ;)).
Todo este primer tramo será de continua bajada por una pista que poco a poco se va complicando, las correntías de agua han hecho mella, dejando al descubierto multitud de piedrecillas en una senda ya de por sí pedregosa. Alzando un poco la vista nos llama la atención un monte conocido cercano a la sierra de Montellano, sobre él, se sitúa el Castillo de Cote.
Caminamos rodeados de olivos en estado de abandono, al menos sus ramajes y multitud de chupones parecen delatarlo. A nuestra derecha la primera gran vista dónde destacan los LLanos de la Nava y las sierras de La Nava y La Espuela.
A la derecha de la Espuela tenemos la Peña Gorda (a sus pies discurre el arroyo de Las Toscas, zona ya visitada) y el Cerro del Cincho.
Durante el camino encontraremos numerosos cortijos, todos salvo uno, en estado ruinoso. Este primero es el cortijo de la Laguneta. WP CORT1.
Aunque en la foto no se aprecia bien la forma circular, a su entrada tenemos una era que mantiene el suelo en aceptable estado de reconocimiento.
Por esa curva pegado al monte discurre el río Guadalete y por delante, el único cortijo habitado (aún en construcción) en la conocida como Vega de La Gitana.
El terreno limpio del olivar queda atrás, ahora es el monte bajo el que tapiza nuestros pies.
Llegamos a un segundo cortijo en ruinas ya en la zona de Benjumea. La abundancia de construcciónes denotan un tiempo mucho más próspero para esta zona. WP CORT2.
Parece que tenía adosado un horno. La forma de la "ventana" y la zona derruida así lo induce.
Una cancela con candado nuevo (otra evidencia de que esto no está totalmente abandonado) corta el camino. Pasamos por su lateral derecho. WP CANCELA7.
Seguimos bajando, ahora de forma más pronunciada. Frente a nosotros el Cerro de la Tinajuela y bajo él, el viaducto que en ese tramo discurre paralelo al Puente de La Nava.
Otro cortijo más, pero de mayor envergadura, aquí hay además de la casa, un par de estancias cubiertas para los animales. WP CORT3.
La caseta del perro es lo mejor conservado.
Debían tener algún tipo de generador eléctrico, salvo que la antena fuese un tendedero de ropa.
Nos llama la atención algo que no habíamos visto nunca en construcciones similares, una pared con contrafuertes y lo que en su momento tuvo que ser una ostentosa escalera de entrada. También nos sorprende que toda la zona de paso y que debió ser la más pisada está totalmente colonizada por ortigas.
Y una estantería empotrada con falsa chimenea, jeje, modernidad rural.
La angostura de la Nava encajada entre el Cerro del Lobo (enfrente) y a nuestro lado, Benjumea. WP MIRADOR3.
Nuevamente podremos ver un olivar limpio de maleza y las cenizas muy recientes de la quema de rastrojos.
Otro cortijo más. WP CORT5.
Cotilleamos por dentro. Las paredes y el campana de la chimenea están en buen estado.
En cambio en la habitación de al lado, no.
Abrimos una puerta cerrada por fuera y nos encontramos esta imagen macabra. Más de una docena de cadáveres de ovejas allí encerradas, parece como si las hubiesen dejado morir de hambre y sed. ¿Puede que haya gente con tan mal corazón? Es difícil creer que un pastor, que vive por y para su rebaño pueda llegar a tal vileza. La imagen me deja mal cuerpo y no paro de darle vueltas en busca de alguna justificación o fuerza mayor.
Hemos llegado a la Vega de La Gitana, un magnífico cortijo en un estado bastante avanzado de construcción nos corta el camino. Justo a su lado un perraco amarrado con varios metros de cadena corrediza nos mira confiado, pese a lo previsible, no ladra ni una sóla vez y nos deja pasar esperando alguna caricia por nuestra parte, varios tractores y un todoterreno están aparcados en las inmediaciones, pero no vemos a nadie. Mejor así. Generalmente los visitantes no somos recibidos de forma alegre.
Hemos llegado a una de las pocas zonas en las que podremos acercarnos a orillas del Guadalete y disfrutamos del momento.
En esta zona el arroyo de Los Corrales vierte sus aguas al Guadalete.
Después de perimetrar el llano nos dirigimos al cerro de enfrente. Aún está marcada la limpieza del cortafuegos por lo que es fácil ver la ruta aunque primero subiremos a acercarnos a un supuesto mirador, digo supuesto porque la altura del monte bajo tapa bastante vista, pero bueno, aún así iremos. Se trata de dejar a nuestra derecha esos bloques de piedras que vemos, cruzar una alambrada existente y ya de vuelta, ir en busca del cortafuegos. Desde aquí la subida parece dura.
Nuevamente vadeamos (sin agua) el arroyo de Los Corrales.
Al comienzo de la subida encontramos otro cortijo, esta vez en mejor estado que los anteriores pero también abandonado. WP CORT6.
Nos asomamos por una de las ventanas y ¡sorpresa! Salvo por la suciedad y parte de la techumbre hundida, está tal como fue usado. Esto es un tesoro, un privilegio el poder ser testigos de un modo de vida ya abandonada. Vemos un platero en la pared con platos de porcelana y metálicos, un colador, unas pinzas, un cazo para servir sopa y en la mesa, además de unas cacerolas y un cacharro con cubiertos, un pack de tres latas de atún claro de la marca Miau, sin abrir, el color de la lata es azul por lo que podría asegurar que se trata de atún en aceite de girasol. En el tronco que soporta el techo, una bolsa de plástico que tal vez contenga sal, azucar, o algún tipo de semillas. En el suelo, entre otras cosas, un bote plástico de colacao, una tarrina de margarina (probablemente de maiz marca Artúa), un vaso de cristal y medio oculta por el marco de la ventana de la derecha, una caja metálica oxidada de galletas, de esas que las abuelas tienen para guardar fotos. También un par de tapers, un bote grande de aceite, algunas otras latas no identificadas y diversas ropas.
Por otra parte, las sillas con los asientos de mimbre están en bastante buen estado, hay que tener en cuenta que con la humedad el mimbre se deteriora con bastante facilidad, es evidente que al estar bajo la mesa y el mantel, han estado protegida de la intemperie y las lluvias que puedan colar por el hueco del techo.
Me hubiese gustado poder entrar para ver que contenía el saco de la pared, pero la puerta tenía un candado puesto y hay que respetarlo.
Si el cuarto de las ovejas muertas fue desagradable, éste en cambio, me ha entusiasmado, información de primera línea. Todo parece que fue abandonado con mucha prisa, eso de dejar conservas en la mesa, preparadas para usar, parece indicar un abandono imprevisto de la casa, lo mismo la caida del techo obligó a su dueño a salir por patas (cosa improbable ya que si le hubiese interesado, podría haber recogido casi todo) o tal vez un señor mayor que de un día para otro, ya no volvió. Sea como fuere, me encantó especular con la situación.
Bueno, ya está bien de darle coba a la subida, volvemos a poner los pies en el suelo y salir de la ensoñación , aquí vemos la fachada principal y la puerta cerrada.
Al principio, la subida parece que se nos hará dura, encima estamos casi a mediodía, no se mueve nada de aire y hace calor, fijo vamos a sudar. Al frente, las rocas que serán nuestro próximo hito, justo pegado a la de más izquierda, discurre una alambrada que hay que pasar por debajo.
La vegetación se espesa y empezamos a pensar que nos hemos despistado pero seguimos adelante, en pocos metros nos encontramos pegado a la alambrada.
Al suelo cual sabandijas. WP PASO BAJO ALAMBRADA1.
La alambrada ya pasada y su situación con respecto a la roca. A partir de aquí el paso está mucho más claro. Se avanza sin dificultad.
El Cerro del Juncal desde otro ángulo, abajo la garganta del Guadalete. El agua ni olerla. WP MIRADOR8.
La curiosa roca acabada en cabeza de murciélago. Es "clavao".
Vamos en busca del cortafuegos, hemos pasado entre esas dos piedras de la derecha. A pesar del desnivel, progresamos con bastante más facilidad y rapidez de lo previsto, el terreno firme y bien escalonado lo permite.
Un último vistazo hacia atrás, la Vega queda ya lejos, por encima de ella los Llanos de la Nava se ven más bonitos, si cabe.
Seguimos subiendo.
Aleluya, hemos culminado el cerro casi sin esfuerzo. Extiendo mis alas y.... la parienta me dice que no haga el tonto y baje de ahí, como no se ha arrimado desconoce que no existe ningún peligro y por detrás habrá una caida de sólo unos veinte o veinticinco..... centímetros, engaños visuales.
Allí enfrente el camino principal de Los Juncales, que ya no dejaremos hasta el final.
Otro cortijo abandonado. WP CORT7.
Una jaula para jabalíes, en perfecto estado. Granos de maiz frescos, recién esparcidos. Sin lugar a dudas, y aunque seguimos sin ver un alma, por aquí frecuenta gente.
Al igual que uno de los cortijos anteriores, una especie de ventanilla y por detrás restos de una especie de bóveda, otro horno.
La bella Julieta esperando el rondo de su querido Romeo.
Este tramo es de carril, así que pocas aventuras nos deparará.
Una parcela vallada a conciencia. En letra muy pequeña se lee: "Colabore Manteniéndose alejado para no molestar a las aves". Si nos mantuviéramos alejados, no podríamos leer el cartel, aunque parece una advertencia inútil, debido al blindaje de la zona que imposibilita cualquier acercamiento.
Más vistas de las angosturas, tan bonitas que no cansan. WP MIRADOR12.
A esta distancia, la laja de piedra se muestra como un muro infranqueable.
El segundo cortijo habitado del camino, y muy bien equipado, por cierto.
Un abrevadero aparece a nuestra derecha. Compruebo que no está catalogado en Conoce tus fuentes y doy buena cuenta de ello. Abrevadero de Los Corrales.
Otro engaño óptico, parece un gran salto de agua, pero no lo es. Nuevo vadeo. WP ARROYO CORRALES.
La laja de Los Juncales desde otra perspectiva.
Pasamos un nuevo arroyo, totalmente seco, se trata del cauce del arroyo de La Zapatera.
Un último vistazo a la laja.
Llegamos al abrevadero y alberca de la Albina Joaquina catalogada por los compañeros del Tercer Tiempo. Toca descanso y comida al son de sonoras ranas.
Las ranas callan y de repente aparece una reala de asustadizos caballos que vienen a beber.
El coche está a unos cientos de metros. Para acabar, algunas de las flores que vimos, la primavera empuja inexorable.
Durillo (Viburnum tinus).
La mortal cicuta (Conium maculatum).
Orchis olbiensis.
Ophrys tenthredinifera.
Ophrys fusca.
Barlia robertiana.
Y ya sabéis, búscanos donde haya un sendero, una
montaña, un árbol,
donde un humilde musgo espere paciente el deshielo, búscanos donde el
buitre
leonado se siente invencible o donde la pequeña Langeii desparrame su
perfume, búscanos y si nos encuentras, será un placer saludaros.
Entretenida y bonita ruta, gracias por compartirla. Saludos cordiales
ResponderEliminarCarlos, gracias por tu visita. La verdad es que sí, es entretenida.
ResponderEliminarSaludos.
Como bien dices esas angosturas del Guadalete son el secreto mejor guardado del río. Algún día habrá que encontrar un sendero. Gracias por esta interesante ruta.
ResponderEliminarHola José Manuel, yo lo he intentado por varios tramos pero apenas pude avanzar unas decenas de metros, lo peor de todo son los muros de compactas zarzas que te dejan como un Nazareno, cuándo es otro tipo de vegetación por muy espesa que sea es posible abrirse camino, pero con zarzas gruesas como dedos índices es imposible por no hablar de lo escarpado de sus márgenes, de lejos parecen que pudiesen dar una oportunidad, pero conforme intentas acercarte se acaba la ilusión.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu visita.